* La corrupción es “Templo de la Perdición” de los problemas nacionales. La única manera de combatirla y despojarla de impunidad es con la reforma del Estado, pero a ninguno de los que aparecen en las listas de precandidatos parece caerles el veinte
Gregorio Ortega Molina
¿Cómo empezar a resolver los problemas de México? Sólo hay una manera, y ésta incidirá en la elección de los candidatos, primero, y después de quien resulte presidente constitucional de los mexicanos: presentar una propuesta viable para acotar la corrupción a su mínima expresión.
Parece una minucia, una tontería, nada, pero si evalúan bien la dimensión del problema, podrán considerar que al disminuir la corrupción también lo harán la delincuencia organizada y sus diversas dañinas manifestaciones: violencia, trata, narcotráfico, extorsión, secuestro, etcétera, porque no habrá manera de aceitar las manos de las policías y otras diversas autoridades que se hacen de la vista gorda.
Con la corrupción acotada, se cierra la puerta a la piñata de los altos funcionarios de los tres poderes, al endeudamiento estúpido de las entidades federativas por parte de los gobernadores, que se embolsan mucho e invierten poco en el desarrollo social de sus gobernados.
También dejarán de existir mexicanos traidores a la patria como José Andrés de Oteyza, o aquellos que llevan sus fortunas mal habidas a los paraísos fiscales, o pueden darse el lujo de regalar mansiones y casas de descanso a sus “amigos” funcionarios públicos.
Al acabarse la corrupción administrativa podrá funcionar la transparencia y, con toda certeza, resultará que el gasto programado alcanza, y no habrá necesidad de hacer transferencias o pasar, a la chita callando, unas partidas destinadas a gasto social a otros menesteres que nada tienen que ver con el gobierno para los ciudadanos.
Claro que el riesgo de militarización desaparece, o si para cuando aparezca este texto en el Congreso ya hicieron de las suyas, y reformaron el 29 constitucional al gusto del cliente, pues podrá contrarreformarse, porque la experiencia indica que cuando la tropa prueba las mieles del poder de la calle, se engolosina, como lo hicieron en Chile, Argentina, El Salvador, Brasil…
La corrupción es “Templo de la Perdición” de los problemas nacionales. La única manera de combatirla y despojarla de impunidad es con la reforma del Estado, pero a ninguno de los que aparecen en las listas de precandidatos parece caerles el veinte, pues la honestidad valiente no perfila, en ella misma, un combate abierto y legal contra la corrupción, sin perdones ni amnistías, con escarnio incluido para que quienes se llevan el dinero del pueblo, no puedan ser aceptados en ningún lado, como le sucedió a Baby Doc.
Pero nada sucederá, porque el dinero sustituye cualquier otro valor, y en este contexto la decadencia de millones y millones de mexicanos se pronunciará, para que unos cuantos vivan en la opulencia, como Constancio Carrasco Daza, quien por su “expertise” lleva inserto en el presupuesto del Poder Judicial de la Federación, al menos 12 años, en diferentes encargos.
Del Demonio de Sócrates: Nunca nadie tuvo tan mínima aceptación por los gobernados, como EPN. ¡Vaya!, ni El Innombrable recibió tanto escarnio durante su vida política, porque la institución presidencial aún tenía un significado en el imaginario colectivo. Es momento de preguntarse cómo van a gobernar durante el próximo sexenio, y hasta dónde propiciarán la desfiguración de la patria, de esa idea de nación creada por los mitos fundacionales que hoy tanto desprecian. Se instalaron en el gobierno del Twitter.
www.gregorioortega.blog