Hace ya cinco décadas que tuve el privilegio de conocer y tratar a un cordialísimo afecto a un tabasqueño de óptima calidad, miembro de la “Generación de Oro de la Abogacía” y quizá el más congruente y sólido de su camada generacional. Sin duda me refiero al eminente togado Dionicio Vera Casanova.
Debo a Nicho no sólo una línea ni un artículo, sino una enciclopedia absoluta de gratitud y reconocimiento, por su fundamental intervención en los inicios de mi formación profesional -hace más de cincuenta y cinco años- para lograr que se me reconociera por parte del Poder Ejecutivo como uno de los cincuenta más dedicados agentes investigadores del ministerio público, que al igual que él formábamos parte del acervo intelectual de la ya finada Procuraduría General de Justicia del Distrito y Territorios Federales.
Gilberto Suárez Torres —togado y político de conocimientos y convicciones— era un aquél entonces Procurador General de Justicia del Distrito y Territorios Federales y despreciaba los actos de corrupción en el ámbito de procuración de justicia, lanzando siempre palabras altisonantes, cada vez que un subordinado caía en ese tipo de bajezas.
Seguramente ello se debió a una profunda convicción del daño que se le hacía a la justicia por actos de corrupción, pero sobre todo al hecho de que de alguna manera -directa o indirectamente- sabía que el Presidente de la República respetaba las leyes.
Don Dionicio Vera Casanova, tenía como compañeros a eminentes y probos juristas como Eduardo Langle Martínez, Fernando Ortiz De La Peña, Oscar Caso Villa, Rafael Millán Estévez, José Dzib Cardoso, Francisco Hernández Vázquez, Arturo Gil Ramírez, Rubén Gallegos Vizcarro, Juan Verniz, Francisco Guillen Bribiesca, Gladis María Cristina, Silvia Puente Aguilar, Irma Vidal Espejo, Heriberto Prado Reséndiz, Lilia Poiré Patiño, Irma García Andrade, María Antonieta Dueñas, Eduardo Gordillo Pinto, Guillermo Pliego Montes, Jorge Rafael Woolrich Sandoval, Francisco Ramos Bejarano, Armando Quirazco, Gonzalo Rodríguez Betancourt, Arnulfo Martínez Lavalle, José Luis Allier, Jorge Arizpe Monroy, Luis Guzman y muchos más.
Don Dionicio Vera Casanova amén de ser un gran Agente del Ministerio Púbico en sus inicios, fue también un probo Magistrado y un gran Gobernador Interino del Estado Libre y Soberano de Quintana Roo.
Nicho jamás me dijo, ni me ha dicho todavía; cuál fue su importantísima intervención para obtener y convencer al Presidente de la República a fin de lograr que de Territorio Federal, Quintana Roo fuese reconocido como un Estado Libre y Soberano.
Se convierte en delicia el volver a penetrar en el mundo de los recuerdos y de las enseñanzas recibidas del Lic. Vera Casanova. Gracias a él, muchos aprendimos a integrar de manera correcta una averiguación previa. Gracias a tan eminente jurista sigo recibiendo el impulso para lograr que algún día se sepa la verdad de la narcopolítica.
Felicito con entusiasmo a Dionicio Vera Casanova, por haber logrado durante su etapa de Gobernador Interino del Estado de Quintana Roo, un Estado de crecimiento y seguridad, pero más lo felicito por su alto amor a la justicia y a la probidad que debe de prevalecer en aquellos funcionarios que se dedican a procurarla.
Es cuanto.
Lic. Alberto Woolrich Ortíz.
Presidente de la Academia de Derecho
Penal del Colegio de Abogados de México, A.C..