• México, tierra de volcanes
• De las Cruzadas, nada bueno
Joseph H. L. Schlarman, obsesivo historiador estadounidense de los siglos XIX y XX (febrero 23, 1879 – noviembre 10, 1951), descubrió a un México perenemente convulsionado, víctima de explosiones y explosiones sociales y políticas, impulsadas por la autojustificación de los individuos y grupos de uno y otro bando, y lo bautizó con claridad meridiana: “México, Tierra de Volcanes”, y así tituló su obra máxima sobre la historia de esta geografía de las cotidianas discordias y confrontaciones, particularmente entre el periodo de Lucas Alamán y la Revolución…
México, tierra de volcanes, no tanto por las mil erupciones que han cubierto el suelo de México de lava y rocas, en el transcurso de los siglos, sino por tantas confrontaciones humanas que han hecho, y siguen haciendo, de la historia de esta rusticatio mexicana una perenne tragedia.
Y las erupciones, como el destino manifiesto, alcanzaron a los mexicanos del año 2013, cuando los radicalismos del pasado – partido comunista, movimientos guerrilleros, guerra fría, socialismo, comunismo, capitalismo – dieron paso a otros radicalismos emanados del pragmatismo de la New Age, de la izquierdas europeas, de los modernismos “socialistas”, del librecambismo fracasado en las grandes economías industrializadas, del neoliberalismo fallido…
Los mexicanos amanecen cotidianamente ayunos de paz y tranquilidad. La violencia del narco y del crimen organizado vendría siendo lo de menos; está focalizada, como dicen los tecnolinguistas gubernamentales. Y a veces pareciera que la patria estuviera deshaciéndose entre las manos de los mexicanos (un recuerdo para Miguel de la Madrid) y principalmente de los políticos franquiciatarios de la partidocracia, y específicamente en las del Presidente de la nación.
El descontento parece generalizarse en toda esta geografía cubierta de roca basáltica y tierras salitrosas, tan estériles como las mulas, y corazas humanas duras. Hoy el pretexto es la educación. Tirio y troyanos se confrontan desde la autojutificación. Unos argumentan que la reforma educativa es la mejor del mundo, que se parece a la cubana. Otros están en desacuerdo. Son más estos, pero los únicos atrevidos son los guerrerenses, uno de los focos más convulsionados históricamente por la pobreza, la miseria, el hambre, confrontadas con el boato y la lujuria, y las fantásticas propiedades y garitos de superlujo, verdaderas lavanderías de dinero sucio.
Algunos de “conocimientos diferentes” dicen, acusan indignados a los revoltosos, enemigo de la patria. Pero bien podrían los políticos hacer un alto en su camino y repensar la historia cotidiana de erupciones perennes; Oaxaca, Michoacán, Guerrero y el mundo universitario de ciudad de México indican que, más allá de las la sinrazones, algo está podrido en Dinamarca.
Maestros destruyen sedes de 4 partidos políticos en Chilpancingo, encapuchados invaden con lujo de fuerza las rectorías de la Universidad Nacional Autónoma de México y de la Universidad Autónoma Metropolitana. Y el gobierno, acusado por la oposición de intercambiar apoyos sociales por votos, mientras las bandas de sicarios del narcotráfico y del crimen organizado y desorganizado se “solazan” con la sangre y la muerte.
Todos contra todos. El gobierno inaugurado hace cuatro meses enfrenta en estos momentos su prueba de ácido. El pragmatismo no necesariamente está equivocado, como dirían sus adversarios. Y no está errado, siempre y cuando aconseje justas, dignas y buenas decisiones, que no van ciertamente por el camino de la represión, sino al contrario, en el sentido de las manecillas del reloj. Lo grave es quedar sin saber qué, sin un rumbo, paralizados.
Mientras tanto, “Something is rotten in the state of Denmark”, como dice William Shakespeare que dijo el príncipe Hamlet.
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