Utopía
Eduardo Ibarra Aguirre
Mientras los gobiernos de Estados Unidos, la Unión Europea –excepto Hungría– y los países integrantes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte emprenden una cruzada sin precedente para aislar a Rusia en términos económicos y financieros, informativos y culturales, deportivos y aun educativos, hasta convertirla en “paria” como amenazó Joseph Biden, con motivo de la invasión militar a Ucrania, el presidente Andrés Manuel pintó una pronunciada raya mexicana, propia de un Estado soberano: “Pues que se sepa, nosotros no nos vamos a cerrar a ningún país” (28-II-22).
Explicó que “La postura de no cerrarse ante otras naciones también lo digo porque ayer el secretario de Turismo (Miguel Torruco) dio a conocer que hay una relación con una aerolínea rusa y lo empezaron a atacar en las redes” (sociales).
Clarísima la definición presidencial en un tema a la orden del día en la aldea global y sobre el que intelectuales como Sergio Aguayo y Ricardo Raphael propusieron desde la semana pasada cerrar filas con Washington porque son muchos los compromisos y lazos que unen a los dos países. Aguayo sugirió como “hipótesis” hacer un intercambio de servicios con la Casa Blanca en materia de seguridad. La misma conducta de Enrique Krauze cuando la invasión de Estados Unidos a Irak (20-III-03) la cual propuso el historiador apoyar a cambio de la reforma migratoria que Jorge Germán Castañeda bautizó como “enchilada completa”. Hilarante si no estuviera de por medio la soberanía nacional.
Sin embargo, los colegas volvieron al tema el martes 1 en Palacio Nacional, acaso por la concisión declarativa –breve y precisa doblemente mejor– y López Obrador refrendó el enfoque del 28 de febrero: “Nosotros no vamos a tomar ninguna represalia de tipo económica, porque queremos mantener buenas relaciones con todos los gobiernos del mundo y queremos estar en condiciones de poder hablar con las partes en conflicto”.
Explicó el tabasqueño de Tepetitán (Macuspana) que “No consideramos que eso nos corresponda (aplicar sanciones) y pensamos que lo mejor es promover el diálogo para conseguir la paz”, mantener “buenas relaciones diplomáticas con todos los gobiernos del mundo, por lo cual incluso se impulsa que las partes en conflicto dialoguen”, es decir, los gobiernos de la Rusia de Vladimir Putin y la Ucrania de Volodímir Zelenski, un comediante que desempeñó papeles como presidente y con metralleta en mano aniquiló a sus contrincantes.
Colaboración que va en sentido opuesto a las directrices de los gobiernos de Occidente, pero que se trazan desde la Oficina Oval, el Pentágono y el complejo militar industrial, o quizás en orden inverso.
Directrices que exacerban al extremo la confrontación por más que el diálogo y la negociación apenas empiezan a abrirse paso entre las partes en conflicto, en la frontera de Bielorrusia con Ucrania, pero en forma simultánea países de la OTAN introducen armas pesadas para que el Ejército de Zelenski y también los grupos neonazis militarizados resistan a la invasión rusa. Hasta el punto de que por primera vez Alemania, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, exporta armas pesadas, en este caso a Ucrania, violentando los tratados suscritos por Berlín y la Unión Soviética, Estados Unidos e Inglaterra, los vencedores de la más mortífera guerra de la historia.
Por eso es harto importante que el gobierno mexicano navegue contra la corriente del hegemonismo estadunidense y europeo occidental en la crisis de la guerra premeditada.
Acuse de recibo
Para los que se sorprenden demasiado por los meses de desencuentros entre el presidente de México y la exitosa periodista y empresaria María del Carmen Aristegui Flores (Aristegui Noticias, Grupo Radio Centro, CNN en español y Reforma), resulta pertinente recordar que el primero se produjo durante la precampaña presidencial para el 2018, durante una entrevista telefónica que realizó la primera al segundo, y en la que AMLO la invitó a definirse en términos políticos como informadora y comentarista. El hecho fue utilizado por el poderoso oligopolio mediático que pujaba para presentarlo como intolerante y autoritario, igual que hoy, y bloquear los caminos para que “el señor López” (Santiago Creel, dixit) accediera a Palacio Nacional. Fracasaron estrepitosamente y ahora es preciso entender que los medios y los políticos son las dos caras de una misma moneda, están obligados a coexistir porque se necesitan mutuamente, los primeros sin los segundos no existen y a la inversa. Y, de paso, bajarle a los decibles de la victimización en la que Carmen está doctorada gracias a Televisa (Círculo Rojo), W Radio y MVS Noticias, sobre todo después de que el reportaje de la casa gris cayó por su propio peso desinformativo y evidentemente político, como lo reconoció el reportero y autor, pero Carmen todavía no sabe aceptar errores y menos disculparse con su audiencia por la pifia cometida y tampoco con la familia López Adams.
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