Recuerdo como si tuvieran lugar ahora las destacadas enseñanzas de Ricardo Franco Guzmán en nuestras aulas de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, con asistencia de Francisco Guillén Bribiesca y de varios penalistas que respetaban el Código Penal, apenas horas después de aquel movimiento social en 1968.
Don Ricardo Franco Guzmán, a la sazón brillante abogado postulante, y que tantas veces había defendido con éxito a sus clientes en condiciones no siempre favorables por los abusos de autoridad, pero siempre coherente y comprometido con la dignidad y con su labor profesional en forma abierta y sin reservas, nos decía; “asistimos a un movimiento un tanto confuso por la situación de tensión vivida al haber el Ejército Mexicano vulnerado nuestra Soberanía Universitaria”; hechos deshonrosos que aplaudió el gobierno, al igual que aplaudían el paso de los féretros de aquellos compañeros estudiantes que ultimaron.
Tras largas pausas cargadas de emoción decía: “La dignidad de la Universidad debe volver la espalda a quien violó nuestra casa de estudios, pero también como universitarios, estamos obligados a volver la espalda a ese grupo de seudo estudiantes que pretenden destruir nuestras instituciones democráticas mediante el uso de las armas y las denostaciones que efectúan a los mexicanos que defienden nuestra soberanía para evitar la infiltración de ideologías ajenas a nuestras costumbres, tradiciones y leyes”.
Como estudiantes de la Facultad de Derecho, ante todo, “deben de analizar con claridad la exposición de ideas que efectúa ese grupúsculo de interesados en derrocar al gobierno, la dureza de conceptos, para echar por tierra la libertad que pregona nuestra Constitución Política; y, todo ello, de cara a la justicia y a México”. En estos momentos que transitamos “tenemos que reafirmar en que ese modelo de nuestro Pacto Federal es lo que requiere la justicia de nuestro México”.
En aquellos días de pestilentes proclamas de aquellos interesados en destruir las instituciones, Don Ricardo Franco Guzmán nos precisaba que “las prácticas democráticas vitales –proveer justicia, pedir cuentas, rechazar arbitrariedades, desdeñar la corrupción— sólo cobraban sentido en la medida en que los abogados litigantes participáramos e interactuáramos frente al peligro de la militarización, oligarquización y de corrupciones de los órganos de decisión institucional instalados en la lógica del poder, se debe procurar que la abogacía independiente de la República participe y tenga en cuenta un fuerte compromiso de apertura para que se cumpla con el Pacto de Carranza, ya que con ello se evitarían peligrosas disfunciones del sistema político”.
Don Ricardo Franco Guzmán, en su calidad de Presidente Vitalicio de la Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, ahora nos convoca, al igual que en 1968 a respetar a nuestra Carta de Carranza y en dicha convocatoria incluye a abogados, gobernantes y gobernados.
Es cuánto.
Lic. Alberto Woolrich Ortíz.
Presidente de la Academia de Derecho Penal del
Colegio Nacional de Abogados Foro de México, A.C.