* Con apuestas no inician la corrección económica, sino que empeoran los resultados. La lana en los monederos se achica, mientras la lengua de los gobernantes se alarga. Ya no apuesten, gobiernen
Gregorio Ortega Molina
Por lo pronto el Estado es administrado como un casino. Suben las apuestas sobre si se alcanzará, o no, el PIB ofertado en campaña, o si entramos, o no, en recesión. Es una buena manera de eludir declarar sobre las consecuencias de que todo se les vaya al traste y sea la sociedad la única perdedora en el lance de esperar una reforma del Estado olvidada. Por ella votaron.
Pero hete aquí que los integrantes de ese contubernio partidista hacen honor a la simulación conceptuada y desarrollada por Giuseppe Tomasi di Lampedusa. Desaparece el mal recuerdo de los nombres señeros en la corrupción, pero el modelo político permanece o, peor, regresa a esa presidencia imperial que engendró al neoliberalismo, tan aborrecido por quienes hoy mandan. Al menos eso afirman.
Las apuestas son lanzadas de viva voz y a los cuatro vientos, como un desafío de mozalbetes de educación media, y se sostiene que todavía hay tiempo para alcanzar el dos por ciento del PIB, o se afirma que no hay ni habrá recesión, mientras los monederos de las amas de casa, al abrirse en los mercados o en las misceláneas, conocen otra realidad. Se dan cuenta de que la lana no alcanza, mientras la lengua de los gobernantes es larga.
El fondo del asunto es que lo que hoy sucede con la economía ocurre en buena parte del mundo y, además -no puede negarse-, ahora sí puede afirmarse que es culpa de los gobiernos pasados, que sólo se dedicaron a nadar de muertito y no le entraron a la solución del problema: la reconstrucción del sistema financiero nacional, con neobanqueros responsables, imaginativos y una buena dosis de identidad nacional, para que dejen de ser exportadores de capital, como ahora ocurre.
Pero deciden apostar e irse por las ramas, en la idea de que copiar algunos exitosos ensayos experimentados en India, o traer a los gurús argentinos o brasileños creadores de sus propios espejismos económicos, contribuirá a que la sociedad mexicana continúe sumisa, en mansedumbre social, pero es mejor calificarla como lo que es: agua mansa.
Con apuestas no inician la corrección económica, sino que empeoran los resultados. No se trata de hacer un anuncio publicitario de pronósticos deportivos, para eso están las estadísticas y también para eso existen los estímulos fiscales. Ya no apuesten, gobiernen.
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@OrtegaGregorio