Francisco Gómez Maza
• Objetivo: minimizar al Estado para maximizar los negocios privados
• Con la reforma energética, EPN regresará a la época anterior a Cárdenas
Muchos no lo saben, otros lo recordamos como si hubiera sido ayer. La tragedia que estamos viviendo a causa de los veneros que nos escrituró el diablo la predijo el ingeniero Heberto Castillo Martínez, fundador del único partido revolucionario, democrático, nacionalista, que ha habido en la historia de México, el Partido Mexicano de los Trabajadores, cuyo único error fue haberle dado su registro a lo que sería después el PRD y desaparecer de la escena política. Pero aparte este dislate, el Ingeniero, inventor de la tridilosa, tecnología con la que se construyen grandes espacios, tenía una visión muy clara sobre el destino del petróleo mexicano y de Pemex.
Nadie le hizo caso. Y ven. Ahora Pemex está a punto de la bancarrota y de convertirse en una empresa extranjera para que quienes exploten los hidrocarburos sean los grandes pulpos de la industria petrolera, principalmente los avecindados del otro lado del Río Bravo.
Pero nadie habla de el Ingeniero, uno de los hombres más sabios e informados del petróleo mexicano. No es exageración decir que era un iluminado. Si volviera a la vida, al ver el desastre (fracaso) mexicano, impulsado por los neoliberales a las órdenes de Carlos Salinas de Gortari, Don Heberto les diría, tanto a tolucratas como a pachucratas privatizadores, “se los dije”, “se los advertí a tiempo”.
Pero los susodichos son tan soberbios, tan convencidos de que hay que vender a México a quien se deje, para tener un país moderno, productivo y competitivo, que ni lo verían ni lo oirían. Pero no han logrado más que partirle la madre a la economía real, y al petróleo, gracias a una tecnología infalible de derruir todo: LA CORRUPCIÓN. Si pudieran, privatizarían hasta la Virgen de Guadalupe, o el Volcán Popocatépetl. Y HASTA SU PROPIA MADRE.
El mismo presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, Jesús Zambrano Grijalva, perredista al servicio de Jesús Ortega Martínez, aseguró, durante la presentación del libro Reforma Energética en México”, la mañana de este lunes 15, que en la Reforma Energética aprobada en el 2014 no se cumplieron los objetivos del Pacto por México de los compromisos del 53 al 60, porque los resultados que arrojó “ese compromiso son una falsedad”. Nada menos. Nada más.
Y se queda corto el buen Chucho porque no dice que la reforma energética era con el fin de entregar la generación de energía eléctrica y el petróleo al llamado sector privado, que en realidad debería de llamarse sector de particulares– Cuánta razón tuvo el poeta Visionario, el jerezano ex seminarista, Ramón López Velarde, cuando escribió Suave Patria, el Niño Dios te escrituró un establo y los veneros del petróleo, el diablo.
Reforma Energética en México fue escrito por Víctor Rodríguez Padilla, doctor en economía de la energía y profesor de la UNAM, Premio Jesús Silva Herzog en Investigación Económica (Silva Herzog, El Grande. No el político – el Negro que aspiraba a ser suizo – que no hizo un buen papel cuando fue secretario de hacienda en tiempos del “último presidente de la revolución”, José López Portillo. Y estudia el sector energético desde hace 30 años.
Por cierto, de la revolución mexicana nadie se acuerda, empezando con Enrique Peña Nieto y siguiendo con el improvisado presidente del PRI, Enrique “Pinocho” Ochoa Reza, que más bien es doble de Clavillazo. Y que vino a decir mentiras a la cámara de diputados cuando quería ser consejero del INE; para convencer a los legisladores les dijo que no tenía filiación partidista y que no militaba en el PRI.
Para dar sólo una idea del contenido del libro. Por la premura del tiempo me es imposible leer ahora 300 páginas, les trascribo lo que escribió en la contraportada:
Entre 2013 y 2014 se modificó radicalmente el marco jurídico de la energía en México. Fue un punto culminante de un proceso iniciado hacia finales del siglo XX, cuando el gobierno de Carlos Salinas de Gortari dio un nuevo impulso a la liberalización y privatización de la economía. A lo largo de esos años, el Estado fue desplazado paulatinamente de todos los sectores productivos en su calidad de operador e inversionista. Su último reducto era el sector energético, en el que conservó una importante presencia a través de Petróleos Mexicanos y la CFE.
Con la llegada del gobierno conservador, de derecha pues, digo yo, el desenlace era inevitable. Con los instrumentos del poder consiguió del Congreso reformas para desalojar al Estado y crear una industria energética privada. La reforma energética fue una ofensiva de los intereses económicos y financieros que busca reducir y debilitar al Estado en su capacidad de dominio y control sobre bienes estratégicos, para ponerlos a disposición de intereses privados.
No se asuste amigo lector, sobre todo si es de los que grita que el petróleo no se vende. Pero Pemex pasara a manos privadas como estaba antes de la expropiación del presidente Lázaro Cárdenas…
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