Cicerón el más grande abogado de todos tiempos nos expresó con la elocuencia que le caracterizaba que: “Ignorantia Non Habet Locum In His Quae Publice Fiunt”, lo que traducido a castizo lenguaje significa que: “no excusa la ignorancia en las cosas que se hacen públicamente”. Siglos después de la elocuencia de sus palabras ellas aún resuenan con eco y hoy las retoma el Foro Independiente de la República para hacernos saber que lo que se dice en Palacio Nacional relacionado con cuestiones de justicia carece de excusa.
Veamos el porqué de ello:
Jamás en la historia jurídica nacional nos percatamos de confrontas entre el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial Federal, derivadas por la actuación cabal de un Juez de Distrito que en cumplimiento a sus funciones concedió una suspensión provisional que en nada agradó al presidente en turno, dado que se cuestionó con dicha suspensión la viabilidad de su “ley de la industria eléctrica”, la cuál le resultaba muy agradable al Poder Ejecutivo.
Expuesto lo antepuesto acudamos al pasado para tornar al presente.
Desde el abogado de los primeros tiempos, en funciones de juzgador, siempre se ejerció el mandato constitucional con la más completa y absoluta independencia y ello no ha dejado de proclamarse como lo más sagrado de los derechos y los deberes de los juzgadores.
En el México de antaño y antes del neoliberalismo era un noble espectáculo percatarse de que nuestros jueces honraban, como muchos en la actualidad, y aquí incluyo al cuestionado por Andrés Manuel López Obrador, su misión constitucional defendiendo valerosamente los derechos imprescriptibles de los mexicanos en todas aquellas circunstancias más diversas, defendiendo, a la vez, los derechos de la misma autoridad y los derechos del pueblo contra la autoridad.
También en el ayer hubo algunos a los que pretendieron hacer que abandonaran su misión e independencia a fin de congraciarse con la autoridad ejecutiva, ganándose la amistad de ella, sólo hay que recordar a Don Raúl Jiménez O’farril, pero no obstante ello defendieron los derechos de las causas justas, con tales honores, que en la actualidad todavía hoy se le recuerda.
Muy de antiguo existió uno que también se opuso con energía a estúpidos caprichos de cierto gobernante, a esas ordenes replicó, quizá con el mismo tono viril de Jiménez O’farril, que: “ciertamente, no hay hoy en día poder igual al suyo, pero hay uno del que carece y es el de no ser justo”. Me refiero al Juez Abelardo Cárdenas, que con ese verbo y ese decir convenció al Presidente Carranza a que se tornara constitucionalista.
A pesar de lo expuesto, en México cada vez debe ser más patente que la Constitución y la independencia que proclama aporten al campo de la justicia un vuelo y un suelo de indudable aliento democrático, no obstante lo que pueda pensar nuestro Primer Magistrado de la Nación. Nuestra Carta Magna no se limita a la proclamación de derechos y libertades, también establece mecanismos e instituciones de garantía para hacer realidad la existencia de esos derechos y esas libertades. Mi Carta Magna, la carta de todos los mexicanos es un documento sincero, que bien merece respetarse dado que asegura la efectividad de las libertades y los derechos que proclama a favor de todos los mexicanos y en ella quedó incluido algo que se conoce como independencia y separación de poderes.
Andrés Manuel, antes de crear confrontas innecesarias, la Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México, A.C., te invita a seleccionar mejor a tus asesores en tópicos de justicia. Sabemos que no eres abogado por ende desconoces las leyes. Pero también sabemos que México merece la aplicación de la ley. No permitas que te engañen, rectificar es de sabios y lo que dijo Cicerón no está errado.
Lic. Alberto Woolrich Ortíz.
Presidente de la Academia de Derecho
Penal del Colegio de Abogados de México, A.C.