Hemos llegado a una etapa en la que las intolerancias en todas latitudes han registrado un recrudecimiento inaceptable de discriminación y hostilidad contra los seres humanos y sectores vulnerables que protestan contra medidas violentas que se aplican a los pobres, a los vulnerables, a los luchadores por los derechos humanos.
Las complicidades que unen a los grupos extremistas al interior de los países emergentes son similares a las de los que preconizan la supremacía de una raza, donde quiera que se encuentren. Lo peor es que ahora tienen como bandera la supremacía del confort y del dinero que aplica el garrote y la metralla contra las exigencias fundamentales de vivir en libertad.
No hay ninguna diferencia entre las actitudes fundamentalistas del llamado Estado Islámico, del Ku Klux Klan, de los racistas religiosos o de los neonazis, y las de los gobiernitos sin idea que protagonizan, en nombre de los retardatarios, los actos de violencia contra demandantes, escritores, periodistas y artistas y la discriminación que sufren las etnias.
La intolerancia asesina con impunidad e inmunidad
La intolerancia progresa inexorablemente. Asesina con impunidad e inmunidad, protegida por intereses de protervos, corruptos y miedosos. Se considera una seria amenaza para la seguridad, la paz y la democracia. A estas alturas, hablar de multiculturalismo pacífico es casi una insensatez.
Los señores de horca y cuchillo, los grupos delincuenciales a su servicio, los más violentos entre los narcotraficantes, se han encargado de aposentar en la cima de este reino de la inmundicia a los peores, a los descerebrados más desvalidos por la cultura, sólo para obtener su aquiescencia nacida de la ignorancia.
El racismo, la masacre contra los pobres y contra los diferentes se ha agravado en la misma proporción que lo ha hecho la distribución desigual de la riqueza, la inaceptable marginación social y la exclusión sistemática de todo derecho, de toda esperanza de bienestar y de mejores condiciones de vida.
La represión opera en contra de los indefensos
Desde todos los foros nacionales e internacionales se ha insistido que los delitos cometidos contra etnias, desvalidos reclamantes, migrantes e indígenas deben ser tipificados como ilícitos de delincuentes transnacionales organizados, es decir, como delitos de lesa humanidad, pues la represión es contra los indefensos.
Los millones de trabajadores migratorios , indígenas, periodistas independientes, y luchadores sociales que defienden los derechos humanos, deben quedar protegidos, amparados por un nuevo régimen político y jurídico de protección, que fomente la tolerancia y la paz en convivencia.
Al mismo tiempo que la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas ha instituido el 18 de diciembre como el Día Internacional del Migrante, la red bancaria global ha calculado que las remesas que envían los trabajadores desplazados a sus países de origen –un acto que honra a la humanidad, por el desprendimiento y ausencia de rencores–… … ascendieron a 200 mil millones de dólares, cifra equivalente a las corrientes monetarias correspondientes a todas las exportaciones mundiales de petróleo.
Venganzas cavernarias, por el miedo ramplón
Mientras, se declara en todos los tonos que una de las características de la aplicación de la pena de muerte en Estados Unidos es el elevado número de pifias, cometidas tanto en la determinación de la culpa como en la imposición de la pena de muerte, sobre todo a los familiares y migrantes hispanos.
Un estudio pionero sobre el tema, publicado recientemente en la revista Harper’s, concluyó que la raza es uno de los factores que alimentan el elevado “índice de error” en los casos de pena capital, así como en todos los procedimientos de impugnación que se intentan.
Los homicidios judiciales, una expresión lisa y llana de lo que acontece, por parte del sistema de justicia de los Estados Unidos es un acto de venganza cavernaria, de miedo ramplón a quienes se ha señalado como las minorías que en pocos años formarán la inmensa mayoría de sus habitantes.
Desmiente la autoproclamada condición de campeón mundial de los derechos humanos que se ha arrogado ese país.
Sistemas políticos, cimentados en el odio
El hecho de que los condenados sean elegidos para morir en virtud de un sistema enturbiado por la discriminación y el error, aumenta aún más la vergüenza de los estadunidenses, fundamenta las acusaciones de hipocresía dirigidas contra sus líderes.
Sustenta las causas de los asesinos seriales, los genocidios cometidos por infantes al interior de las escuelas, las masacres de Orlando y Chicago, los atentados contra los edificios públicos de Oklahoma y Georgia, perpetrados por jóvenes neonazis, negros humillados e islamistas trasnochados.
Los magnicidios erosionan cualquier sistema político, construido sobre cimientos de odio… y miedo.
Quien proteste aquí, ya sabe a qué atenerse
Lo que está pasando en México no es diferente. Pertenece al mismo jaez, es llevado por el mismo hilo conductor de esas complicidades extremistas. Quien proteste, se manifieste o esté en desacuerdo con burdas medidas de gobierno, que no son más que disfraces para encubrir verdaderas intenciones de privatizarlo todo, sabe a qué se atiene.
Las partes más sensibles del asedio de los feroces represores mexiquenses no son otras más que sus áreas de interés y de negocios al futuro inmediato: la subasta de los territorios petroleros, la educación, la salud, el agua, los bosques y la biodiversidad. Esos son sus nichos de resguardo, porque a los patrones les urge llevarse todo, antes que acabe el sexenio de pacotilla.
François Fénelon, el satírico escritor francés, lo expresó con precisión: “Si quieres juzgar a un hombre, observa quiénes son sus amigos”. Pura gente ayuna de pueblo, despojada de altruismo, ignorante de lo elemental.
Ayer, 12 “levantados” en Vallarta; hoy, el país entero
México es un país altamente vulnerable, pero no por causa de su pueblo, sino por el latrocinio de sus “autoridades”. Claro, Peña Nieto nunca repara en usar la fuerza pública, está aprisionado por el odio y el miedo inculcado por sus titiriteros. Él cumple con seguir trastornado el sistema alimentario de niños y adolescentes, porque en el fondo y en la forma es un genocida casi genético.
Mientras, el Estado del sistemita se hace de la vista gorda. Hace una semana levantaron a doce en Puerto Vallarta, hoy levantan al país completo.
“No llegué aquí para ganarme una medalla de popularidad”, declara ufano a su lorocutor televisivo predilecto. No. Llegó para llevarse todas las calificaciones de asesino, depredador y devastador del país.
El odio y el miedo no conocen fronteras, ni respetan trancas. Es la vorágine de lo nauseabundo. El barril sin fondo de la estulticia y la rapiña. La bravata de la demanda contra The Guardian por descubrir “el secreto” de La Gaviota es simplemente eso, una bravata sin pies ni cabeza. Los cazurros saben que el bumerán regresaría más fuerte, más impío.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Este domingo el Semanario de la Arquidiócesis de México Desde la Fe no incluyó su polémico editorial. Sin embargo publicó una entrevista que ese órgano de difusión le realizó a Hugo Valdemar, vocero de la Arquidiócesis de México, y que se titula: “Gravísimo que el presidente de los diputados pida a Gobernación reprimir a la Iglesia Católica”. En la entrevista Hugo Valdemar responde a unas declaraciones que hizo el perredista Jesús Zambrano, presidente de la Cámara de Diputados, el pasado 15 de junio donde pidió la intervención de la Secretaría de Gobernación para “frenar a la cúpula católica porque se está metiendo en terrenos que no le corresponden cuando critica la iniciativa presidencial sobre matrimonios igualitarios o algunas otras reformas que se han hecho en diversos estados sobre ese tema”. Sobre estos temas Hugo Valdemar, vocero de la Arquidiócesis, dice en la entrevista que “es muy grave que el presidente de la Cámara de Diputados llame al Gobierno de la República a la represión contra una institución que únicamente ejerce dos derechos fundamentales: el de la expresión y el de la libertad religiosa”. Cosas veredes, Mío Cid. El ex guerrillero Zambrano llamando a la represión.
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