Por Aurelio Contreras Moreno
Azoro es lo menos que provoca la conducta de un régimen político que accedió al poder en Veracruz enarbolando la bandera de un cambio, pero que en los hechos reproduce las mismas prácticas que prometió combatir, e incluso, las ha llevado a otro nivel.
Si algo se merece los calificativos de ruin y miserable, es el lucro político con la desgracia humana, materia común de los gobiernos priistas a lo largo de los años que les permitió controlar electoralmente a la población con mayores condiciones de marginación y necesidad.
Pero los gobiernos de origen partidario diferente al priista no cantan mal las rancheras ni basan en la honestidad sus prácticas a la hora de hacer frente a contingencias naturales.
Para muestra, este fin de semana en las ciudades de Coatzacoalcos y Minatitlán se repartieron despensas supuestamente “en apoyo a la población civil afectada” –no sabemos si por el sismo del jueves, las lluvias del huracán “Katia” o afectada por qué o quién- trasladadas en vehículos –algunos de carga pesada- que mostraban muy vistosas lonas rotuladas con el nombre de una asociación civil denominada “YUNETE AC”, en abierta referencia al apellido del actual gobernador del estado, Miguel Ángel Yunes Linares, diseñadas con la misma tipografía y colores que utilizó en su propaganda electoral durante la campaña del año pasado.
La jugada podría haber pasado desapercibida de no ser porque fotografías de la entrega de las despensas llegaron a las redes sociales, donde se expresó una condena unánime a esta bajeza, que además podría catalogarse sin mucho problema como delito electoral.
Como la información llegó a los medios de comunicación, el gobernador Yunes Linares salió a deslindarse de los hechos. “No soy un farsante, jamás me van a ver con una despensa en la mano, ni descalzo, ni haciendo este tipo de shows que no contribuyen de ninguna manera a resolver los problemas y que sí contribuyen a faltarle el respeto a los ciudadanos”, afirmó el mandatario, en alusión a un antecesor suyo al que le encantaba ir personalmente al “rescate” de los veracruzanos en desgracia.
Yunes Linares agregó que “ni lo ordené yo, ni estuve enterado y repruebo que se utilice cualquier elemento distintivo de alguna actividad política para ayudar a las personas que lo requieren”.
Concediéndole al gobernador que no lo hubiera ordenado –al menos directamente-, lo que resulta inverosímil es que no estuviera enterado de lo que hacía su principal operador en la zona de Coatzacoalcos, Rafael Jesús Abreu Ponce, coordinador de “YUNETE AC” y quien además es funcionario público, pues despacha como director de la Comisión de Aguas del Estado de Veracruz en aquella ciudad del sur de la entidad.
El propio Abreu Ponce admitió, a través de sus redes sociales, haber organizado el reparto de despensas, asegurando –ni modo que dijera otra cosa- que las pagaron de su bolsa, que no se usaron vehículos propiedad del gobierno –lo cual habría que verificar-, y que su asociación no tiene vinculación alguna con la familia Yunes. Que el nombre del organismo sea un juego de palabras a partir de ese apellido, seguro es una mera “coincidencia”.
El cambio prometido en los usos y costumbres para gobernar Veracruz naufragó en el proceloso mar de la miseria política que ahoga al estado, un damnificado permanente de sus pésimos gobernantes.
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