CIUDAD DE MÉXICO.- La Secretaría de Gobernación y el Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA) hicieron públicas las recomendaciones para responder a las necesidades de niñas, niños y adolescentes después de sucesos violentos en el entorno escolar, esto tras lo sucedido la semana pasada en una institución en la ciudad de Torreón, Coahuila.
Es un documento que incluye algunas recomendaciones para ayudar a madres, padres y personas cuidadoras a apoyar y acompañar a niñas, niños y adolescentes a asimilar y sobrellevar dichos temores ante sucesos violentos y detectar cuándo se requiere mayor apoyo y canalización a servicios especializados.
Esta ansiedad puede presentarse a cualquier edad y puede aumentar cuando ha ocurrido en lugares que consideran seguros, como los centros escolares, parques, espacios comunitarios entre otros.
Basados en el derecho de este grupo de población a una vida libre de violencia, en el que establecen como fundamental no desestimar el impacto que la violencia en el entorno comunitario puede generar en la niñez y adolescencia, sin importar su edad, considerando que de acuerdo a la evidencia científica estos hechos pueden tener consecuencias individuales, familiares y sociales a largo plazo, si no es detectado y atendido adecuadamente.
Por ello, plantean seis puntos indispensables de llevar a cabo: No ocultar los hechos; cuidar su sobreexposición a imágenes y noticias del hecho; hablar con niñas, niños y adolescentes de lo ocurrido conforme a su edad; continuar sus rutinas; cuidarse a sí mismas o a sí mismos, e identificar signos que indiquen que se requiere canalización y atención especializada.
No ocultes los hechos ni evites hablar de ellos
La Academia Americana de Pediatría exhorta a madres, padres, docentes, proveedores de cuidado infantil y a todas las personas que trabajan con niñas, niños y adolescentes, a que filtren la información sobre la situación de violencia y que se las presenten de tal manera que puedan asimilarla, adaptarse y sobrellevar la situación.
El no hablar sobre el tema hace que el evento parezca aún más amenazante en la mente de las niñas, niños y adolescentes. El silencio sugiere que lo que pasó es demasiado terrible como para comentarlo. Al igual que las personas adultas, las niñas, niños y adolescentes pueden enfrentar mejor una crisis si sienten que la entienden.
Cuida su sobreexposición a imágenes y noticias del hecho
Recomiendan que, ante sucesos violentos, es necesario minimizar la exposición de niñas, niños y adolescentes a las noticias, a los detalles gráficos y a los medios de comunicación y limitar el tiempo que pasan viendo programas de televisión en los que se habla de las situaciones de violencia extrema, especialmente si se trata de niñas y niños pequeños.
Si ven televisión es necesario estar presentes, esta puede ser una oportunidad para comentar lo que están viendo y cómo les hace sentir esos eventos. Comunicar solo información básica.
Aunque señalan que lo mejor sería alejar a las y los menores de las imágenes, sonidos que se proyectan en los medios como la televisión, también se debe evitar que estén expuestos a la información en redes sociales, pero que es necesario tomar conciencia y medidas necesarias ya que pueden acceder a la información a través de redes sociales de forma directa, como es el teléfono celular.
También explican que la medicina psiquiátrica recomienda, en caso de que estos hechos violentos produzcan ansiedad, modificar el consumo de medios.
Por dónde empezar – todas las edades
Si se trata de niñas y niños pequeños sugieren preguntar qué es lo han escuchado y qué creen qué pasó y si tienen alguna duda. Se trata de generar confianza en ellos y ellas.
Si son niñas y niños mayores, adolescentes, así como las y los adultos jóvenes pueden hacer más preguntas y pueden pedir y beneficiarse de información adicional. Independientemente de la edad, es mejor mantener un diálogo simple y directo.
La cantidad de información que es adecuada para un niño o niña depende de su edad.
Cómo hablar con niñas y niños pequeños
Siempre es mejor que reciban la información de la madre, padre o persona cuidadora, en lugar de recibirla de otro niño o niña o de los medios de comunicación.
El principal mensaje que un padre, madre o persona cuidadora debe transmitir es “Es normal que estas cosas les preocupen. Estamos aquí para apoyarnos mutuamente».
Cómo hablar con niñas y niños (6 a 11 años) y adolescentes
Después de preguntarle a su hijo o hija lo que oyó y si tiene preguntas de lo que ocurrió en el hecho violento, recomiendan precisar el lugar donde ocurrió y explicar que la policía y el gobierno están trabajando para tratar de asegurarse de que esto no vuelva a ocurrir. Un padre, madre o cuidador puede volver a tratar el tema si es necesario, en función de las reacciones y las preguntas de las niñas, niños y adolescentes.
Cómo hablar con niñas, niños y adolescentes con discapacidad
Se deben darles respuestas de acuerdo con el nivel del desarrollo y no con su edad cronológica. Si usted está al cuidado de una o un adolescente cuyo nivel de funcionamiento intelectual es más similar a un niño de 7 años, por ejemplo, debe darle una respuesta de acuerdo con su nivel de desarrollo. Comience dando poca información. Proporcione detalles o información de la forma más adecuada y clara posible.
Cómo hablar con niñas, niños y adolescentes que tienen trastorno del espectro autista
Es posible que se requieran otros mecanismos de apoyo, señalan las y los expertos quienes advierten que es primordial reconocer la posibilidad de que una niña, niño o adolescente no esté interesado en el asunto. Después de una crisis, las niñas y los niños pequeños tal vez no sepan o entiendan lo que ha pasado o cuáles son sus implicaciones. Las niñas y niños mayores y adolescentes, que están acostumbrados a recurrir al consejo de sus compañeros, inicialmente pueden resistirse al ofrecimiento de sus padres y de otros adultos a comentar los eventos y su reacción personal. O, simplemente, no se sienten preparados para expresar sus inquietudes.
Aunque es negativo que las niñas, niños y adolescentes escuchen sobre las situaciones de violencia que ocurren, es importante que las madres, padres y cuidadores puedan comunicarles, que a pesar de las cosas malas que pasan en el mundo, es su trabajo mantenerlos a salvo. Tranquilícelos compartiendo con ellas y ellos las medidas que se están tomando para protegerlos.
Los hechos sumamente violentos nos hacen recordar que nunca estamos totalmente amparados del peligro. Ahora, más que nunca, es importante asegurarles a las niñas, niños y adolescentes que, en realidad, deben sentirse seguros en su escuela, casa y comunidad.
Continúa con sus rutinas
Cada vez que un hecho sumamente violento ocurre, nuestro sentido de la realidad se desvanece. Tratar de mantener las rutinas permite que las personas conserven su día a día hasta lograr alcanzar la normalidad de nuevo. Anteponerse a los miedos, al realizar actividades recreativas con niñas, niños y adolescentes, puede ayudar a controlar la ansiedad y evitar que esta sea abrumadora.
Sin perjuicio de ello, es necesario entender que algunos días de mayor ansiedad son normales. Los psiquiatras señalan que la ansiedad es una respuesta apropiada a un evento realmente traumático. En caso de necesitar mayor tiempo en casa en los días posteriores ante tal hecho de violencia, se deberán sentir con el derecho para tomar dicho espacio. Además, se debe recordar que la manifestación de los sentimientos es un punto clave, por lo que evitarlos o contenerlos no hará que estos se vayan.
Por otro lado, los miedos de las niñas, niños y adolescentes pueden desencadenarse de nueva cuenta por los simulacros o ejercicios sobre cómo actuar en casos de hechos violentos, como las balaceras o la revisión de mochilas, los cuales pueden causar traumas. En caso de que dichos miedos sean recurrentes, se les debe asegurar que los eventos trágicos que se intentan evitar son poco comunes y que su hogar es un lugar seguro para manifestar sus preocupaciones. Se debe reiterar el cariño y afirmar que serán cuidados ante dichos eventos.
Cuídese a sí mismo/misma
Ante todo, cuídese a sí mismo. Niñas, niños y adolescentes dependen de las personas adultas que les rodean para sentirse seguros y protegidos. Si usted siente mucha ansiedad o enojo, es probable que niñas, niños y adolescentes se sientan más afectados por su estado emocional que por sus palabras.
Busque la ayuda de alguien de confianza para desahogarse, o acérquese a algún servicio profesional de apoyo psicológico. Identifica signos pueden indicar que se requiere canalización y atención especializada
Es normal que después de sucesos de violencia, niñas, niños y adolescentes tengan miedo adicional o ansiedad, sin embargo, si persisten dificultades para afrontar y sobrellevar el suceso, y los sentimientos de agonía o preocupación no son controlables y se vuelven frecuentes y/o incrementan en su intensidad, afectando sus relaciones interpersonales, su comportamiento en la escuela, sus hábitos alimenticios o de sueño, es fundamental que puedan contar con ayuda especializada.
Si bien puede ser difícil detectar cuando una niña, niño o adolescente requiere ayuda profesional, se sugiere prestar atención en algunas conductas:
· Temporalidad: Si la ansiedad dura más de una semana y se manifiestan otras reacciones, es probable que se requiera ayuda profesional.
· Alteraciones de sueño: Pueden presentarse problemas para conciliar el sueño y/o permanecer dormido, dificultad para despertarse, aumento de sueño, pesadillas, caminar en sueños y otras alteraciones del sueño.
· Problemas físicos: La niña, niño o adolescente podría quejarse de sentirse con cansancio, tener dolor de cabeza o un sentimiento generalizado de malestar físico.
· Alimentación: Pueden presentarse alteraciones en la apetito, por ejemplo, que coman demasiado o menos de lo habitual.
· Cambios en el comportamiento: La ansiedad puede afectar sus relaciones interpersonales como apartarse de sus amistades, su comportamiento en la escuela, estados de depresión o de irritabilidad, hiperactividad que no estaba presente antes, impaciencia exacerbada, más exigentes, realizar juegos obsesivamente como repetitivamente el evento traumático interfiriendo con sus actividades normales, pueden manifestarse signos de comportamiento regresivo, por ejemplo, una niña o niño que no tenía problemas de separación de sus padres puede volverse más apegado.
En el caso de las y los adolescentes, pueden comenzar o cambiar sus hábitos del uso del tabaco, el alcohol o el abuso de sustancias tóxicas.
· Problemas emocionales: Los niños podrían sentir tristeza excesiva, depresión, ansiedad o miedos.
Si madres, padres y personas cuidadoras están preocupadas, se sugiere contactar a su personal médico y/o pediátrico, o buscar ayuda profesional en salud mental.
AM.MX/fm
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