Decenas de periodistas viviendo en el extranjero debido a amenazas de muerte durante el sexenio de Calderón; Carmen Aristegui sin trabajo porque cuestionó el posible problema de alcoholismo del expresidente; Gutiérrez Vivó sin canal, sin periódico y demandado por cuestionar al mandatario en turno y decenas de periodistas asesinados y desaparecidos por todo el territorio nacional hicieron de México el país más peligroso del mundo para ejercer el periodismo. Fuimos ejemplo de autoritarismo, pero es en este sexenio, precisamente ahora, que se les ocurre a 650 “intelectuales” decir que están preocupados porque peligre la libertad de expresión y tener en un gobierno déspota en nuestro país.
Y es que estas prostitutas de la pluma y la investigación, encabezadas por apellidos como Krauze y Aguilar Camín (en el colmo del cinismo) y en evidente complicidad con televisoras y otros medios de comunicación, realizan su desplegado justo cuando México y el mundo veía sorprendido que en menos de 15 días se juntaban más de dos millones de firmas para solicitar un juicio a los expresidentes que gobernaron los pasados 30 años. Un caso sorprendente para el mundo que ha visto a nuestro país como epítome de impunidad.
Pero no, de esto no hablaron los diarios ni fue noticia de ocho columnas. No valió ninguna portada; la gran noticia fue que 650 “intelectuales” afirman que en México la libertad de expresión está siendo violentada. Sostienen que la democracia peligra, pero callaron cuando Vicente Fox confesó que hizo todo lo posible desde la presidencia para que AMLO no ganara la elección.
Para quién trabajan estos personajes que ven que dos millones y medio de mexicanos piden juicio a expresidentes y deciden que eso no importa; alegan que lo importante es lo que piensan ellos, quienes siempre han sido parte de la élite. Ese grupo que siempre, desde la cúspide y comodidad del poder, decide qué es social y políticamente relevante; que callaron cuando sus compañeros de profesión y amigos fueron reprimidos, silenciados y hasta desaparecidos; que durante tanto tiempo fueron las únicas caras conocidas de la “intelectualidad” televisiva mexicana y que nunca fueron capaces de incomodar a sus majestades presidentes y gobernadores.
Dicen que les preocupa México, cuando durante años los veíamos, escuchábamos o leíamos día y noche en la televisión, radio y periódicos hablándonos de las bondades de los gobiernos que dejaron más de 70 millones de pobres y cientos de miles de desaparecidos; silenciados, esos sí, por el hambre unos y la muerte otros.
Libertad de expresión dicen, ellos que todavía hoy, día y noche sigue gritando sus falsedades, queriendo manipular al pueblo mexicano al decir que los tiempos pasados fueron mejores. ¡Claro! Para ellos cómo no, si vivían llenos de dinero, con contratos a modo, reconocimientos comprados. Ellos nos hablaban de los bellos trajes de los reyes cuando todos los veíamos desnudos.
Durante años, millones de pesos del Pueblo se destinaron a sus centros de investigación, a sus revistas y panfletos, para que en nada hayan ayudado. Fueron fútiles para levantar la voz o a señalar las debilidades de los gobiernos anteriores -cuando menos-, para crear programas y soluciones para paliar la pobreza, la carencia en salud y la deficiente educación que vivía nuestro país.
De manera que ahora sí, hablen prostitutas. Griten y lloren como plañideras, que ya nadie les hace caso; sigan gritando que su “libertad de expresión” no le importa a nadie. Sus patrones, los expresidentes, caerán.
Y a los extraterrestres, primero investiguen, después opinan.