Bienvenido, otra vez, señor Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica. Llega usted a mi país en circunstancias muy distintas a las de su primera visita a la capital nacional de los mexicanos, allá por abril del 2009, cuando en la residencia presidencial despachaba –“haiga sido como haiga sido”– todo un personaje de la picaresca nacional.
Esta ocasión, por lo que se ha dejado entrever de su agenda de trabajo, no va a bromearnos con analogías de Elliot Ness, ni tendrá en mente cuántas metralletas, municiones, tanques y helicópteros va a vender la portentosa industria bélica de su país a las autoridades federales de México, porque el tipo aquél, fascinado con la muerte y con la guerra, por fortuna no está entre nosotros, sino –¡pobre de usted!– en su propio territorio.
Seguro ya le pasaron el reporte, ¿verdad míster Obama? Que el enfermo y ahora cobarde personaje ahora dice que él no declaró la guerra a los narcotraficantes, cuando todos los días se refocilaba discurseando sobre ella, incluso en las ceremonias del Día de las Madres.
No. Nada de balas, muertos ni drogas en la agenda. El suministro de enervantes, para su fortuna y sobre todo para los millones de adictos que hay en su país, está asegurado. Precios estables, además.
Y es que ahora nos dicen que viene usted a México a tratar asuntos del desarrollo económico de ambos países y que, con el Presidente Enrique Peña Nieto –tan apapachado ahora por la prensa estadounidense– va a tratar temas relacionados con la reforma migratoria que usted impulsa ante la colina del Capitolio.
No me lo creo del todo, don Barack. No me lo creo.
Para empezar, porque como ya lo expuse aquí, hace 20 días, su secretario de Estado, John Kerry, ha dicho ante empresarios parisinos que México, junto con otros países del llamado BRIC son un peligro para Estados Unidos y para los países europeos. También porque nos ha llamado, otra vez, el “patio trasero” de la nación que usted gobierna desde la Casa Blanca.
¿SOCIOS O AMIGOS?
Los primeros cuatro años de su mandato, señor Obama, no se caracterizaron por su buen ánimo hacia nuestro país.
Quizá aprovechando que el loquito Felipe Calderón “narcotizó” la relación bilateral, usted convirtió a la guerra del michoacano en su propia guerra en contra de las drogas –mero acto cosmético, que sólo sirvió y aún sirve para inundarnos de armas–, minimizando el enorme costo en vidas –más de 70 mil–, desaparecidos y desplazados. Muy conveniente para usted, por supuesto. Como se dijo muchas veces, era una guerra que se estaba librando en un territorio que no es el suyo y que a usted le daba dividendos y prácticamente cero costos.
Nunca adoptó usted medidas contundentes para reducir el tráfico de armas hacia México, y su procurador de justicia, Eric Holder, estuvo directamente implicado en el fallido operativo Rápido y Furioso que auspició la venta de miles de armas de alto poder a los narcotraficantes mexicanos.
Esa nos la debe, míster President.
Tiene también usted, señor Obama, deudas aún no pagadas con mis compatriotas que residen en los Estados Unidos. Los mismos que, todos lo saben, le hicieron ganar su reelección. De acuerdo con la encuesta de salida de The New York Times, 71 por ciento de los latinos votaron por usted en 2012, 4 por ciento más que cuatro años antes. Los latinos hoy constituyen 17 por ciento de la población de EU y 11 por ciento de los votantes; 65% de la población latina se define de origen mexicano. De acuerdo con las proyecciones del Centro de Investigación Pew, para 2050 únicamente 47 por ciento de la población será blanca y hasta 29 por ciento será hispana.
Y esa deuda, don Barack, es porque en sus primeros cuatro años en el 1600 de la avenida Pennsylvania, usted expulsó a 1 millón 400 mil inmigrantes, la tasa más elevada de deportaciones de presidente alguno de los Estados Unidos.
Y viene usted ahora con la zanahoria de una legislación sobre el tema, después de que ha aplicado el garrote inmisericordemente.
No nos equivocaremos más. Usted no es amigo de México ni de los mexicanos. Como cualquier político de cualquier latitud, usted sólo ama el poder.
De cualquier forma, sea usted bienvenido, otra vez, a México.
Coincidamos en que nos necesitamos mutuamente, de que la seguridad, la estabilidad interna y el desarrollo dinámico de cada uno de nuestros países beneficia a ambos.
Como socios, como iguales, vamos a hacer negocios que beneficien a su sociedad y a la nuestra. Pero ya no nos lancemos rollos de amistad, que luego traicionamos ¿vale?
Índice Flamígero: El presidente Barack Obama afirmó que México y Estados Unidos pasan tanto tiempo enfocados en temas de seguridad “que (los estadunidenses) a veces olvidamos” que se trata de un “enorme socio comercial”. En conferencia, declinó comentar los presuntos cambios de prioridad en el combate mexicano al narcotráfico divulgados recientemente. “No voy a juzgar aún cómo alterará esto la relación entre Estados Unidos y México hasta ver exactamente qué es o qué tratan de lograr”, dijo, antes de subrayar su impresión de que el presidente Enrique Peña Nieto “es serio acerca de las reformas” y que debe tomar algunas decisiones difíciles.
– y ademas lo acaban de llamar pato cojo (lame duck) en su ultima conf de prensa, donde tambien bateo y dijo “no estar enterado, me voy a informar.” ah, y la ley de migra, la estan elaborando un grupo de senadores bipartidista. el navega, me recuerda al inge Cuauh y sus entrevistas cuando jefe d gob. no le entran al toro.
bueno hay que recordarle a obama que ellos ponen las armas y nosotros los colaterales que fueron 120 mil y sigue la cuenta, tambien hay que recordarle que ofrece la zanahoria pero esconde el garrote y ademas sobre los siempre sobados comentarios de los buenos vecinos parafraseando a caton nosotros somos los buenos y ellos los vecino o no mr obama