Desde Filomeno Mata 8
Por Mouris Salloum George*
Si algo gratifica y a la vez compromete, es la reacción de algunos lectores sobre los temas que ponemos a su consideración y nos aportan algunas sugerencias respecto de determinados contenidos.
En la reciente saga que ha girado sobre el golpe de Estado y el asesinato del doctor Salvador Allende, un corresponsal espontáneo nos recuerda que apenas diez días después de consumado el magnicidio, el gorila uniformado Augusto Pinochet dictó un bando por el que proscribió la gran Central Única de Trabajadores de Chile (CUT/24-IX-1993).
Fue, ese, un acto aleatorio a la disolución del Parlamento, la cacería en los partidos políticos y la clausura de no pocos centros de educación superior. Arrinconada la CUT, el conflicto laboral fue remitido a tribunales especiales bajo mando castrense.
La “democracia solidaria” de Pinochet
Ese dato nos conduce a otra pista: En una mascarada, la Junta Militar lanzó su “declaración de principios” bajo el rubro “democracia solidaria”.
El texto no tiene desperdicio: Los golpistas privilegian a las corporaciones profesionales (en el Estado corporativo, los gremios) en la conducción del gobierno.
En sentido estricto, los militares proscriben la Política. En una sociedad moderna, alega aquella declaración, los gremios están llamados a convertirse en conductor de un valioso aporte técnico para ilustrar la decisión del gobierno”.
La mención de las “asociaciones profesionales” como actoras en la dirección del Estado se remonta a un texto de Benito Mussolini (1932/ La doctrina del fascismo), en el que se otorga autoridad al Gran Consejo Gremial. Pinochet le dio el nombre de Estatuto Social de la Empresa.
Una cosa lleva a la otra: En julio pasado, en Colombia se alzó con el gobierno el poder económico. El presidente Duque analiza ahora una propuesta empresarial para instituir el Consejo Gremial Nacional.
Recordando a Adolfo Hitler
La parábola nos coloca en México. A finales del sexenio de José López Portillo, la tecnocracia enquistada en la Secretaría de Programación y Presupuesto (SPP), so capa de la reforma administrativa, hizo el primer ensayo para desplazar a los políticos del poder público, a fin de dejar su gestión en manos de los técnicos.
Por aquellos días, algún texto editorial recordó a Adolfo Hitler y el incendio de la sede del Parlamento alemán. Después aquí vimos el Palacio de San Lázaro en llamas (mayo de 1989).
Como sea, fue el periodo en que empezó a gestarse el Estado neoliberal. Del tanque pensante de la SSP sobresalió Carlos Salinas de Gortari, después titular de esa secretaría ya desaparecida.
Salinas de Gortari fue candidato presidencial del PRI en 1988. Cuando el Colegio Electoral de la Cámara de Diputados hizo la declaración de Presidente electo, el constitucionalista y diputado priista, don Antonio Martínez Báez, describió el proceso como un Golpe de Estado técnico.
Se va el corporativismo sindical; lo suple el empresarial
A cinco semanas de estar en Los Pinos, Salinas de Gortari ordenó el encarcelamiento del “líder moral” del poderoso Sindicato de Trabajadores Petroleros de la Republica Mexicana, Joaquín Hernández Galicia, en enero de 1989.
Poco tiempo después, fue defenestrado el dirigente nacional de Vanguardia Revolucionaria, Carlos Jonguitud Barrios, que detentaba el control del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
Si mal no recordamos, algunos exiliados chilenos descubrieron que en la Secretaría de Agricultura y Ganadería de Salinas de Gortari, aparecieron algunos tecnócratas reputados como asesores de Pinochet.
En la lectura de algunos politólogos, el ataque a la organización social prefiguró la sustitución del corporativismo sindical de la clase obrera, por el corporativismo empresarial.
Gobierno de empresarios, por empresarios y para empresarios
En marcha la implantación del Estado neoliberal, en la alternancia en el poder presidencial de 2000 Vicente Fox se lanzó contra la yugular de la Federación de Sindicatos de Trabajadores del Estado (FSTSE).
Frente a la resistencia de la FSTSE, dirigida por Joel Ayala Almeida, Fox sonsacó a Elba Esther Gordillo para crear una federación burocrática paralela denominada “democrática”.
No es asunto de poca monta, recordar que Fox presentó su gobierno como de los empresarios, por los empresarios y para los empresarios, en tácito refrendo del corporativismo empresarial instituido por Salinas de Gortari.
Cuando al llegar a Los Pinos Enrique Peña Nieto diseñó el fáctico Pacto por México, una de sus reformas transformadoras fue la Educativa, de corte administrativista. Era previsible que la lideresa del SNTE, Gordillo Morales opondría resistencia: Permaneció prisionera durante más de cinco años.
Bajo la sombra del fascista Donald Trump
Durante el actual sexenio, Peña Nieto contó con el apoyo absoluto, aunque no incondicional, de las representaciones de los hombres de negocios.
Esas cúpulas actuaron febrilmente contra toda posibilidad de cambio. El veredicto aplastante de los votantes se pronunció el 1 de julio en sentido contrario.
Los intelectuales liberales de los Estados Unidos dan por sentado que la Casa Blanca está dirigida por un militante en el fascismo: Donald Trump.
Desde Washington, se ha dado aliento a las continuas tentativas golpistas para derrocar al gobierno bolivariano de Venezuela. En esa ofensiva ha tenido papel activo el canciller mexicano Luis Videgaray.
El presidente Peña Nieto asistió recientemente a la investidura del presidente colombiano Duque. Ahora, Duque ha integrado a su gabinete presidencial a conspicuos técnicos reclutados en la empresa privada y estudia la institución del Consejo Nacional Gremial.
Hemos advertido en pasadas entregas sobre insinuaciones de un golpe de Estado en México. ¿Tiene sentido trazar el entorno histórico y actual de las atroces consecuencias de las dictaduras latinoamericanas?
Creemos que lo tiene. Sólo hacemos votos porque la reserva histórica y moral de las muchedumbres sea, de veras, el presupuesto de partida de la Cuarta Transformación de la República. Vale.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.