A Moy, por todo lo que representa para la familia
MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN
En asuntos de amores, el brazo de la ley suele obedecer a la frivolidad humana, ésta que a la tragedia matiza color de rosa o pintarrajea de rojo sangriento y a los actores convierte en pecadores o criminales que merecen la picota.
A mediados de la década de los 90 del siglo pasado, en una lujosa mansión de exclusiva zona residencial del poniente del Valle de México, en el seno de un matrimonio del jet set mexicano se registró un crimen.
Él, apodado “El toro”, un empresario otoñal que estuvo casado en primeras nupcias con una dama de sociedad que en la década de los años 50 fue reina de la primavera de la capital del país, había reincidido casándose con una dama menor que él y, sobre todo, muy atractiva.
Al paso de los años, los intereses económicas de las familias de ambos provocaron diferencias, pero en especial en la pareja. Él comenzó a celarla pero igual a reclamarle gastos y propiedades. Una noche fueron a una recepción con amigos, al retorno ella se fue a dormir y él a rumiar los diferendos que tenía con su joven y bella esposa.
En esos minutos de la reflexión, la ira, los celos, todos los sentimientos encontrados lo llevaron a la determinación de asesinarla. Y lo hizo: le descerrajó un balazo en la cabeza; ella quedó tendida en el lecho conyugal y él se entregó a la policía que lo trató con especial deferencia, incluso cuando fue sujeto a proceso en juzgados del penal de Barrientos.
Pero, mire usted cómo es de frívolo el mundo del jet set y de quienes en sus crónicas, a las borracheras y pachangas de este mundo de los ricos-ricos-ricos de México, llaman recepciones salpicadas de alegría en la que los dueños del dinero pueden echar por la borda un negocio millonario por la simple y llana vanidad personalísima.
Y es que, en esos días de mediados de los 90 del siglo pasado, hubo un cronista de sociales que abordó el asesinato con unas líneas de terrible complicidad. Palabras más, palabras menos refería que días antes había ocurrido un lamentable incidente en una de las mejores familias de México, en la que el marido le dio un balazo a su bella esposa. “Pero es un buen hombre”, remataba el comentario. El caso lo publiqué en la revista Impacto y la cabeza fue: “¿La mató por amor o por dinero?”
Se mata por amor y por dinero. Pero en los medios de comunicación y corrillos políticos los cobros de facturas y el sensacionalismo suele suplir el debido proceso y enjuicia y sentencia a quien, movido por amor comete un delito. El tema viene a colación por el caso de la diputada local sinaloense Lucero Guadalupe Sánchez López, a quien los legisladores han sentenciado pese a invocar la secrecía legal.
Así, los elementos de este proceso legislativo que está en vías de llevar a picota a la diputada del Congreso de Sinaloa para desaforarla e iniciarle proceso penal por delitos federales, entre ellos el uso de documentos oficiales, son suficientes para escribir una novela en la saga de Corín Tellado
“Todo por amor”, aplicaría el título de esta novela en la que una temible sinaloense es elegida diputada local pero, antes de rendir protesta como integrante de la bancada del Partido Acción Nacional evita revelar que es pareja sentimental del más peligroso de los capos del narcotráfico y crimen organizado en México. De quien luego daría a luz un hijo en Estados Unidos.
La comedia harto conocida de la bella y el bandolero, la atractiva dama que es seducida por el poder y el dinero del capo Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, quien se fuga del penal, acicateado por la necesidad humana de ver a los suyos y, sobre todo, conocer al recién nacido que se presume ha procreado con esta curvilínea sinaloense que se fue al otro lado de la frontera norte a dar a luz al producto de ese amorío que tuvo sus recovecos en el interior de una celda en la prisión de alta seguridad del Altiplano, en el Estado de México.
Y hete aquí que, la Procuraduría General de la República sabe, en su momento, del ingreso de la diputada local a esa prisión para entrevistarse y, por qué no si al final de cuentas con dinero baila el perro y, por ende, los mastines de la prisión estaban domesticados en dólares y habrían permitido hasta un encuentro conyugal con El Chapo, pero la autoridad no procede pese a saber que la legisladora usó documentos falsos para lograr sus fines.
Pero, cuando El Chapo se fuga y es buscado por cielo, mar y tierra, entonces opera el ajuste de cuentas y la diputada está en el centro de la venganza política y policiaca. Uno. Es diputada del Partido Acción Nacional y la elección de gobernador está en ciernes; un raspón a la línea de flotación del PAN no estaría mal. Dos. El PAN se defiende y, en su cruzada justiciera, se deslinda de esa mala compañía e impulsa someterla a juicio de procedencia para desaforarla. Tres. Al PRI le conviene y al PRD no le cae mal sumarse a la comedia.
En ese tránsito, la noche del pasado miércoles once de mayo, finalmente los diputados federales integrantes de la Sección Instructora concluyen sesión y dictaminan. Mas no informan si determinaron desaforar a la legisladora sinaloenses, porque ello se conocerá en la fecha en que la Comisión Permanente del Congreso de la Unión convoque a periodo extraordinario para erigir a la Cámara de Diputados en Jurado de Procedencia.
Ese será el capítulo final de esta comedia en la que el largo brazo de la ley se apoyó en el espacio legislativo para cobrar una factura política y policiaca en la parte más endeble que tiene un delincuente: sus relaciones familiares, amorosas o como le quiera usted llamar.
El asunto tiene sus puntos débiles y esto debiera saberlo el diputado panista Juan Pablo Piña Kurczyn, quien como colaborador del gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, en asuntos de procedimiento jurídico administrativo, fue un fiasco y hoy se autodenomina jurista.
En fin, si la diputada esgrime el factor sentimental, es decir, que era pareja del capo y acepta haber usado documentos falsos para ingresar a prisión a la visita elemental de amistad o si usted quiere conyugal, los diputados federales estarán sometiéndose a un dictado no propio del proceso legislativo. Veremos un espectáculo como el desafuero fast track del entonces senador Jorge Díaz Serrano.
No es defensa oficiosa ésta de la diputada Lucero Guadalupe Sánchez López. No, simplemente reflexión en voz alta respecto de un tema justiciero, no de impartición de justicia. ¡Vaya comedia! Digo.
VIERNES. Moy está de retorno en casa; libró una batalla contra males físicos y se recupera con el optimismo propio de ésta que es mi familia. Te abrazo con inmenso amor, hijo. Conste.
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