• Instaurar la justicia distributiva
• Trompo en la uña de don Enrique
Qué le parece. Mal andamos, amigo Francisco, Resulta que economías como la de Antigua y Barbuda, Trinidad y Tobago, Bahamas y, ya no se diga, la Chile, son menos desiguales que la de México. Increíble, pero cierto.
La economía mexicana, esa que el presidente Peña Nieto hace todo lo posible porque llegue a destacar entre los países emergentes, es la decimocuarta más poderosa del mundo. ¡Decimocuarta! Pero… pero los que gobiernan y rigen esta economía no pueden presumir de justos, porque han permitido una brutal concentración de la riqueza y del ingreso. México ocupa el sitio 81, en lo referente al ingreso por cabeza.
Antigua y Barbuda, están seis lugares arriba (75); Trinidad y Tobago, (64) y hasta Bahamas (46) tienen una menor desigualdad; y la República de Chile, con su neoliberalismo y todo, ocupa el lugar 67 (ya va de nuevo hacia la izquierda con Michelle Bachelet) supera a México con creces, en este negocio de la repartición de los panes y los peces.
Debería de darles vergüenza a los mexicanos, a los que los gobiernan. Estas cifras son aterradoras y reflejan la mala evolución de la economía mexicana en relación con otras. Lo que más destaca es el bajo crecimiento que ha tenido México y muestra que, a lo largo de las décadas recientes lo están alcanzando y rebasando otros países una y otra y otra vez, como se lo confió a la agencia española de noticias Efe el catedrático del ITESO (Instituto Tecnológico de Estudios Superiores del Occidente, de la Compañía de Jesús), la Ibero de Guadalajara, Sergio Negrete Cárdenas.
Éste es el trompo que quiere echarse a la uña el presidente de la república, muy entusiasmado en lograr una economía en crecimiento sostenido, como lo ha hecho Brasil, o las economías asiáticas e inclusive africanas, pero mandatario no las tiene todas, o ninguna, consigo, pues es claro que hay un abismal rezago en la capacidad del aparato productivo mexicano para crecer, venido de atrás, por lo menos de 20 años.
Economía que no crece no crea empleos; economía que crece y no reparte lo justo entre el capital y el trabajo, economía que mantiene a 60 millones de personas en la pobreza, es una economía fallida. Así de duro. Así de simple.
Y las cosas van de mal en peor. Este año, México no rebasará el 2.5 por ciento. Para llorar. Y los índices de la desigualdad ya ni calcularlos. Son obvios de toda obviedad. Un abismo entre la lujuria y la indigencia, que clama venganza a los dioses.
De acuerdo con datos del mismísimo Fondo Monetario Internacional, el producto interno bruto per cápita de México, entre 1981 y 2012, creció a un ritmo anual de 63 centésimas de punto porcentual, y esto quiere decir que, para duplicar su tamaño tendrían que pasar 114 años.
Los mexicanos no tienen porque justificarse porque no sean los únicos campeones de la desigualdad económica y social. Brasil, el gigante de moda, no tanto porque en estos días esté agasajando al Papa Chico, sino porque es la séptima economía más grande del mundo, está en el lugar 89 en cuanto su producto per cápita. Esto quiere decir que no es muy atractivo para los trabajadores que la economía sea incluida en el club de los países emergentes. Brasil es de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Y otro tanto pasa con China.
Crecimiento económico no significa justicia distributiva. Ni creación de empleos significa la formación de clase media, si los salarios no son remuneradores y sobre todo justos. Sin estos estadios de bienestar, imposible crear una gran clase media.
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