Francisco Gómez Maza
• Les dije iban a ser infelices por lo menos un sexenio
• Pero, por lo menos, tienen todo el derecho al pataleo
Quienes añoran el pasado – de corrupción, de simulación, de cinismo e impunidad- o siempre han odiado al Peje tienen el sagrado derecho al pataleo.
Se quedaron sin un tlaco y andan desesperados porque no tienen con qué pagar sus deudas.
Creyeron que el embute sería eterno. Jamás imaginaron que un loco que no paga ni para que no le peguen ganaría la Silla, esa destartalada silla que el colega Gregorio Ortega publica hoy en Análisis a Fondo Diario (https://www.analisisafondo.com/opinion/item/35473-sembrar-odios-i-ii/)
Y en eso están. En el pataleo.
Por lo menos se dan el gusto de mentarle la madre al presidente de la república, otrora sacratísimo símbolo patrio al que era imposible ni siquiera tocar con el pétalo de una rosa, como el lábaro patrio, como el himno nacional, ese horrendo bodrio guerrero enaltecedor de la violencia. (En este asunto, los chiapanecos deberían de anexarse el resto de la república para que se impusiera el himno a Chiapas, bello poema a la paz y la concordia.)
La segunda acepción de la palabra patalear –según el Diccionario de la RAE– se define como Dar patadas en el suelo violentamente y con prisa por enfado o pesar; en ese mismo sentido, la Academia de la Lengua describe el significado de la coloquial expresión derecho al pataleo como la última y vana actitud de protesta que adopta o puede adoptar el que se siente defraudado en sus derechos.
Y cada día sale, por lo menos, un ciudadano admirador de Peña, Calderón o Fox defraudado por López Obrador, emisario del infierno y embajador del demonio del comunismo cubano y del socialismo del comandante Hugo Chávez.
Y son los opositores más inteligentes que he visto en el último medio siglo que he hecho periodismo, por lo que, para ellos, el presidente es el pendejo de pendejos que está llevando al fracaso al país a un despeñadero. Para ellos los últimos tres presidentes del PAN y del PRI resultan blancas palomas, ante la ignorancia del Peje. Además, son los magistri de una generación clasemediera, cuyos ideales son vivir como los héroes supermillonarios de la ciberliteratura de la televisión.
Pero ya se los había advertido desde antes de iniciarse este camino al calvario, en el que se encuentran atrapados todos los días. Ahora, mis muchachos, tendrán que vivir con su nostalgia del pasado durante los próximos seis años. Sufriendo porque desde que amanece tienen enfrente al desgraciado tabasqueño que, con sus votos o sin ellos, sería el mayor votado en la historia moderna de la llamada democracia mexicana. Y vayan preparando a sus huestes – qué va, ni a huestes llegan – para que, en las elecciones del 2024, la gente esté tan decepcionada de López Obrador que sufrague por alguien que restaure la república priista panista y vuelvan a gozar de los privilegios de ser miembros de la clase dominante, de la feligresía del fondomonetarismo y del papado de Washington.
Por lo pronto, sigan refocilándose con el ataque, el falso testimonio, la falsedad, la calumnia, que son buenas virtudes para saciar la sed de venganza, de alimentar ese odio que los hace infelices, más infelices aún que no poder gozar del embute de la presidencia de la república, o del llamado Senado mexicano.
Mientras tanto, habrá que pedirle al cielo que López Obrador no siga haciendo tonterías, como esa de no meter a los ladrones del Erario a la cárcel. Y a Elenita a que se porte mal, a que elimine las evidencias y lo niegue todo, tal como es el consejo de Merlina Adams.
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