* Aparece el ejército de opinadores que solicitan que Luis Videgaray Caso sea considerado tan héroe como Gonzalo Rivas, mientras otros escriben -sin conocer el significado de su propio dicho- que el presidente de México es un “visionario”, a los que el propio EPN debiera responder, con absoluta claridad: “No me ayudes, compadre”
Gregorio Ortega Molina
Esforzarse en rescatar la imagen de EPN en el supuesto “desacierto-acierto” de la invitación a Donald Trump, es torpe y temerario, porque la secuencia de hechos, verificables, está escrita.
Claudia Ruiz Massieu Salinas propone modificación sustancial a la política exterior mexicana, durante una de sus comparecencias en el Senado. Quiere dar por concluida la Doctrina Estrada, inservible -según ella- en un mundo globalizado. Adiós a la no intervención.
Advierte la versión oficial que Donald Trump llegó a Los Pinos a invitación de EPN, quien fue convencido para hacerlo por su Demonio de Sócrates, Luis Videgaray.
El mundo mediático, el político y el real se les cae encima.
Se filtra que Claudia Ruiz Massieu, quien estaba de viaje oficial en Estados Unidos, ni enterada estaba del curso de las invitaciones, la visita y sus consecuencias.
Se hace público el esfuerzo diplomático mexicano para igualar a los dos candidatos, pero también es notorio el rechazo de Hillary Clinton para decir sí a la invitación de EPN.
El presidente constitucional de México reconoce precipitación en su proceder con Donald Trump, se hace más clara la participación y responsabilidad de Luis Videgaray Caso en el desaguisado, y el secretario de Hacienda y Crédito Público renuncia.
Unos días antes del martes 8 de noviembre, Claudia Ruiz Massieu, en su comparecencia en el Senado, hace exclusivamente suya la responsabilidad de la invitación a Donald Trump, y su visita.
Resulta que, contra toda encuesta y otro tipo de pronósticos, el Partido Republicano vence al Demócrata.
Aparece el ejército de opinadores que solicitan que Luis Videgaray Caso sea considerado tan héroe como Gonzalo Rivas, mientras otros escriben -sin conocer el significado de su propio dicho- que el presidente de México es un “visionario”, a los que el propio EPN debiera responder, con absoluta claridad: “No me ayudes, compadre”.
Sugiero acudan al tumba burros y busquen el adjetivo por ellos elegido para defender al presidente EPN, constatarán que lo hunden más, pues ahora aseveran que ve “visiones”, “lo sobrenatural”. En fin, que se precipitan por recibir una palmadita en la espalda, o su óbolo, según el caso, y en lugar de ayudar perjudican.
Para la Presidencia de la República debiera ser momento de reflexión en silencio, como en los ejercicios espirituales, para buscar las decisiones acertadas, y no perjudicarse más a ellos mismos.