RODOLFO VILLARREAL RÍOS
Estamos ciertos de que no faltará quien considere una blasfemia que coloquemos juntos los apellidos de los dos personajes señalados en el titular de este escrito. Sin embargo, así se dieron los hechos y las acciones que cometieron recayeron sobre el presidente Madero González. Sabemos que a los admiradores de Zapata no les es grato que se recuerde como el 28 de noviembre de 1911, emitió el Plan de Ayala, el original no el que venden los creadores de mito, mediante el cual desconocía al presidente Madero, nombrara jefe del movimiento armado al traidor, Pascual Orozco Vázquez y si este no aceptaba, entonces, ahí estaba el morelense para hacerse cargo del asunto.
El otro fulano al que nos referimos es a Aureliano Blanquet quien, no obstante que el presidente Madero González tuvo deferencias hacia él cuando cayó herido y lo ascendió a general brigadier, al momento en que se dio la sonada, fue Blanquet quien con su batallón entró a Palacio y relevando a las tropas leales consumó el cuartelazo apresando al presidente. Una vez expuesto lo anterior, pasemos a comentar como bajo circunstancias diversas, Zapata y Blanquet encontrarían, en abril de 1919, con siete días de diferencia, el fin de sus días.
Comencemos por recordar que aquellos eran los días en que la Revolución buscaba la forma de dejar atrás los enfrentamientos y que tanto Zapata como Blanquet, mediante el empleo de la fuerza, buscaban terminar con el estadista Carranza Garza. Ante eso, el conflicto no se podía finiquitar sino en una forma poco deseable.
Es por todos conocido que una vez que el estadista Carranza Garza se instaló como la opción única de iniciar la transformación del país mediante el diseño del Estado Mexicano Moderno, los inconformes, encabezados por Villa y Zapata, trataron a toda costa de imponer su voluntad. Al primero, militarmente lo destrozó el único general invicto de la Revolución, Álvaro Obregón Salido, no quedándole sino refugiarse en acciones bandoleras.
En el caso del segundo, continuó, en su territorio reducido, con lo que siempre fue su línea de acción, incendiar haciendas y prolongaba su cantaleta de que peleaba por un pedazo de tierra para los campesinos a quienes buscaba retornar al tipo de propiedad imperante en el periodo precolonial. Con esa bandera, se negaba a reconocer al estadista Carranza Garza quien miraba hacia el futuro con el empeño de que la nación creciera, y se desarrollara. Para ello, sin embargo, era necesario atemperar los ánimos. En el caso de Zapata, no había manera de llegar a un entendimiento por la vía pacífica. Y en este caso, las fuerzas de los Constitucionalistas tuvieron que utilizar argucias para finiquitar la rebeldía de Zapata.
El general a quien se encargó derrotar militarmente al zapatismo fue al neolonés, Pablo González Garza en calidad de jefe de operaciones del Ejército de Operaciones del Sur Revisemos lo que la prensa nacional publicó acerca de como se dio la persecución final. El 5 de abril, el diario El Porvenir, editado en Monterrey, relataba como las fuerzas de González y Cesáreo Castro Villarreal estuvieron a punto de capturar a Zapata durante un enfrentamiento que tuvieron en Tacuanipal, un pueblo localizado en las faldas del Popocatépetl. En su huida, el morelense perdió los archivos y dejó abandonado un almacén de alimentos que tenía en el templo católico del lugar.
Durante el 11 y 12 de abril, la noticia principal de la prensa en todo el país era que Zapata había terminado sus días terrenales. En la instancia inicial, se aseguraba que el hecho ocurrió en un combate. A los pocos días, sin embargo, empezó a circular la versión de que aquello no era del todo cierto. El Porvenir, el 14 de abril, publicó una nota en la que cuestionaba acerca de cómo se suscitó el evento preguntando si murió en un combate leal, o si fue víctima de un engaño”. Ese mismo día, en El Demócrata y al día siguiente en El Pueblo, diarios a los que no podría calificarse de prozapatistas, relataban como ocurrieron los hechos.
Los diarios presentaban la nota de forma diversa. El primero de ellos aseguraba que Zapata se disponía a asesinar al coronel Guajardo. La segunda publicación expresaba su poca simpatía hacia el sureño a quien calificaba “como la encarnación del crimen, del odio y la traición…” Tras de ello, ambas publicaciones procedían a relatar los acontecimientos.
Conforme a dichas versiones, la forma en que da inicio el principio del fin de Zapata sucede a mediados de marzo de 1919 cuando el coronel Jesús María Guajardo Martínez, miembro de las tropas de González, cometió una falta que le valió una reprimenda, según las versiones, “en forma mesurada y correcta; pero dicho jefe que es de pundonor sintió aquella amonestación y parece que entre sus amigos lamentó haberla recibido”.
Dado que Zapata tenía infiltrados espías entre las fuerzas de González, uno de ellos al enterarse del incidente creyó encontrar una oportunidad para quedar bien con su jefe y corrió a contárselo “en forma exagerada y dándole proporciones penosas al incidente, que en realidad no era sino un simple castigo militar”.
Al enterarse, Zapata consideró que era una oportunidad para atraerlo a su bando, “la misma que ya anteriormente se las había formulado a un capitán llamado Salomé Delgado…”. Acto seguido, el 21 de marzo, envió una carta a Guajardo en la cual le mencionaba: “Ha llegado a mi conocimiento que por causa que ignoro, ha tenido usted con Pablo González algunas dificultades en las que usted ha sido amenazado sin tener causa justa.
Esto y la convicción que tengo del próximo triunfo de las armas revolucionarias, me alientan para dirigirle la presente, haciéndole formal y franca invitación…para que se una a nuestras tropas entre las cuales será recibido con las consideraciones merecidas”. Acto seguido, le comentaba cuan grande era a lo largo de la republica el movimiento que él encabezaba y que “persigue un gran fin, el mejoramiento de la gran familia mexicana”. Zapata creía que estaba por ganar un elemento para su causa y con él enterarse de los planes de Pablo González.
En cuanto Guajardo recibió la misiva, fue a mostrársela a su jefe quien decidió retener la carta y cavilar sobre el paso a dar. Con certeza, dadas las luces intelectuales de Pablo, suponemos que consultó con alguien m’as.. Así, a finales de marzo, llamó a Guajardo y le indicó que diera respuesta. Procediendo en consecuencia, Guajardo le escribió a Zapata mencionándole que en vista de las dificultades que tenía con González, “estoy dispuesto a colaborar a su lado, siempre que se meden las garantías suficientes para mí y mis compañeros, y a la vez mejorando mi circunstancia de revolucionario…Cuento con elementos suficientes de guerra, así como municiones armas y caballada; tengo en la actualidad otro regimiento a mis ordenes, así como otros elementos que solamente esperan mi resolución para contribuir a mi movimiento”.
Al leer aquello, el 1º de abril, Zapata no dudó en responder dándole la bienvenida a sus tropas e indicando que su acción primera dentro del zapatismo sería atacar a un tal Victoriano Bárcenas. En igual forma mencionaba que Francisco Vázquez Gómez trabajaba en Washington en busca del apoyo de la Casa Blanca para entrar a México y ponerse al frente de las tropas que encabezaban Villa, Ángeles y Martin López. La respuesta de Guajardo fue que no era factible atacar a Bárcenas pues estaba en Cuautla llamado por González.
Eso sí, le ofrecía víveres y artículos de primera necesidad solicitándole le comunicara como se los hacia llegar. Asentaba estar enterado de las acciones de Vásquez Gómez y los generales antes mencionados. Con satisfacción amplia, Zapata recibió aquel comunicado que, cada vez más, lo convencía de que había hecho una buena adquisición con Guajardo. Sin embargo, aun requería que Guajardo le mostrara en el campo de batalla su lealtad.
Para ello, lo comisionó para que atacara, el 9 de abril, a las tropas de González en Jonacatepec, mismas que hicieron como que se defendían y permitieron a Guajardo salir victorioso. Ya no le quedaba duda a Zapata, su adquisición era de buena laya. Tan entusiasmado estaba que decidió era el momento de reunirse con su ‘leal” más reciente. Se acordó que se realizara al día siguiente, 10 de abril, en Tepalcingo, lugar próximo a Chinameca. Zapata… dispuso que dos de sus generales ([Adrián] Castrejón [Castrejón] y [Pedro] Amoles) se adelantaran al lugar indicado para conversar con Guajardo, en tanto que él (Zapata) movilizara parte de su gente para que lo custodiara durante la entrevista”.
No contaba, sin embargo, con que Guajardo tenía otros planes y ya había alistado a diez oficiales, disfrazándolos de soldados rasos para que formaran el comité de recepción en cuanto apareciera Zapata. Les indicó que al asomar este, dieran tres toques de clarín. Mientras tanto, Guajardo se encerraba a dialogar, en realidad se dedicaron a beber cerveza, con Castrejón y Amoles. Al momento en que Zapata llegó, con una escolta de doscientos hombres, el clarín sonó tres veces y acto seguido siete balas terminaron atravesándole el pecho. La confusión se apoderó de los zapatistas al ver que su líder era abatido. \
Tras de lo anterior, Guajardo pasó a ser calificado como traidor por algunos y felicitado por otros. Fue ascendido a general de división y le dieron un premio de 50 mil pesos plata. Por otra parte, Zapata sería glorificado por la pluma del gigolo-cobarde-cristero de closet-sinarquista-nazi, José Vasconcelos quien, en un acto, de los muchos que tuvo como lame suelas ante el poder en turno, quiso quedar bien con el presidente Obregón Salido. Tanto este, como el estadista Elías calles Campuzano cometieron el error de utilizar el nombre de Zapata porque en ese momento les convenia políticamente, pero que a la hora de la verdad no les representaba nada pues su concepción de la propiedad de la tierra era totalmente diversa al retroceso que Zapata proponía.
El fin de los días de Zapata no es para que nadie se vanaglorie de ello, pero dadas las circunstancias que entonces prevalecían es entendible que así se haya dado. Zapata tenía como objetivo terminar con el estadista Carranza Garza y este, a través de sus subordinados, encontró la forma de concluir con quien se negaba a negociación alguna e iba por el todo o nada. Asuntos crueles que se suscitan en los movimientos armados.
Dado que el espacio se nos terminó, tenemos que quedarle a deber a usted, lector amable, la narrativa sobre como finiquitó sus días aquel otro quien traicionó al presidente Madero González, la semana próxima le cubriremos esta deuda. vimarisch53@hotmail.com
Añadido (24.14.39) Ni quien dude que el acto del gobierno ecuatoriano fue una violación a las leyes internacionales. Pero como podemos calificar la intromisión del gobierno de México para defender a un delincuente. En cuanto a que los EUA van a apoyarnos para castigar a Ecuador, un amigo nuestro quien conoce de primera acerca de cómo se manejan los entretelones en los asuntos internacionales, asegura que nada sucederá. La relación entre estas dos últimas naciones tiene raíces muy bien cimentadas y vaya que él supo cuáles eran.
Añadido (24.14.40) Para que preguntones como este escribidor no se anden con dudas, el lunes anterior, la institución que dirige el ciudadano Bergoglio Sivori, mediante la declaración ‘Dignitas infinita’, dio respuesta al presidente Biden y su “Trasgender Day Visibility”.
Añadido (24.14.41) Hace cerca de un año, un par de aficionados beisboleros de tiempo atrás, uno economista con sesenta y ocho años de ver ese deporte y otro economista-historiador con casi sesenta y cinco, pronosticaron lo que habría de suceder a los serpentineros con la imposición de limites de tiempo entre lanzamiento y lanzamiento. Ambos dijimos: “se van a acabar a los pitchers”. Al inicio de la temporada y el fin de semana anterior se cumplió la profecía, un montón de lanzadores van camino a la lista de lesionados y varios más a la cirugía llamada de Tommy John.