* El Gobierno ha descartado la licitación de más campos petroleros en 2020, empresas y analistas alertan del impacto negativo que puede tener sobre las metas de producción
Gregorio Ortega Molina
El futuro no está a la vuelta de la esquina, tampoco a años luz. Vivir mañana es aproximarse un día más a lo que no conocemos, por ello considero que las disputas por petróleo, son pleitos por recuperar un pasado que ya se fue.
Las fuentes de energía han de ser amigables con el ambiente. Cuando Donald Trump, en Davos, expresa su despreció a Greta Thunberg, lo que hace a un lado es la posibilidad de que sus nietos -con todo el dinero que posean- puedan respirar pausadamente ese oxígeno que tanto contaminan y mucho se reduce.
Cuando el presidente AMLO insiste en atesorar el oro negro, sin darle salida distinta a la de su uso como combustible fósil contaminante, sin inclinarse a la investigación petroquímica, lo que hace es condenar primero a los pobres al fracaso y la enfermedad, sin importar que mantenga su sonrisa porque cree tomarnos el pelo.
Propongo lo anterior como punto de reflexión, al concluir la lectura de nota informativa de El País, cuya cabeza indica:
El impacto ambiental se vuelve la piedra en el zapato de López Obrador; el texto es más que descriptivo de los motivos y razones presidenciales: “La plataforma petrolera Xikin tuvo un invitado de honor poco antes de navidades. Enfundado en un uniforme amarillo, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador subió al puesto de control de esta infraestructura marítima, ubicada a 30 kilómetros de la costa de Tabasco, y empezó a hablar de uno de sus temas favoritos: el rescate de Pemex, la petrolera estatal, para apoyar la soberanía energética”. Antes de continuar viene a cuento la afirmación del señor José Antonio Seade Kuri, de fama pública: “Es una manera civilizada de compartir la soberanía”, y los inspectores laborales van.
Regresamos a la nota de El País: “[Antes] no les importaba sacar petróleo, lo que les importaba era la entrega de los contratos, dijo. Todo un dardo a la reforma de la anterior Administración que abrió el sector a la participación privada. Mientras el Gobierno ha descartado la licitación de más campos petroleros en 2020, empresas y analistas alertan del impacto negativo que puede tener sobre las metas de producción.
“El éxito o fracaso de este Gobierno se medirá en barriles, si se atiene a la importancia que el presidente le da al sector en sus discursos. La Administración se ha propuesto alcanzar la meta de 2.4 millones de barriles diarios al final del sexenio en 2024, un aumento sustancial respecto a los 1.7 millones actuales. Para conseguirlo, quiere fortalecer Pemex, la petrolera más endeudada del mundo, con más inversión y ambiciosos planes de exploración. En 2019, por ejemplo, el Gobierno invirtió un 41% más en la empresa paraestatal que en el último año del exmandatario Enrique Peña Nieto, según la Secretaría de Energía.
“Pese a estos esfuerzos, los expertos consultados dudan de que sea suficiente para alcanzar los objetivos de producción sin la ayuda del sector privado. De los 28 pozos programados para 2019, la petrolera solo pudo perforar tres y de los 2.018 millones de dólares disponibles en 2019, solo invirtió 441 millones, según datos de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), el organismo autónomo encargado de regular el sector. Además, en diciembre Pemex recortó su meta en 55.000 barriles respecto a lo previsto unos meses antes”.
Mañana, acerca del camino de la codicia por el oro negro.
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