* La corrupción con su impunidad modifica, totalmente, la manera en que se ejerce hoy el presidencialismo; abre las puertas a diversas maneras en que la sociedad quiera modificar las condiciones de esa opresión significada en el robo descarado del patrimonio de los mexicanos, o de las elecciones
Gregorio Ortega Molina
Suponer que los poderes terrenales son absolutos, equivale a partir de un error para ejercerlo y comprenderlo. Siempre tiene fecha de caducidad, distintos orígenes, diversas consecuencias. Nada hay que garantice su permanencia, ni evite su abrupto fin o tersa sucesión.
No se hereda desde que las monarquías desaparecieron; las que sobreviven carecen de autoridad moral sobre el Estado, y además tienen el prestigio abollado, aunque en algunos caso su papel casi decorativo se convierte en un linimento para la población, para hacer vigente la idea de que todo sigue igual, como antes, lo que no es sino una figuración.
Me azora que algunos experimentados analistas políticos o periodistas, afirmen que EPN tiene el poder suficiente para imponer hombre y nombre -obvio no piensa en mujer- para sucederlo, sin siquiera detenerse a considerar en la distancia que media entre quienes gobernaron con una “presidencia imperial”, y los que hoy tienen que arreglárselas con lo que hay, pues al deshacerse el Estado de sus activos, que fueron propiedad de la nación, los presidentes se dispararon a los pies, pues mutilaron su poder económico y político. Ya no pueden ser munificentes sino a costa del erario.
Creo que EPN procederá a ungir al que pueda, porque las condiciones sociales, políticas, económicas, limitan los espacios para crear una candidatura e imponer una herencia.
Uno de los diálogos de La neblina del ayer pudiera contribuir a la comprensión de lo que realmente ocurre en México. Escribe Leonardo Padura:
-¿Tú piensas entonces que perdimos el tiempo y que no hay solución?
-Perdieron el tiempo y media vida, pero hay solución, Conde: la que tú te busques para ti mismo, para la gente que está contigo, tu familia, tus amigos. Y esto no es egoísmo…
-A ti lo que te pasa es que como fuiste policía te creíste eso de que la justicia es verdad. Pero si la gente no hace bisnes y si no mete la mano, ¿cómo vive? Por eso aquí roba hasta Dios… Y algunos, bueno, tú lo sabes, roban en condiciones.
La corrupción con su impunidad modifica, totalmente, la manera en que se ejerce hoy el presidencialismo; abre las puertas a diversas maneras en que la sociedad quiera modificar las condiciones de esa opresión significada en el robo descarado del patrimonio de los mexicanos, de las elecciones.
¡Aguas!, insistir puede conducir a la escala ascendente de la represión, y transitar de la Presidencia Imperial y la Dictadura Perfecta, al absurdo totalitarismo de El gran dictador, en evocación de Chaplin.
Gamboa Patrón vs Gamboa Patrón
Emilio Gamboa Patrón fue un buen operador político, hasta que dejó de serlo. Favoreció a sus leales y guardó lealtad. Durante seis años tomó un curso intensivo sobre los distintos modos de hacer política, cuando ofició como secretario particular del presidente Miguel de la Madrid, que debió ser hábil, pues le comió el mandado a José López Portillo e hizo que éste lo encumbrara a más no poder.
Hace 35 años que Gamboa Patrón gravita en la órbita de ese poder absoluto que fue la Presidencia de la República. Su actividad ha incidido en la manera en que orbitan los satélites de la institución presidencial. Modifica trayectorias, o ha contribuido a alejarlos de ese primer círculo del poder, incluso a expulsarlos del Edén.
Pero la fuerza mengua y la desconfianza aparece como semilla de insidia, como posibilidad de rechazo, con agradecimiento, sí, pero también como una manera especial de decir adiós.
No haber alumbrado a Raúl Cervantes como fiscal automático, y requerir de la ayuda del presidente de México para solucionar el problema, es un síntoma.
El tema Santiago Nieto es el segundo aviso. Si fuese verdad que el procurador de la República interino procedió de manera correcta en lo administrativo, lo legal y lo político, el Senado no debió darle entrada al caso. Debió ignorarlo.
Reventar la sesión del Senado nada resuelve, incluso si el impasse se soluciona con tiempo, porque coloca a la Presidencia de la República en situación de perder-perder.
La manera en que Emilio Gamboa Patrón contribuya a conjurar o a avivar el riesgo Santiago Nieto, incidirá en las elecciones de 2018 más que el saldo de los sismos, más que la corrupción, porque pondrá en entredicho la legalidad y la legitimidad del actual gobierno.
No lo deseo, pero ¿cómo evitarlo? Ni con Emilio Lozoya Austin en chirona.
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