A raíz de los últimos acontecimientos electorales en el Imperio –sumamente preocupantes para la economía familiar por el encarecimiento, la inflación y la especulación en los precios de consumo básico que producirá el aprovechamiento de los empresaurios, montados en un dólar más caro, aprovechando el escenario devastado previamente por la tolucopachucracia–, los hombres fuertes del país se dedican a un truculento juego que no tiene pies ni cabeza.
Hambreadores y depredadores natos, consumidos por la obsesión de sumarse a la punta de la estampida de la corrupción generalizada, expertos en la loca carrera por la reetiquetación de consumibles, los empresarios nacionales, testaferros del extranjero y chiquiados por un sistemita obtuso y permanentemente ajeno a sus responsabilidades esenciales, juegan a la gallinita ciega de la política.
El abandono de la inversión en áreas estratégicas y en sectores que necesariamente provocarían la multiplicación de empleos, y que definitivamente no es lo suyo, siempre reptaran en los servicios, en todas aquellas actividades que no implican algún riesgo y producen utilidades inmediatas, sin alguna repercusión social.
Como nadie se ocupa de direccionar la economía, como nadie tiene la autoridad moral para frenar la especulación, actúan como burros sin mecate, siempre a la caza de la compra de cadenas comerciales –en la que Peña Nieto lleva una delantera galáctica–, ventas de segunda mano, cines comerciales, restaurantes, deshuesaderos, casas de cambio, lavaderos de dólares y toda clase de actividades propias de franeleros, no de inversionistas.
Cadenas de aboneros, con policías privadas a su servicio
Así han acumulado inmensas fortunas que han convertido a la clase empresarial en una especie de aristocracia pacotillera, a contrapelo de la famosa aristocracia pulquera del porfiriato, donde los grandes terratenientes del Altiplano mexicano siquiera tenían la excusa de robar y reprimir, pero empleando a sus infelices subordinados a gran escala.
No. Los de ahora están en la quincalla, en los ángulos más feroces de la trapacería mercachifle. Forman entre ellos cadenas de buhoneros y aboneros, con policías privadas a su servicio y hasta el control de las policías cibernéticas, ministeriales e institucionales del gobiernito… todo a su servicio, para que nadie se vaya sin pagar los escandalosos precios.
A eso se dedican, mientras el sistemita no los ofenda con el ofrecimiento de alguna concesión telefónica, televisiva, radiofónica, de proveeduría eterna de sus consumos de bienes innecesarios y fastuosos. Agarran de todo, al fin y al cabo, nadie da seguimiento ni al control de calidad, ni a los precios inflados. Son coyotes de la misma loma, cómplices inseparables en toda truculencia.
Carlos Slim es el dueño de nuestra oreja y nuestra lengua
Como el mal ejemplo cunde, todos se han dado cuenta que de esa manera se amasó una de las dos o tres fortunas más grandes del planeta. El emporio falaz de las telecomunicaciones da para eso y para más. Carlos Slim es el dueño de nuestra oreja y nuestra lengua, el inquisidor de los WhatsApp, de las conversaciones, de los mensajes y de todos los correos.
Para colmo, inquisidor y subastador de la desgracia delincuencial. A través de sus recomendados, los jefazos de las policías anti narcotráfico: Genaro García Luna, Manelich Castilla, Renato Sales, Miguel Ángel Oso…rio Chong, Enrique Galindo Ceballos, Facundo Rosas, Enrique Pequeño y los que se acumulen, ofrece a los descastados inhumanos el control de municipios y regiones enteras, subastándoles las plazas desde donde se opera el manejo, el resguardo y la inmunidad del trasiego.
Uno de los negocios más productivos del rancho grande, sin lugar a dudas. Produce miles de millones de dólares, sin arrancarse un pelo. Así se han sellado los poderosos vínculos entre quincalleros, fruncionarios y delincuentes que tienen al país en un grito. Es la clave de la más absoluta impunidad de que se tenga memoria.
La fórmula ideal para continuar amasando fortunas multimillonarias… en dólares. Juegan con la tranquilidad, la seguridad, la integridad y la dignidad de la Nación. Delincuentes en grado de lesa humanidad y de lesa patria. La que, según ellos, debe estarle agradecida, por su visión nacionalista y espíritu empresarial.
Empresaurios creen llegado el momento de ensayar con el país
Con ese talento que nunca les ha caracterizado, a la caza de cualquier oportunidad y desgracia colectiva, no conformes con haber saqueado el bolsillo de los consumidores nacionales, hasta ubicar al sector servicios en la punta de una pirámide esquizofrénica, por encima de los sectores agropecuario e industrial, los grandes emprendedores arriban por derecho propio, según ellos, al juego sucesorio.
Cero inversiones sociales. Cero aportaciones a la tasa de empleo productivo. Pero eso sí, grandes ambiciones, correspondientes a su olfato nunca saciado de elucubración, fuga de capitales y sobreprecios en todos los productos que ofrecen, en mala hora.
Pontificando entre ellos, que la campaña de Trump, a contrapelo de franquicias electorales y de pronunciamientos ortodoxos sobre la política, ha marcado la línea, creen llegado el momento de ensayar con el país, postulando a algún miembro de lo que llaman sociedad civil, independiente de partidos políticos, para que represente sus intereses en el próximo 2018.
De las primeras reuniones, celebradas con el sigilo y el santo y seña que la ocasión amerita, han llegado a la conclusión de empezar experimentando su lanzada con dos nombres que ni mandados a hacer para el talento y la imaginación enfebrecida de estos capitostes.
El Ejecutivo federal para Las Chivas o el Pachuca FC
Los dos supuestos afortunados son: Jorge Vergara, dueño de Las Chivas de Guadalajara, y Jesús Martínez, propietario del club de futbol Pachuca. Son los próceres que, de acuerdo a la absurda imaginación y el escaso talento de los “hombres fuertes” del país, llenan las botas de cualquier otro candidato habido y por haber.
Sin parar en mientes sobre lo absurdo de la propuesta, han empezado a filtrar esos nombres entre sus grandes y medianos electores. Hasta donde tope. Puede que al cabo de dos o tres días resulten fuegos fatuos, pero al menos serán los buscapiés indicados para abrir el camino de otros perfiles de la misma estofa.
Creo que hasta el momento no se han encontrado con una alma piadosa que les haga ver su despropósito, su falta de conocimiento del paño, su estulta manera de ofrecer el oro y el moro a quién los abandere. El hecho es que ya están en pie de guerra, buscando y auscultando entre su grey, al Donald Trump chichimeca.
Extrapolan fantasías e inventan cabrones
Tanto Vergara como Martínez pertenecen a diversas generaciones del esfuerzo. Es casi increíble que, dado su olfato para medir los costos y beneficios de una empresa, cualquiera que ésta sea, vayan a irse con tamaño trapo. Si eso sucediera, y aceptaran en principio el ofrecimiento, estarían a punto de ingresar, ellos y sus patrocinadores, a la casa de la risa.
En eso de extrapolar fantasías e inventar cabrones, no hay quién les gane. Cualquier cosa puede suceder. Por lo pronto, sería conveniente que los grandes capitalistas mercenarios, empezando por Carlos Slim, dejaran de apostarle por igual a todos los caballos de las cuadras políticas, y adoptaran una posición seria ante la sucesión presidencial que se avecina, afortunadamente muy pronto.
Jugar todas las cartas desconcierta. Si la política mexicana, con los reptilianos toluquitas al frente, causa todo tipo de indignaciones y lástimas, en el interior y en el extranjero, va siendo tiempo que dejen de jugar al juego que todos juegan y vayan en serio por la mejor opción.
Dicen que su dinero es sólo de ellos. Pero el destino es de todos
Ellos son los principales causantes de que al interior de los partidos se encuentren desgarrados y fraccionados. Reparten cuantiosas maleta$ tanto al giro como al colorado, en espera de que alguno pegue. Cuando echan reversa, han enconado los ánimos, en función de la permanencia de sus triquiñuelas.
Dicen que su dinero es sólo de ellos. ¡Ah, bueno! Pero el destino es de todos. Y no podemos ver otra vez el espectáculo peñanietista de ser bordado a mano por Televisa, a contrapelo de los 120 millones del respetable.
Cierto que el país está “de la patada”. Pero pensar en dos de los propietarios de clubes en el bisne de espectáculo del balompié, como que es demasiado.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: A propósito de los pasaportes falsos de Javier Duarte y esposa encontrados en Tapachula entre las pertenencias de oscuro personaje, pariente de ella –quién, por cierto, sospechosa y rápidamente ya fue puesto en libertad–, ¿dónde queda la “autoridad” que los expide, o sea, la SRE? ¿Así de fácil? ¿De veras? A cualquier infeliz ciudadano le solicitan hasta el acta de nacimiento de Moctezuma y la de defunción de Cuauhtémoc para que le expidan el documento, pero a ellos… ¿Otra más de las complicidades y tropelías de Claudia Ruiz Massieu y –no se olvide, también es—Salinas de Gortari? ¿Algún símil con los pasaportes falsos de su tío Raúl? ¿Mismo modus operandi? Pareciera que la cancillera (sic) debe cuidar a Javier Duarte a como dé lugar, tras haber sido socio en varios “bisnes” y conspicuo aportante de miles de millones de pesos a la campaña de quien es hoy su pareja sentimental. + + + Y don Alfredo Álvarez Barrón escribe al respecto: “El desfalco de 182 mil 895 millones de pesos durante la gestión del ex gobernador príista Javier Duarte tiene paralizado al Estado de Veracruz…”, lo que sirve a El Poeta del Nopal para obsequiarnos uno de sus sabrosos epigramas: “Siguiendo la tradición / se llevó hasta los jarrones / y reeditó a trompicones / la Ley Anticorrupción; / lo persigue, a discreción, / algún fiscal alcahuete / y antes de que el hambre apriete / razona mi primo hermano: / ¡joder, se le fue la mano! / ¡qué destino tan ojete!”.
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