FRANCISCO RODRÍGUEZ
El sistema político cerrado predomina la escena política nacional. El partido dominante, el Jefe máximo, la exclusión, la ausencia de competidores, la manipulación de la prensa siempre dispuesta a que la manipulen, el desprecio por los derechos ciudadanos y el saldo de viejas cuentas. La realidad se divorcia aceleradamente de los llamados nervios del gobierno.
Ante este panorama el mexicano espera de sus políticos liderazgo, claridad de rumbo y un sentido de esperanza. Pero lo que obtiene es violencia verbal, confusión y una incertidumbre brutal, casi esquizofrénica. Han fallado en esta etapa crucial para el país.
Echamos ya al cesto de la basura nuestra ubicación estratégica en relación con el mercado norteamericano, tan deseada por aquellos potenciales socios de la maquila o por los inversionistas asiáticos y europeos que ofrecieron grandes montos para instalar miles de factorías con tecnología avanzada y multiplicidad de empleos.
Dejamos que la penetración trasnacional distorsionara el contenido y los medios de operación con las bases populares… agotamos los emblemas del proyecto original de Nación, perdimos en el camino los valores que descansaban en nuestra rica tradición ideológica y cultural.
Perdimos el respeto hacia el esquema de división de poderes; deterioramos los niveles de empleo y de salarios reales; desquiciamos la economía, abandonamos la intervención estatal en los procesos productivos y, para colmo, perdimos en el camino líderes y proyectos a la altura de las exigencias para otorgarle el poder a irresponsables.
Los dados, cargados en favor de verdugos como Slim – Salinas
El tránsito hasta aquí fue realmente infame. La patria parió individuos no sólo sin ocupación, también sin destino, sin capacitación y sin identidad. Surgió una casta dominante carente de imaginación, repleta de confusiones, ignorante de sus raíces y emprendedora sólo de sus propios y egoístas intereses.
Nada es posible con esta gente en el poder: ni esperar el dinero fresco, pues ya no hay valiente que quiera apostar en este palenque donde los dados están cargados en favor de verdugos como Slim – Salinas y los gallos se amarran antes de que se abran las puertas para que entre el respetable.
Ya casi nada es posible, desde estas alturas, ni la reactivación de la economía, más exprimida que un pescuezo de guajolote en la olla, ni la reducción del servicio de la deuda, pues ya los tropicosos empeñaron hasta la caja registradora.
Echar a andar las estrategias, sin apoyo popular, suena a réquiem
Falta poco para que entre en vigor un programa salvaje de importación de alimentos, y que el Fondo Monetario Internacional vuelva a pedirnos que desalojemos, antes del embargo de rigor. Nada de discursos grandilocuentes. Contra la necesidad de comer, no hay discurso ni retintín ideológico que valga.
Ninguna demanda ni proclama, así provenga del Foro de Sao Paulo, tiene la ínfima viabilidad. El ritmo para echar a andar las estrategias, sin apoyo popular, suena a réquiem. El tiempo ya pasó y dejó todo en el olvido. Hablar de estrategias en este momento ya sabe a sorna, a befa del peor gusto.
Ninguna solución funciona ya ni para hacer rutas críticas, ni para poner fechas, ni para administrar objetivos, ni para sumar, ni para rechazar adversarios. La hora gris, o cero si usted prefiere, en la cual no se sabe si es de día o de noche, ha caído sobre el panorama que pintaban optimista sólo los desinformados.
Los que llegaron lo hicieron a lomo de un pastor evangélico
El régimen de la Cuarta Pregunta no tiene una sola respuesta seria o específica de las que necesita el país. De antemano se sabe y se siente que ninguna podrá tener el apoyo franco, solidario o esperanzado de la sociedad, casi en ningún sector. Destrozaron el país, quemaron las naves. Y se llevaron hasta al carcelero.
No hay proyecto económico, ni de inversión ni de captación de recursos ni de tecnologías de avanzada en programas de empleo y aliento a la creatividad popular, simple y sencillamente porque los que llegaron lo hicieron a lomo de un pastor evangélico o cristiano sin nada en la sesera. La publicidad y la necesidad política cubrieron la asonada.
Si desde el gabacho tocan la canción que estamos bailando, ¿qué caso tiene ensaraparse? Si desde las cavernas de los gringos se manejan los panderos, ¿a quién pueden temerle?
Nacionalismo, la posible salvación ante el sistema político cerrado
Estamos persogados por decisiones cupulares acordadas por quienes después de obtener el voto, pactaron en lo oscurito y le entregaron las llaves y las naves a quienes nunca debieron ni de haber conocido. Los habían toreado, pero no se habían arrodillado ante ellos, hasta que se sentaron en La Silla presidencial.
Si al sistema político cerrado lo podía haber salvado –como en grandes páginas de nuestra historia– el nacionalismo mexicano, hoy podemos decir que de éste ya no quedan ni los pelos. Lo levantaron de cuajo los mismos que podían haberlo practicado, siquiera en legítima defensa. Y por eso seremos ejecutados por la vía rápida, sumaria. Todos.
Gracias a ellos, seremos para muchísimos años más, un pueblo expuesto al primer invasor, al primer rufián, al primer mamarracho que se atreva a la vuelta de la esquina, seguros de que seguiremos siendo vendidos por otro plato de lentejas.
Sin justificación ni pretexto que valga porque lo tuvieron todo; lo perdieron
A las mínimas reivindicaciones ya nadie puede responder. El telón de la patria avergonzada ha caído en esta puesta en escena de un espectáculo bufo, digno de mercachifles y farsantes, peores que los que dicen que se fueron. Ninguna ley se respeta, menos el destino del país.
Y no hay justificación ni pretexto que valga porque lo tuvieron todo. Un pueblo entregado, un sistema político cerrado, obsecuente con los traidores. Fuerzas Armadas leales, gobernadores complacientes, representantes legislativos agachados, absolutamente todo para poder marcar una huella de transformación histórica. Pero…
Las ideologías de liberación y resistencia tocaron fondo. Ya no tenemos para dónde hacernos. Punto.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: El gasto gubernamental se ha desplomado con la versión de austeridad que impuso desde su arribo a Palacio Nacional el Presidente López Obrador. Las empresas han suspendido la inversión, perturbadas por los riesgos de la guerra comercial y la decisión del presidente de desechar un aeropuerto de 13 mil millones de dólares. La producción industrial ha colapsado por la escasa producción de petróleo, y el gasto de los consumidores se ha debilitado ya que los compradores se preocupan por todo lo anteriormente mencionado. No ayuda tampoco el tono duro del banco central. Banxico ha mantenido su tasa de interés clave en el nivel más alto en una década. Esto fortalece el peso, una de las monedas más fuertes del mundo este año, pero frena el crecimiento económico.
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