NUEVA YORK, 3 de mayo (AlmomentoMX).- Hace diez años el periodista Gustavo Sánchez tomó una cámara doméstica y se dirigió a Nueva York con el objetivo de plasmar la escena underground de la megaurbe estadounidense. Desde entonces, casi religiosamente una vez al año, volvía a la ciudad unas semanas para acrecentar su material. Pero hubo un momento en el que cuatro personas, Amanda Lepore, Chloe Dzubilo, Sophia Lamar y T De Long, se cruzaron en su camino y le hicieron replantearse todo lo rodado previamente.
Así nació ‘I Hate New York’, un documental de una sinceridad aplastante y de obligada visión que cuenta en primera persona las vivencias de cuatro supervivientes transgénero cuyos testimonios deberían remover las conciencias del espectador, señala el portal JNSP.
El debut ante las cámaras de Sánchez se estrenó mundialmente en el Festival de Cine de Málaga, pero este 4 de mayo podrá verse en el D’A Film Festival de Barcelona antes de que emprenda su recorrido por festivales y salas. Nos hemos sentado con su director para que nos desvele con qué nos vamos a encontrar en este canto cinematográfico a la libertad.
Hace pocas semanas volviste de Nueva York. En la última década, el tiempo que ha durado la gestación del documental, has viajado hasta en una docena de ocasiones a la ciudad. ¿Con qué Nueva York te has encontrado ahora?
Nueva York es una ciudad mutante. Las zonas en las que más me he movido, como Brooklyn, el East Village o el Lower East Side, han sufrido muchos cambios y están sumidas en un proceso de gentrificación absoluto desde hace años. Es un continuo cambio. Allá todo va al doble de velocidad. Hay espacios que filmé en su día y que ya no existen como el The Cock, que ahora está cinco manzanas más arriba del original que se ve en el documental porque lo han convertido en una pizzería.
El concepto es un poco ‘Boyhood’, pero imagino que la película de Richard Linklater no ha sido precisamente un referente para ti.
El movimiento Dogma y su manifiesto me inspiraron enormemente en su día. Ante todo, tenía la necesidad de explicar historias, pero inicialmente no disponía de los recursos ni del apoyo de una productora y por eso me fui a Nueva York buscando cuáles eran los límites del underground después del shock del 11-S. Al ir con una simple cámara doméstica de 800 euros y con mínimos recursos pude tener acceso a la intimidad de una serie de personas que de otra manera hubiese sido mucho más complicado. Asimismo, también me inspiró muchísimo el Nuevo Periodismo de Truman Capote, en el sentido de que quería contar historias que respondieran a hechos reales pero que, en determinados momentos, aparentasen ser ficcionales; trabajar sobre una base de no ficción para, mediante un montaje trabajado, poder narrar de un modo sorprendente e inspirador, pero sin tergiversar ni dulcificar ni un ápice la cruda realidad.
La idea inicial que tenías para el documental mutó completamente con los años. ¿De qué punto partiste?
Mi idea era capturar la escena underground de la ciudad. Y me gustaría recalcar que no partía de ningún guión en realidad, sino de un impulso en apariencia irracional. Empecé a hablar con cineastas, filósofos, strippers, periodistas, músicos, galeristas, traficantes… gente de todo tipo. No obstante, me di cuenta después de que es imposible capturar con una cámara el underground, todo aquello que subyace a la cultura predominante y comercial, porque es como un fantasma al que nunca podrás retratar.
‘I Hate New York’ finalmente cuenta las historias de cuatro personas transgénero como principal eje. ¿Quién de ellas fue la que te hizo desechar el material primigenio para reenfocar el documental tal como ahora se podrá ver?
Es cierto que he puesto el foco en cuatro historias personales muy duras que son las que finalmente me han inspirado, pero hay mucho material primigenio de todos estos años. Eso permanece. La primera persona con la que tuve contacto fue T De Long, a quien conocí durante su actuación en La Paloma de Barcelona a principios de los 2000’s. Me impactó enormemente su forma de ser y su discurso musical, tan caótico y político a la vez. Era pura vida y puro activismo sobre el escenario. Vi muy claramente que era alguien muy especial que únicamente se guiaba por su instinto, no por lo que los demás le aconsejaran.
En el lado opuesto está Amanda Lepore, otra de las protagonistas de la cinta.
Para mí el hedonismo que ella predica también es una forma de activismo. Ser tú misma y defender de una forma entregada tu voluntad de divertirte y disfrutar me llega más que aquellos artistas torturados que todos conocemos. El hedonismo me parece mucho más inspirador. Amanda es el perfecto ejemplo de una persona que desde bien pequeña sabía cómo quería ser y que con los años se ha hecho a sí misma. Pienso que vive en una burbuja totalmente feliz. Todos tenemos nuestras cosas, pero ella por el mero hecho de ser quién es y de ir por libre rompe muchos estereotipos. No le veo para nada frívola, sino alguien honesta y absolutamente consecuente consigo misma.
“Para mí lo importante no es el drama, sino los mensajes, el legado que dejan sus protagonistas y su activismo”
Me gusta mucho que en el documental se muestra todo con muchísima naturalidad. Y es más, no vamos a desvelar spoilers, pero al final de la cinta hay un giro que en ningún momento busca la lágrima fácil.
Sin duda. Para mí lo importante no es el drama, sino los mensajes, el legado que dejan sus protagonistas y su activismo. Este ha sido un viaje experiencial para mí. Para mí, sus historias reflejan lo que es verdaderamente el underground. En definitiva, modelos de vida no convencionales. El haber estado tantos años trabajando en este proyecto es algo opuesto a la inmediatez de Instagram o los reportajes superficiales de televisión o Internet que tanto abundan en los tiempos actuales. Si te fijas en ningún momento aparezco ante la cámara, porque quiero que el espectador viva la experiencia igual que yo la viví mientras la filmaba.
No quiero ni imaginarme las horas de grabación con las que contabas…
Tras volver de uno de los viajes que hice a la ciudad hace unos años me di cuenta de que había filmado cosas con muchísima intensidad y no sabía muy bien qué hacer con todo ese material. En total ha habido como 150 horas grabadas, así que imagínate. Tenía las cintas guardadas en varias cajas de zapatos y poco a poco fui transcribiéndolas y descubriendo o redescubriendo qué contenían. De ahí, junto a Lucía Etxebarría, que tuvo la paciencia de ver un pre-montaje de cuatro horas, empezamos a hilar las historias grabadas. El posterior papel de los montadores, Jaume Martí y Gerard L. Oriach, fue esencial también.
¿Qué te fascinó de las cuatro protagonistas del documental?
Su ímpetu, su creatividad, su capacidad para sobrevivir en un terreno hostil como Nueva York y su valentía para ser lo que quieren ser contra todos los elementos.
¿Tienen motivos para odiar Nueva York?
En realidad no. Nueva York es una ciudad con una energía muy difícil de reproducir. Es un lugar de extremos, pero en definitiva su lugar.
La aparente enemistad entre Amanda Lepore y Sophia Lamar da para otro documental.
En Nueva York se habla mucho sobre el tema, pero yo no ejerzo de comentarista del corazón. Procuro ser muy respetuoso y dejo que sean ellas las que expliquen lo que quieran explicar. Cuentan lo que quieren contar y no hurgo en la llaga.
“T De Long disecciona su relación con una de las protagonistas de una forma muy inspiradora”
Todo lo contrario de T De Long, que se abre literalmente en canal.
Totalmente de acuerdo. T De Long disecciona su relación con una de las protagonistas de una forma muy inspiradora. Lo que cuenta no es algo que sale en los medios de comunicación habitualmente. Allá fuera hay otras vidas que tienes que salir a buscarlas porque nunca las verás en televisión.
Grabando sus testimonios podría decirse que actuabas como un intruso en sus vidas, pero imagino que el hecho de que se haya dilatado tantos años el estreno del documental pudo ser hasta frustrante para ti.
Es un proyecto a ratos muy ingrato y solitario, pero a la vez muy estimulante porque me forzaba a mí mismo a superarme. Creo que los mensajes tan poderosos que todas ellas lanzan bien han merecido tanto esfuerzo.
En el documental se habla de The Transisters, la banda punk trans que lideraba Chloe Dzubilo y que muy poca gente conoció en su momento.
The Transisters fue un grupo del todo transgresor no porque su líder fuera una persona transgénero, sino porque además algunas de ellas eran seropositivas. Recuerdo que mancharon con sangre los flyers de un concierto que hicieron en el East Village donde se podía leer “Somos trans y tenemos sida. Ven a vernos si te atreves”. Eso ahora mismo sería impensable, así que imagínate en los noventa. En aquel momento estaban estigmatizadas por tener el VIH y sufrían un trato del todo denigrante. El documental muestra por primera vez las ilustraciones de Chloe, en las que denunciaba cómo en los hospitales le trataban de forma denigrante como si fuera un monstruo por el mero hecho de ser trans y cómo los médicos incluso le insultaban de forma absolutamente impune. Su lucha por los derechos de las personas transgénero y con VIH en América no tiene parangón. Para mí tanto Chloe Dzubilo como T De Long, Amanda Lepore o Sophia Lamar son cuatro personas que vienen realmente del futuro porque creo que están mucho más avanzadas al resto.
“Quiero que ‘I Hate New York’ sea un misil contra el sistema, contra los homófobos y contra todas aquellas personas que acosan a otras de forma deliberada por el mero hecho de sentirlos diferentes”
¿Con qué mensaje quieres que se quede todo aquel que vea el documental?
Quiero que ‘I Hate New York’ sea un misil contra el sistema, contra los homófobos y contra todas aquellas personas que acosan a otras de forma deliberada por el mero hecho de sentirlos diferentes. Esas personas que carecen de respeto por los demás tendrían que ver el documental, porque encontrarán personas honestas, muy fuertes, llenas de amor y de vida, muy lejos de los más retrógrados estereotipos de nuestra sociedad. Este documental es un golpe sobre la mesa que da voz a esas personas que no cuentan con un espacio en medios convencionales.
Los hermanos Bayona quedaron tan prendados de la cinta que no dudaron ni un segundo en ejercer de productores ejecutivos.
Sin duda, fue puro amor a simple vista. Ambos, tanto Juan Antonio como Carlos Bayona, siguieron su instinto y decidieron involucrarse de un modo muy generoso. Se enamoraron de todas las historias y de su verdad. Su entrega ha sido total.
La banda sonora es de aúpa. Arca, Sharon Needles, LCC, Alva Noto y Ryuichi Sakamoto, Mr.K! o Demmy Sober figuran en ella. ¿Qué papel cumple la música en la obra?
Quería que la música acompañara sus historias. Las canciones ayudan a reforzar diversos momentos, pero para mí el sonido ambiente también es clave. Quiero transportar al espectador a Nueva York con los mismos sonidos que escuché ahí. Para mí la banda sonora actúa como hilo conductor. He tenido la suerte de contar con todo el apoyo y la generosidad de artistas de primer nivel -a los que admiro muchísimo- como Arca, Alva Noto y Ryuichi Sakamoto, Sharon Needles, LCC, Colin Self, Demmy Sober y los mencionados The Transisters. Durante el montaje fuimos construyendo cada escena de un modo muy artesanal. Probábamos diferentes músicas sobre las imágenes buscando dotarlas de una nueva capa de significado. Básicamente buscaba transmitir la energía que para mí fluía de la ciudad, pero sobre todo de la mente de las protagonistas.
“A Arca le conocí durante el rodaje del documental cuando él estudiaba para ingeniero de sonido (…). Me ofreció canciones inéditas, fue muy generoso, pude elegir sus temas y es un lujo tenerle”
Precisamente a Arca le conocí durante el rodaje del documental cuando él estudiaba para ingeniero de sonido en Nueva York y tuvimos mucha conexión. Mantuvimos una relación muy buena, y entonces empezó a producir a gente como Kayne West, Björk y sus propios discos, hasta convertirse en la personalidad de la electrónica que es hoy. Como él formó parte del rodaje, tuve la confianza de mostrarle un montaje previo. Me ofreció canciones inéditas, fue muy generoso, pude elegir sus temas y es un lujo tenerlo, porque es la primera banda sonora que firma. Luego hay otras muchas canciones que son piezas ya publicadas como ‘Mur’ de Ryuichi Sakamoto, el compositor japonés ganador de un Oscar por ‘El último emperador’, que junto a Alva Noto, forman uno de los dúos de electrónica experimental más apasionantes. Es un honor contar con su música en nuestra película.
Tras una década trabajando en este proyecto no sé si te ronda ya por la cabeza un nuevo documental.
De hecho ya está acabado. He estado filmando un mediometraje documental junto a Arca que en estos momentos está en proceso de postproducción. Próximamente podré contar más detalles.
AM.MX/fm
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