* En Estados Unidos evolucionaron de manera impresionante en muchos aspectos, pero con un único objetivo: controlar al mundo por el dinero, no por la razón, y eso, considero, podemos calificarlo de involución, porque quien no comparte lo que posee en conocimientos y cultura, termina por quedarse sin interlocutores y, como Polifemo, cuando les pregunten quién los encegueció, siempre responderán: “Nadie”
Gregorio Ortega Molina
Debe quitarse de la cabeza de los políticos de esta atemorizada nación, que México es el principal problema de Donald Trump; quizá una piedra en el zapato o, como dicen allá, “a pain in the as”, pero nada más.
Por el momento dilemas graves distraen su atención. Para gobernar deberá resolver, en primer término, las causas de la disfuncionalidad de su carácter y determinar, de una vez y para siempre, el perfil de su administración: ¿la razón o el dinero?
Tal y como él impuso las reglas de la confrontación política con Hillary Clinton, debió desordenar la casa para ganar, y ofrecer lo que no podrá conceder sino a cambio de abiertas contiendas económicas y bélicas para revertir los senderos trazados por la globalización.
Desde que en la Casa Blanca compraron El Consenso de Washington como línea de sus relaciones con el mundo, amplios sectores estadounidenses debieron asumir el costo al sacrificar empleos y bienestar. ¿Pueden pagar en Estados Unidos los salarios que sus empresas destinan a la manufactura de productos con patente estadounidense, pero con fabricación y mano de obra turca, filipina, china o mexicana?
¿Serán capaces de ponerse de rodillas para cultivar y cosechar, de ensuciarse las manos en los baños públicos, de asolearse limpiando jardines ajenos, de limpiar los culos de sus propios hijos y evitar que se conviertan en consumidores de drogas duras o recreativas? ¿Serán capaces de regresar a lo básico, como lo predicaron los padres fundadores y refrendaron durante la Guerra Civil?
El problema para los estadounidenses en general, para sus gobernantes en particular, es que dejaron de ser una sociedad de trabajo y respeto a la libertad, porque decidieron cambiar el bienestar por el ocio, y para ello es necesario crear enormes masas monetarias, por la fuerza, por la especulación y por el control del conocimiento científico y técnico; pareciera que decidieron dejar atrás la cultura, esa edificación Occidental denominada cultura judeo-cristiana, que los convierte en el preciado objetivo de los terroristas islámicos, precisamente porque pervirtieron los usos y costumbres determinados por los padres fundadores.
Naturalmente las sociedades no son estáticas: evolucionan, lo mismo que involucionan. Creo que en Estados Unidos evolucionaron de manera impresionante en muchos aspectos, pero con un único objetivo: controlar al mundo por el dinero, no por la razón, y eso, considero, podemos calificarlo de involución, porque quien no comparte lo que posee en conocimientos y cultura, termina por quedarse sin interlocutores y, como Polifemo, cuando le pregunten quién los encegueció, siempre responderán: “Nadie”.
Es el triunfo del dinero sobre la razón.