PERFIL DE MÉXICO
Armando Ríos Ruiz
El actual sexenio debería denominarse como el de la impunidad y de la destrucción. Como nunca antes, para emular la frase preferida del actual mandatario, México navega en aguas turbulentas, en constante zozobra. A la deriva. Con un timonel que conduce a ciegas, sin capacidad para vislumbrar el camino correcto. De manera caprichosa. Entre arrecifes que sortea de noche y lo que es peor, con la necedad supina de que sabe lo que hace.
No son pocos los organismos que han elaborado estudios profundos sobre la situación del mundo y especialmente, sobre México, al que le deparan una situación nada optimista para el año que recién comenzó. Uno de tantos dice que históricamente, la economía y la seguridad pública son dos de los principales factores que inciden en el bienestar y en el voto de los mexicanos. Ambos conceptos están hoy abatidos.
Se habla alegremente de cifras halagadoras en materia de economía, desde las tribunas del gobierno, con argumentaciones que parecen arrancadas de la más entusiasta fantasía. Como para dar esperanzas a la ciudadanía, que nada tienen que ver con la realidad.
Desde el inicio de la actual administración estamos creciendo a más de 4 por ciento, de acuerdo con las expectativas del mandatario. La realidad ha desnudado esta mentira, como muchas otras, pues ha habido circunstancias en las que el Producto Interno Bruto decreció de manera alarmante para quienes tienen conciencia de lo que significa.
No obstante, en 2019, el Presidente manifestó que no estaba preocupado por la baja del PIB, porque había más desarrollo en el país, lo que señala una contradicción. Afirmó que “crecer, puede ser que beneficie a un pequeño grupo, pero ahora se está creciendo y hay más y mejor distribución del ingreso”.
“Abajo, la gente tiene más capacidad de compra, más poder adquisitivo, la mayoría de los mexicanos. Por eso no nos preocupa mucho el asunto”, apuntó en una conferencia de prensa matutina desde Tabasco. Hoy es sabido que en tres años de su gobierno, los pobres aumentaron en cuatro millones más, que se agregan al mundo de la desprotección, pese a sus dadivas pecuniarias.
Obviamente, su objetivo es sostener esta mentira, en aras de consolidar sus planes que niega un día sí y otro también, de conservar la simpatía de muchos mexicanos que, a fuerza de inyectarles una cantidad de dinero cada dos meses, están dispuestos a ayudarle con su proyecto.
El sexenio se ha caracterizado por la destrucción o desaparición de instituciones que servían para conceder alicientes de supervivencia a las familias. El Programa de Microcréditos para el Bienestar desaparecerá este año. Lo mismo que el Programa de poyos Financieros a Microempresas. Ambos prestaban dinero mediante créditos blandos, para la iniciación de pequeños negocios.
Uno de los problemas descomunales que hoy sufrimos 130 millones de habitantes por la decisión de un solo hombre, es el de la inseguridad. Sólo una mente fuera de sus cabales puede concebir que sea posible combatirla con abrazos y con acusaciones a las madres, que viven precisamente de las dádivas de sus hijos inmersos en actividades delictivas.
La inseguridad se ha agravado a niveles sin precedentes en la historia de México. En la mente del mandatario no existe otra alternativa, que la que anunció desde el principio del sexenio y que se empeña en mantener contra viento y marea, mientras crece desproporcionadamente. Los niveles alcanzados superan con creces a los de países en guerra y vamos para más.
La sospecha de convenios con los criminales ha cundido y ha convencido a infinidad de mexicanos, que vislumbran ya un panorama irrevertible para el futuro próximo. La delincuencia ha fabricado un poder paralelo al del gobierno, que, mientras pasa el tiempo, se fortalece a niveles insospechados.
ariosruiz@gmail.com