Francisco Gómez Maza
• Todos los candidatos son ganadores
• Pero sólo uno es capaz de defraudar
Así como hay varios dioses verdaderos, según la versión teológica de cada una de las grandes religiones en el mundo, acá en este país, por el momento, los candidatos de los tres más influyentes partidos políticos se declaran ganadores:
El que arrastra más lastre negativo, de corrupción sobre todo, por los escándalos de su partido en el poder, José Antonio Meade, es ya presidente de México, según los dirigentes de esa organización.
El candidato del PAN, en dudosa coalición con un partido en plena decadencia – PRD – (esta semana le renunció su coordinador en la Cámara de Diputados, Francisco Martínez Neri, y se fue a los brazos de López Obrador) y uno oportunista como el MC, también se declara ganador. Es más, el campeón de las mentiras muestra encuestas en las que ya rebasa al puntero.
Y el candidato de Morena, el satanizado Andrés Manuel López Obrador, cabeza de las encuestas, aunque quienes lo odian quisieran verlo en terapia intensiva en el hospital, también da por hecho que será el presidente de México. Y que vivirá en Palacio Nacional.
La verdad es que aún estamos a 13 de mayo – gran fiesta religiosa en la población francesa de Lourdes – y faltan 49 días para la celebración de la jornada electoral en México. Nadie puede festinar el triunfo de nadie, salvo que el gobierno de Peña Nieto haya decidido ya meterle el dinero necesario para realizar en más escandaloso de los fraudes y conseguir el “triunfo” de Meade, a todas luces candidato impopular.
Pero el gobierno y el PRI son capaces de hacerla pues tienen la sartén por el mango y el apoyo de quienes odian al tabasqueño, a quien sólo van a parar por la compra de votos masiva o mediante la liquidación del candidato.
Recientemente, en su columna Índice Político, mi tocayo Paco Rodríguez, denunció el plan macabro de comprar 10 millones de votos para Meade a un precio de 10 mil pesos por voto. No quiero creerle a mi querido Tocayo, pero como los gobernantes priistas son campeones de la corrupción, ciertamente son muy capaces de hacerlo, importándoles un pito lo que la prensa extranjera diga de ellos, aunque también hay prensa extranjera corruptible, o corrompible, como se diga.
Los enemigos de López Obrador, que abundan entre las clases medias bajas, sobre todo, y entre los potentados plutócratas (los extremos se tocan) quisieran verlo hecho caca. Prefieren seguir viviendo en la mediocridad y la corrupción del PRI y del PAN. Los albicelestes mostraron el cobre en los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón, que llegaron a darle vuelo a la hilacha en Los Pinos. No creo que López Obrador sea la opción, pero aquí no es lo que yo crea sino, como dicen que vivimos en la democracia (que yo no lo creo), habrá que respetar el voto de la mayoría. Y hoy por hoy, las encuestas revelan que las mayorías están incubando al tabasqueño como el próximo presidente de la república, gústele o no a las clases medias bajas, que a los oligarcas no hay grupera que les venga, salvo alguien tan corrupto como ellos.
Alguien que sea su cómplice en ese mester de atesorar dinero negro, producto de la explotación de la fuerza de trabajo y del robo en el precio de los bienes y servicios. Y usted puede verlo en el comercio. Va a comprar un precioso pantalón de mezclilla, para dama, al mercado de Mixcalco, y paga usted por la prensa unos 150 o 200 pesos y esa misma prensa, de la misma calidad, le cuesta 1000 pesos o 1500 en un almacén de lujo. Dígame entonces si no le están robando en estas grandes tiendas.
Pero como no podemos desafanarnos de esta manera de elegir a los que deberían servirnos en vez de gobernarnos, pues habrá que respetar las reglas del juego seudodemocrático. ¿Y entre tales reglas está el fraude electoral? ¿La compra de votos? ¿La transa? Siempre ha sido así. En el 88 triunfó Cuauhtémoc Cárdenas. Tiraron el sistema (¿verdad, Manuel Bartlett? Y le dieron la presidencia a Carlos Salinas de Gortari. Y desde entonces, los mexicanos han vivido como ciudadanos omega, o sea en el más bajo escalón de la fauna humana, gobernados, explotados, manipulados por presidentes infames, como Fox, Calderón y Peña. Y muchos nacidos en estas tierras calizas quieren seguir siendo esclavos de la corrupción, de la impunidad, de la simulación y del cinismo. Así les gusta. Son, como dice el maestro Eduardo del Río, Ríus, Los Agachados. Hijos de la mala vida, diría una placera del mercado principal de mi aldea.
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