• No es una desaceleración y menos temporal
• 3% sólo resuelve la vida a los del billete grande
Los economistas al servicio del gobierno son expertos en maquillaje de las cifras. Esta historia viene desde que en las agencias gubernamentales se vieron en la necesidad de llevar las cuentas de un aparato productivo más complejo. Para no causar malas percepciones en los agentes económicos, empezaron por retocar los porcentajes. “Nos entregan información rasurada”, era la convicción de los reporteros dedicados a cubrir los asuntos económicos.
La economía mexicana ha llegado a crecer hasta un 6 por ciento anual, de acuerdo con los reportes históricos de las instituciones encargadas de la política económica y de la monetaria. Buenos tiempos, aunque los porcentajes no fueran precisos, sino manipulados. Pero bien. Había menos habitantes y la repartición llegó a ser más pareja en un momento de la historia.
Pero la economía nacional creció con una población que debe estar frisando los 120 millones de personas que pululan por todas partes, principalmente en las grandes ciudades y más en ciudad de México. Y la economía no ha crecido lo suficiente para dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, curar al enfermo etcétera.
El presidente Peña Nieto, que hoy está en Londres para participar en la reunión cumbre del Grupo de los Ocho, los más industrializados del globo, está mal informado; sus economistas no le dicen toda la verdad. Como a todo Presidente, le ocultan la información como se la ocultan a los agentes económicos.
El presidente está convencido de que la “desaceleración económica que se ha presentado en el país” no es motivo alarma, porque “es temporal y corresponde a elementos externos”. En honor a la verdad, y sin demeritar las buenas intenciones de Peña Nieto, la economía mexicana nunca ha padecido desaceleración coyuntural; siempre ha marchado en los linderos de la mediocridad, porque crecer al año un 3 por ciento no es razón para hacer fiesta.
Claro que es compartida la expectativa presidencial de que, como Peña Nieto lo acaba de declarar en la capital del Imperio Británico, “tendremos cada vez mayor crecimiento económico, mayor aceleración en el ritmo de gasto”. Sin embargo, los niveles razonables de crecimiento económico es probable que no los veamos en la próxima década. Las buenas intenciones y los buenos deseos no son suficientes. Recientemente, el empresario Carlos Slim estimó que para que la economía nacional logre un crecimiento del 5 por ciento anual (no suficiente, pero alentador), el aparato productivo tendría que recibir una inyección de 340 mil millones de dólares, 300 de los cuales tendrían que ser aportados por el gobierno y el resto, conseguido de inversionistas extranjeros que decidieran invertir en México.
Un 3 por ciento no resuelve más que la vida de los grandes – de los de billete grande, diría mi querido Óscar Palacios -. No le pone en la cartera el dinero suficiente para vivir a los pequeños y los llamados micro empresarios. Y menos resuelve las carencias históricas de los trabajadores, y menos de los trabajadores que no tienen empleo, que son mucho más de los dos millones que reporta consuetudinariamente el INEGI (Instituto Nacional de Estadística…). Los pobres – ¿50? ¿60 millones? – seguirán sobreviviendo en los linderos del hambre con Cruzada Nacional y todo.
Las cifras de la mediocridad son contundentes: El propio Vocero de Hacienda lo reportó este fin de semana: cifras de la ignominia, que no sólo no rebasan el número tres, sino que aparecen con signo de menos. Esta no es una desaceleración temporal. Las cosas no cambiarán por decreto. Habrá que hacernos a la idea. Se necesita mucho más que un Pacto por México. Más que la voluntad política.
El Banco Mundial no es nada optimista. Se basa en una exacta econometría que mide los efectos de las leyes de la necesidad y del abuso; o sea, la de la oferta y la demanda. En su más reciente informe sobre las Perspectivas globales, de este junio que aún va a la mitad. El siamés del Fondo Monetario prevé que el crecimiento de México será de 3.3% al finalizar este año y calcula un 4% para el periodo 2014-2015.
Y un 3 por ciento sólo resuelve la vida de las grandes empresas, de los grandes del billete grande.
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