Emilio Trinidad Zaldívar
Parece que nada hará que su conciencia -si la tiene- le haga reflexionar y con ello rectificar el rumbo de un país que esperaba más de él y al que lleva por su insensatez, directo a la pulverización de sus instituciones, de los valores sociales, de los sectores, de las clases.
El voto que lo llevó al poder fue más producto del hartazgo, del castigo a los representantes de la corrupción y la impunidad de malos, terribles gobiernos, que del convencimiento pleno de que era lo que más convenía a México pero había que intentarlo para cambiar nuestro oscuro horizonte y sin embargo, todo salió mal y hoy nos encontramos en la peor crisis que se tenga memoria.
Todo lo que afirma con palabras lo niega con los hechos; todo lo que expresa no será, termina siendo.
Sin ruta, sin dirección, sin plan, sin estrategia, sin humildad ni sentido común y menos tacto, Andrés Manuel López Obrador pisotea esos más de 30 millones de votos que lo incrustaron en el Palacio Nacional como si fuera consigna pelear para desprenderse del apoyo y respeto popular.
Parece decidido a seguir descalificando opiniones contrarias a las de él, a confrontarse con todos, a burlarse de la sociedad insistiendo en que está acabando con la corrupción cuando sus hermanos, sus hijos y colaboradores como Julio Scherer Ibarra, Alfonso Romo y Gabriel García, entre otros, son los más grandes representantes de la corrupción.
López Obrador ofende a los ofendidos que vimos pasar comaladas de millonarios sin que se les diera el mínimo castigo y hoy él y cercanos hacen de las suyas con mayor cinismo e impunidad.
Todos los políticos cercanos a él y contrarios a su proyecto, así como periodistas, comentan en secreto y en voz alta que el hijo del gran Scherer García hace todo tipo de negocios al amparo del enorme poder que ostenta desde su posición, con la anuencia, ceguera o complicidad del propio Presidente, que se dice impoluto pero que ni a un niño de pecho engaña con el discurso de pulcritud y honestidad a toda prueba.
Saldrán igual o más ricos que Enrique Peña Nieto y su club de bandidos entre los que se destacaron Luis Videgaray, Miguel Osorio Chong, Luis Miranda Nava, Emilio Lozoya Austin, Erwin Lino, Gerardo Ruiz Esparza, David López Gutiérrez, Alfredo Del Mazo Maza, Eduardo Sánchez y varios más, que deberían estar purgando varios años tras las rejas.
El descaro en la búsqueda de comisiones y el impulso de negocios para “Julito”, sus primos y socios, son del dominio público pero nada acontece para parar esa desbordada corrupción que dicen atacar y estar venciendo.
Y mientras se engaña solo López Obrador afirmando que va muy bien su gobierno a pesar de la crisis de salud, económica, política, social y de seguridad, los integrantes de su partido se siguen dando con todo lo que encuentran a su paso.
Mario Delgado está lejos de tener el control de Morena y mientras el tiempo avanza y se van armando partidos opositores para aprovechar tantos desaciertos y darles la batalla en las elecciones que se avecinan, el tabasqueño sigue con ocurrencias y dislates propios de un desequilibrado mental, para ponerse en el paredón del escrutinio público que hoy le reprueba y rechaza con profunda irritación, que no tenga la más mínima idea de hacia dónde quiere conducir el barco.
El proceso electoral será una dura prueba para el diputado federal Mario Delgado y para su jefe Marcelo Ebrard, que desde la Cancillería trabajará para que sus aspiraciones presidenciales no se vean descarriladas, por lo que meterán toda la carne al asador para salir victoriosos en el 21 y preparar el terreno del 24.
El escenario político no pinta del todo bien para López Obrador y morenos que lo acompañan, porque hay estados en los que los aspirantes a gobernador se encuentran trenzados por ese cargo y ni dan cuartel ni se tienden la mano.
Así está el panorama en las dos Baja Californias, donde Jaime Bonilla no ve crecer a su gallo Mario Escobedo, que ha hecho un estupendo trabajo al frente de la Secretaria de Economía; en el sur de la Península, se promueven con recursos del erario Víctor Castro, Armida Castro y Rubén Muñoz, mientras que de las filas de los históricos de Morena les disputa con un perfil más ciudadano Alejandro Lage la candidatura, pero todos, están enfrascados en una verdadera batalla; lo mismo sucede en Guerrero, donde no cederán Luis Walton, Félix Salgado Macedonio y los Sandoval.
En Sonora Alfonso Durazo cree que no tendrá oposición dentro de las filas morenistas pero Ana Gabriela Guevara le hará diabluras, mientras los priistas y panistas buscan fortalecerse luego del rotundo fracaso en materia de seguridad del ex particular de Colosio.
Como se ve, los tiempos futuros serán de nubarrones para López Obrador, que se ha convertido en su peor enemigo.
Pronto lo constataremos.
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