• Investigación, confirmación, ¿qué? …
• Medios a modo para la desinformación
Con sus excepciones, el periodismo en México no está hecho para responder, sino para reaccionar. No investiga, no comprueba, no confirma datos. No informa.
Pareciera que, intencionadamente, está construido para desinformar, para manipular, para apoyar las intenciones perversas o bien intencionadas de los poderes institucionales y fácticos.
Los medios “informativos”, equívocamente llamados “medios masivos de comunicación”, sólo reaccionan y se hacen cómplices de los mensajes, de la “información”, enviados desde los centros de poder político y económico para crear imágenes positivas. Y los centros de poder lo alimentan con una temática declarativa, manipuladora, acorde con sus intereses personales o institucionales.
Esta realidad es un axioma. O sea, una verdad evidente que no necesita de demostración.
De ahí que los espacios de la prensa impresa y los tiempos de la electrónica, radio y televisión, estén rellenados, en su mayor proporción, con contenidos a modo de los poderes políticos y económicos.
El periodismo de investigación prácticamente fue sepultado en el archivo de la historia. Ante la inmediatez que ha sido alimentada por la cibernética, no se profundiza en los hechos. Ya no se inventan temas o asuntos que requieren de una profunda, minuciosa, pesquisa. Y menos que destapen las cloacas de los poderosos. O que den voz a quienes no la tienen. El periodismo se ha convertido en un oficio a modo de los poderosos de la política y del dinero.
Ciertamente hay insoslayables razones mercantilistas para este periodismo, de comunicados de prensa, de declaraciones distractoras.
Es tal la presión de las coordinaciones de “información” de los periódicos sobre los reporteros, que tienen que cumplir cuotas de notas “periodísticas”, lo cual ha llevado a institucionalizar las llamadas entrevistas de banqueta, y la “declaracionitis” se ha convertido en la columna vertebral del periodismo.
Es muy comprensible. Los medios no son organizaciones de “asistencia pública”. La competencia para que un medio, impreso o radiado, se mantenga en el mercado es salvaje. Los medios son meras empresas lucrativas que se aprovechan de una mercancía muy barata como lo es la “información” boletinada o declarada.
Las noticias verdaderas no aparecen por ningún lado, salvo cuando los hombres del poder así lo deciden, y ejemplos los hay: la firma del Pacto por México, la instalación del Consejo de seguridad… la detención de un capo importante etc. Y más recientemente, la aprehensión de la dirigente del poderoso gremio del magisterio nacional. Hechos ante los cuales las empresas periodísticas despliegan todos sus recursos técnicos para “informar” minuto a minuto de tales procesos.
Una desgracia natural, un terremoto, una masacre, un atentado, una inundación son hechos imposibles de manipular y entonces se replican en los medios.
Se vive una realidad que confronta al verdadero periodismo – fundamentado en la investigación, en la comprobación de datos (hasta una mentada de madre recibida por el reportero, éste tiene que confirmarla antes de publicarla) – con ese periodismo ramplón de réplica de boletines de prensa o de declaraciones insulsas. Todo el mundo, por ejemplo, fue convencido por muchos los medios de que aquel comerciante de lo ilícito fue abatido en un enfrentamiento en Guatemala. Tuvo que salir el propio presidente de ese país a, no sólo desmentir el asesinato, sino a informar que no había ocurrido tal enfrentamiento.
El reaccionarismo de los medios ha sido más patético en estos días, luego de que el procurador Murillo Karam anunció la detención de la presidente del sindicato magisterial… Todos, volcados sobre la deshonra, sobre la desgracia de los mexicanos…
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