Francisco Gómez Maza
• Una comparecencia más, como todas, propagandística
• La oposición partidista se quedó sin respuestas reales
Lo predijo este escribidor en la columna de este jueves. José Antonio Meade Kuribreña se dedicó desde la tribuna de la Cámara de Diputados a defender, a propagar, a exaltar la política económica del gobierno.
No podía ser de otra manera.
Las preguntas de los diputados de Morena, del PRD, del PAN, del PES, del PT, de MC, inclusive de NA, se quedaron sin respuestas verdaderas.
Mentiras, mentiras, mentiras, medias verdades, sofismas, salieron de la boca del señor Meade Kuribreña.
Para él, apoyado por las bancadas oficialistas, la política económica que se aplica es la buena, crece la economía (al pinchurriento 1.5 por ciento o dos, pero “crece”), crece el empleo (4 por ciento), crece la industria, crece México.
Qué tristeza que ese crecimiento sólo se vea en la vida lujuriosa de los grandes capitalistas y más en los bolsillos y en las cuentas bancarias de la clase política, de la que es miembro el señor Meade Kuribreña, pero los mexicanos, los prietos, seguimos siendo pobres, muy pobres, paupérrimos y estamos atados a las pesadas cargas del cobrador de impuestos, encadenados a pésimos servicios, a transportes de pueblo globero, a servicios médicos ineficientes e ineficaces y más infortunios como una educación que sólo crea monstruos porque el presupuesto no alcanza para educar en la libertad a los educadores y a los funcionarios sólo les interesa hablar con demagogia.
Dos Méxicos irreconciliables, diametralmente opuestos. El del Conejo. El de Meade, que habla de que México está en Jauja. Y el de Alicia que no encuentra la salida de la caverna en donde está atrapada, los analistas y opositores.
Pero no es necesario ser opositor, este escribidor no es opositor, no es asunto personal, no pertenece a ningún partido, ni a ningún movimiento. Es un simple reportero que observa, que analiza, y que concluye que México está perdido con esta política económica neolberal implementada por los opusdeistas que nos gobiernan. Y que cuando presupuestan el gasto para que el país mejore, para que los mexicanos vivan mejor, para que se acabe la inseguridad pública, para que los señores del narcotráfico desaparezcan y sean condenados a cadena perpetua, y que ya no haya pederastas y pedófilos, asesinos de mujeres y de niñas, violadores, y políticos ladrones. Estoy pidiendo peras al olmo, ya lo sé, pero por lo menos no recortar el presupuesto en los rubros más endebles como los servicios educativos, los servicios de salud, los apoyos para ayudar a que los pobres por lo menos sean menos pobres etcétera.
La comparecencia de Meade Kuribreña, como siempre ocurre cuando viene un alto funcionario a comparecer ante los diputados, fue (está siendo porque este análisis se escribe a las 15:40 horas y la comparecencia va pa’largo) deviene en un diálogo de sordos, en una gran simulación de democracia. En un acto de propaganda que es aprovechada por los periodistas a modo para llenar de informaciones mentirosas las ondas radiales de la radio y la televisión, porque la mayoría de los periodistas no goza de libertad de expresión y de prensa y la verdad se queda en su memoria y ahí se muere por razones de salud mental.
Y qué más se puede decir de las mentiras del señor Meade. Nada. Ustedes, amigos, son testigos de que, en este México de prietitos, los gobernantes se burlan de la gente, porque están seguros de que es idiota, que con una chupada de dedo con atole se queda feliz y contenta.
Debería de seguir escribiendo esta casi crónica parlamentaria, pero nadie me la va a leer porque les da flojera. Sólo les gustan las imágenes bonitas o las frases clásicas, muchas veces atribuidas a personajes de la historia que nunca las pronunciaron. Sigue la comparecencia, pero no hay ni habrá en el tiempo que dure nada nuevo, nada real, nada verdadero. Y alguien podrá acusarme de pesimista. Pero sólo les estoy diciendo la verdad. Lo que ví y escuché desde detrás del corralito, lugar donde confinan a los reporteros para que no anden jodiendo a los diputados en los pasillos del salón de sesiones.
Gracias por leerme.
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