* Hoy el Revolucionario Institucional es un cascarón usado para dar lustre político y prestigio a esos mirreyes que iniciaron la desestructuración del partido, precisamente amparados en un proyecto de <<renovación moral>> que operó en sentido contrario a su propuesta
Gregorio Ortega Molina
El vaciamiento ideológico del PRI no fue un hecho aislado ni fortuito. Para asegurar el corrimiento en los factores de poder, iniciaron, con rudeza innecesaria, la sustitución de los políticos por los tecnócratas y éstos, a su vez, procedieron al desmantelamiento de los estatutos y principios, de la ética y la moral de la que debió ser la institución que garantizara la consolidación del proyecto político emanado de la Revolución y “su” Constitución.
Hoy el Revolucionario Institucional es un cascarón usado para dar lustre político y prestigio a esos mirreyes que iniciaron la desestructuración del partido, precisamente amparados en un proyecto de <<renovación moral>> que operó en sentido contrario a su propuesta. Fue durante ese sexenio que se profundizó la corrupción en sus diferentes facetas, y se garantizó la impunidad -recuerden la entrevista de la Aristegui a MMH- como garantía de permanencia de un sistema político que había elaborado un proyecto de nación cuyo desmantelamiento era urgente iniciar, para dar satisfacción a las necesidades que sobre México se habían cultivado en EEUU y Europa.
Comprendieron, pronto, que para el éxito de lo nuevo era necesario ampararse en las siglas de un partido cuya vigencia ideológica ya resultaba un estorbo, pero cuyo prestigio como modelo de operación política y pax priista eran garantía para que los mexicanos formados bajo el ideario de la Revolución continuaran en el ensueño de que ese proyecto era posible, cuando ya la nueva cúpula de la administración pública lo había mandado al cajón de los trebejos. Continuó siendo útil en el discurso, pero en la praxis de la construcción del “México nuevo”, desapareció.
Quienes conceptuaron e implementaron la simulación de la permanencia del PRI como una mayoría política, han sido lo suficientemente hábiles para que los verdaderamente militantes, los priistas de hueso colorado, les avalaran el cuento con trabajo político, votos y opinión, hasta que el agotamiento empezó a manifestarse.
Si se hace una revisión exhaustiva de las cifras de la elecciones de 2012, 2015 y las últimas del cuatro de junio, podría constatarse que el PRI pierde sufragios, pero conserva la habilidad política y el enlace o compromiso con el poder económico, para mantener su imagen de partido ganador y conservar el Poder Ejecutivo, desde una minoría arropada por alianzas que le dan los votos suficientes para permanecer.
Pronto será comprobable su habilidad, pues tal como están los asuntos de la República y las ausencias de la nación, conservará el poder presidencial como reinicio a una palinodia de larga duración, pero irreversible.
PS.- Preocupa que Manlio Fabio Beltrones Rivera declarara a Reforma su intención de buscar ser presidente de México amparado en las siglas del PRI. El político sonorense merece mejores oportunidades y un mayor destino, porque ese partido es irrecuperable para la reforma del Estado..
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