La Rueda del Poder
Emilio Trinidad
Contradictorio en su mensaje y seguramente mordiéndose la lengua, el presidente Andrés Manuel López Obrador -que dice defender la no intervención de las naciones, la soberanía de los pueblos y la no exclusión de nadie que quiera participar en algo- exigía al gobierno de Estados Unidos que incluyera en la reunión de los países de América, que se celebrará próximamente en Los Ángeles, California -para él asistir-, la presencia de tres dictadores, mientras aquí, durante meses, dejó fuera entre los aspirantes a sucederle al senador Ricardo Monreal Ávila, que ha expresado de manera pública sin eco, su aspiración a ser el candidato de Morena a la Presidencia de la República.
Para el tabasqueño, que ni lo oye ni lo ve, Monreal no era evaluable para participar en esa “DedoEncuesta”, de la que a pesar de que ya lo sumó, saldrá victoriosa la “corcholata” Claudia Sheinbaum Pardo, para decir, con la arrogancia y soberbia que lo caracteriza, que además de ser el primer Ejecutivo federal de la izquierda mexicana, será el primero en entregar la banda presidencial a una dama.
La simulada encuesta será organizada por él, dirigida por él, evaluada por él y calificada por él, para seguir engañando a sus hipnotizados seguidores al expresarles que fue el “pueblo bueno y sabio” el que determinó que su consentida Jefa de Gobierno, habrá de encabezar la segunda etapa de “la cuarta transformación”, que desde Chiapas la seguirá encabezando si ella gana la elección presidencial.
El zacatecano ha sido una pieza fundamental para lograr diversos acuerdos con las oposiciones y sacar adelante algunas de sus reformas, pero para López Obrador sólo es una figura utilizable para sus fines y cuidado con aquél que se salga de la línea que él ha marcado. La lealtad para el tabasqueño no se nutre de reciprocidad. Es en un sentido y ésta lealtad va sólo para donde él se encuentre.
Marcelo Ebrard por su parte seguirá haciendo su lucha, convencido de que sí tiene posibilidades pero la decisión está tomada desde que López Obrador asumió el cargo y no hay más carta para jugar que ella, su muy mala copia, su achicado clon, que hace, dice, repite toda actitud, palabra o conducta, por absurda que esta sea, con tal de no caer de sus afectos.
Adán Augusto López hará lo que su paisano le ordene, y eso será -si gana doña Claudia- seguir en Gobernación para pararle toda clase de problemas aunque a veces termine siendo sólo un promotor electoral.
Como sea y arrinconado por sus propias palabras, López obrador tuvo que ampliar el abanico incluyendo a un hombre que ha sido valiente, congruente, seguro, decidido y sumamente leal, para simular un proceso limpio y transparente en el que las cartas están marcadas para la señora que hoy ocupa el gobierno de la Ciudad de México.
Ricardo Monreal ha probado que sí es un hombre de perseverancia, de resistencia y de equilibrio. Pero habrá que ver qué es lo que hace, cuando le digan que en esa “encuesta” salió ganadora la señora de los cariños del presidente. Y alégale al que manda, hace y deshace.
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