No hay magia, ni secreto. El asunto es que todo está interconectado y por ende, el grueso de los mexicanos seguimos jalando la cobija para cubrir nuestras necesidades básicas, que ni siquiera tienen que ver con la totalidad de las señaladas por el ahora senador panista Ernesto Cordero, cuando dirigía a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) en el sexenio anterior.
Es indispensable reconectarnos con nuestro medio y con las realidades de todos los entornos nacionales.
Desde hace dos semanas, todos aquellos que hacemos el abasto de comida y otros productos en nuestros hogares, volvemos a resentir en los bolsillos –ambos, el del dinero y el de los productos comprados–, como uno se merma drásticamente sin que al parecer corresponda con la cantidad de productos llevados en la “canasta del mandado”.
Para empezar –que para el caso no es el inicio sino parte del ciclo–, los combustibles que mueven los productos que van del campo a la ciudad y en algunos casos regresan al anterior para su final consumo; se elevan mes a mes por acuerdo gubernamental y en eso no se contempla como se merma la calidad de vida, como si sólo interesara la calidad de la educación.
Si se tomara el hilo por otro lado, el campo mexicano no vive en condiciones por describir; simple y llanamente está muerto y sin reales visos de resucitación por lo que aquellos productos que llegan a las mesas de los mexicanos, son cada vez más los que están sometidos a una alta tecnificación y en consecuencia, a un precio más elevado a los que se producen de manera convencional.
La inseguridad en las carreteras también aumenta el precio de los básicos y la misma competencia de mercado que en México funciona de manera inversa a las teorías económicas.
Los salarios también se encuentran muy golpeados, al grado que es mejor conservar el trabajo y el pago del mismo, a dejar el lugar porque esto parece el juego de las sillas: El que se para le deja su asiento a uno de los muchos que empujan y no es fácil conseguir otro empleo de la noche a la mañana.
Alguien podrá decir que dejemos de consumir huevo o tomate verde que es en dónde el aumento se registra descomunal por estos días. Pero no nos pongamos una venda, lo cierto es que los precios se inflan en razón de que quien tiene un negocio siempre tratará de ajustar sus ganancias a las condiciones del mercado, pero en contadísimas ocasiones al poder adquisitivo del grueso de sus compradores.
Me sigo planteando la hipótesis de que entre México y Estados Unidos lo único que nos une es la frontera, eso de una relación comercial igualitaria está muy lejos de concretarse.
Acta Divina…Promesa de campaña del ahora presidente Enrique Peña Nieto: “Vamos a detener el alza de los precios de los alimentos básicos”. Tijuana, Baja California, 3 de junio de 2012.
Para advertir… Los partidos políticos y las fuerzas políticas del Estado vuelven a pactar no sacarse la lengua, aunque parece que aún se puede acusarlos con su mamá.
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