* Amanecer con la voz del amo en la bocina nacional no propicia un buen despertar. En El huevo de la serpiente, de Ingmar Bergman, se pueden apreciar sus efectos. Es tiempo de que empiecen a darnos buenas noticias, porque con las malas soñamos todos los días
Gregorio Ortega Molina
Uncen la carreta a nada, porque olvidaron los bueyes. En el tema de los desaparecidos lo primero a lograr es la paz, porque ya se dan cuenta que mientras encuentran a unos, a otros los sepultan en las fosas clandestinas, o los entierran en la trata de personas.
Lo primero que necesitan en la 4T es establecer la paz, y no precisamente aliados con los prelados de la CEM, porque los delincuentes de cuello blanco y los otros, los de las armas en las manos, desconfían de esos “machitos” de sotana susceptibles de rendirse a los pecados de la carne en la más nefanda de las pederastias, aunque ahora los millonetas no cantan mal las rancheras.
De mis lecturas de cuando fui estudiante recuerdo la propuesta clara: la paz requiere de silencio. Hoy la estrategia política diseñada por el mandamás de la regeneración nacional exige estridencia. Él mismo se ha transformado en un depredador de la palabra. Sorprende a sus detractores, pero sobre todo a los suyos.
La paz social que necesita esta patria debe tejerse en absoluto silencio, que no es lo mismo que secrecía. Hablar de más todo lo destruye. Ser discreto dista mucho de mentir, pero los acuerdos que se obtengan para pacificar al país y conjurar, así, la maldición de los desaparecidos, han de darse a conocer cuando estén redactados y firmados, para que nadie se llame a padre del éxito y se agandalle lo que es el honor de un trabajo en equipo, sobre todo en armonía con esa oposición que hoy parece inexistente.
Confunden y se confunden. Para que encontrar a los desaparecidos, o sus despojos, sea realmente una prioridad de la 4T, ha de insistirse, sin grandilocuencia ni divisionismo, en establecer una paz social con quien tenga en sus manos el poder de alcanzarla, porque de otra manera seremos víctimas, todavía de manera más fácil, de esta guerra económica en la que la voracidad de los barones del dinero no tiene límites. Poco les importa la depredación de la tierra, porque nada les conmueve la descomposición social y moral del ser humano o, más bien, les conviene su degradación porque así lo transforman, de manera fácil, en esclavo de sus deseos.
Amanecer con la voz del amo en la bocina nacional no propicia un buen despertar. En El huevo de la serpiente, de Ingmar Bergman, se pueden apreciar sus efectos. Es tiempo de que empiecen a darnos buenas noticias, porque con las malas soñamos todos los días
www.gregorioortega.blog
@OrtegaGregorio