Aproximadamente a las tres de la mañana del último día del año 2022 se escuchó la voz suave pero clara del Papa Emérito Benedicto XVI diciendo “Señor, te amo”. Esas fueron las últimas palabras del hombre Joseph Ratzinger, hijo de María Peintner y José Ratzinger quien nació en un sábado de Gloria, el 16 de abril de 1927, siendo bautizado el mismo día. Después de esa declaración ya no se le pudo escuchar más. Recordemos que quien tiene fe, nunca está solo.
Poco antes de las doce del día, del pasado 31 de diciembre del 2022, a sus 95 años y 9 meses de edad expiró Benedicto XVI, Papa Emérito de la Iglesia Católica Romana.
Por lo general en este espacio escribimos de asuntos internacionales que tendrán impacto material, especialmente económico en los bolsillos de los mexicanos. A pesar de la visita que el día de ayer realizó el presidente de los EUA a la zona fronteriza con nuestro país motivada tal vez a raíz de las detenciones del hermano del Mencho y del hijo del Chapo, de lo que hablaremos la próxima semana, decidí escribir de un tema mucho más íntimo y para mi importante. La semana próxima nos haremos la pregunta si las detenciones de estos dos personajes son parte de la lista de regalos de México a EUA por la próxima visita de Biden a nuestro país o si son un manotazo del actual gobierno en contra de los dos principales carteles causantes de una importante ola de violencia en los últimos meses.
Después de estas dos semanas de vacaciones, creí importante retornar escribiendo sobre esta noticia que impactó y conmovió a la comunidad católica de todo el mundo. A los 85 años de edad y después de haber dirigido a la Iglesia Católica por poco menos de 8 años -2005 al 2013-, el sumo pontífice Benedicto XVI decidió hacer algo insólito y no visto en los últimos 600 años. Benedicto XVI renunció al papado un día 28 de febrero del 2013.
En seis siglos no se había dado un momento en el que el sucesor de San Pedro dejase el cargo. Menos aún, no se había visto que un hombre tan poderoso e influyente dejase por voluntad el liderazgo de por vida de más de mil trescientos millones de personas en el mundo. El Papa es una persona muy poderosa y que sólo le responde a Dios, pero aun así Benedicto decidió que su tiempo para servir en esa importante posición había culminado.
En dos mil años de historia de la Iglesia católica esto no ha sucedido. Las otras ocasiones en las que un Papa dejó el puesto -hay dudas en si fueron unas dos o cuatro-, fueron por presiones o por exilios, pero no hay registro de una renuncia tan meditada por lo que a pesar de no haber sido un Papa tan carismático como Juan Pablo Segundo debemos reconocer que Joseph Ratzinger se ganará su espacio entre los grandes filósofos y teólogos de La Iglesia.
Como usted sabe El Papa es electo por votación secreta de los integrantes del llamado colegio de cardenales. El cargo es de por vida y al asumirlo el personaje electo decide qué nombre usará de ahí en adelante. Como usted recuerda el nombre de Benedicto XVI era Joseph Ratzinger nacido en Alemania unos años antes de la Segunda Guerra Mundial. A los 16 años -edad en la que el gobierno mandataba el servicio militar a sus ciudadanos-, fue reclutado por la fuerza por el ejército nazi, unos meses después y sin haber participado en la guerra en el frente, decidió desertar. Fue detenido por el gobierno de Hitler y encarcelado hasta el final de la guerra, cuando fue liberado por las fuerzas aliadas.
Ratzinger era muy cercano al Papa Juan Pablo II, fue su Secretario de Estado y en tal condición fue quien ofició la misa en su funeral y también quien realizó la investigación que desenmascaró las redes de corrupción y encubrimiento por pederastia en contra de las que luchó desde su pontificado.
Ratzinger sabía que al dejar el papado se le criticaría, pero también sabía que su capacidad de servir como sumo pontífice había terminado. Sus primeras palabras como Papa desde el balcón de la Basílica de San Pedro fueron “…después del gran Juan Pablo II…”, es decir que estaba consciente de que era un Papa de transición que debía preparar a la Iglesia para una nueva era.
Si Juan Pablo II fue el gran Papa del diálogo ecuménico entre religiones, quien con Reagan, Thatcher y Gorbachov derrotó al comunismo y nos advirtió de los excesos del capitalismo, Ratzinger fue el Papa que dio seguimiento a la reforma interior en la Iglesia, luchando contra las redes de pederastas y de corrupción que desde años antes había identificado por instrucciones de su antecesor.
Hoy la Iglesia católica se queda sin un gran teólogo y filósofo, pero no se queda sin Papa porque por primera vez en la historia tenemos un Papa en funciones oficiando la misa funeraria de su predecesor.
En un sentido parece que el trabajo de Benedicto era finalizar con las tareas pendientes de su amigo Juan Pablo II y dar paso a un nuevo estilo de papado.
Nos podemos preguntar si la renuncia de Benedicto no contradice la doctrina de la Iglesia y las declaraciones del propio Juan Pablo II quien ante las presiones para dejar el papado ya que era mayor y enfermo dijo que “…Cristo no se bajó de la cruz…” a pesar de las presiones del mundo y la tentación de su vecino de crucifixión quien le decía que si de verdad era el Mesías se salvase asimismo y que los salvara a ellos.
Ahí en eso estriba la diferencia y la congruencia de los dos. A Cristo y a Juan Pablo -guardadas las grandes diferencias-, les ofrecían una vida tranquila si se bajaban de la Cruz. Es decir, si abdicaban por su propio interés. A Ratzinger ningún ser humano le presionó para dejar el cargo, estoy seguro que como Benedicto lo dijo, tomó la decisión después de profunda meditación y oración. Así siguiendo con su tradición de vida siguió su vocación de servicio y dejó los reflectores del Papado para orar en una vida como la de un monje, de encierro, de meditación y de escritura como el primer Papa emérito por más tiempo que lo que fue su pontificado.
El Papa Francisco sucesor de Benedicto, ahora tiene más o menos la misma edad de Benedicto cuando este se retiró y su salud es delicada incluso ha dicho que ya firmó un documento mediante el cual ha renunciado en caso de quedar incapacitado para desempeñar sus labores. Así las cosas, Benedicto pone un peso extra en sus sucesores, que es el de reconocer cuando ya no puedan ser efectivos.
El funeral al que solo asistieron dos jefes de Estado -Alemania e Italia-, ya que el Papa Emérito había pedido que su funeral fuese sencillo. Él sabía que a su funeral de sumo pontífice, podrían acudir miles de personas y decenas de jefes de Estado, pero en una muestra de congruencia con su decisión de no ser Jefe del Estado Vaticano desde el 2013, pidió que su funeral fuese distinto. A pesar de esto la plaza de San Pedro estaba totalmente llena y lo mismo la avenida que llega desde ahí hasta el castillo del Ángel.
Para los que somos católicos las palabras de Juan Pablo Segundo y de Ratzinger son una guía que además debe ser recordada en las alturas del poder mundano. Los fieles no siguen al Papa, la Iglesia no sigue al sucesor de Pedro, seguimos a Cristo. Así a su modo y en sus capacidades limitadas como cualquier ser humano, el muy culto e inteligente Ratzinger siguió a Cristo hasta el final. Me conmueven y sirven de ejemplo las palabras que en sus últimas horas profirió Benedicto XVI “Señor, te amo”. Esta expresión que recuerda una inocencia y confianza como la de un niño a su padre. Ese es el ejemplo y la instrucción que nos dio nuestro Señor Jesucristo al decir que para entrar al Reino de los Cielos debíamos volver a nacer, ser como niños. Hablar al Padre y a nuestro Señor con la confianza que un niño habla a sus padres.
En la celebración eucarística del pasado jueves cinco de enero, la misa presidida por el Papa Francisco I, fue concelebrada por más de 3900 sacerdotes y 450 obispos, lo que la convierte en la más concelebrada en la historia de la Iglesia católica. Al final de la misma una ovación de aplausos se escuchó a la salida del féretro del Papa Benedicto, quien sin haber tenido el carisma de Juan Pablo II o del actual Papa, nos dejó un ejemplo de valor y de humildad en momentos claves.
Cada Papa inicia su pontificado desde el Balcón central de la Basílica y al ser enterrado entra por la puerta principal ubicada por debajo de ese mismo balcón. En el centro de dicha entrada estaba colgada una imagen de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo por ser la imagen favorita del Papa Benedicto. El salmo responsorial fue el hermoso número 23, que nos recuerda “…El Señor es mi pastor, nada me falta…” Las lecturas de Isaías y de las cartas de San Pedro nos recuerdan que la herencia está garantizada en el Cielo para los que confiamos en El Señor, para los que confían plenamente y le siguen plenamente como un niño lo hace con sus padres. El Evangelio de San Lucas nos habla del buen ladrón, ese momento en el que Cristo sublime, da ejemplo de hacer el bien, de escuchar al arrepentido incluso en medio del martirio al que él mismo estaba siendo sometido. Por eso es que las últimas palabras de Benedicto -Señor, Te Amo-, siguen las palabras de Jesús en la Cruz, encomendando su espíritu al Padre con su último aliento. Benedicto lo sigue y le expresa su amor y confianza con sus últimas palabras antes de quedar en silencio.
Ratzinger era considerado como un Papa muy conservador pero continuó con el diálogo ecuménico entre las distintas religiones iniciado por Juan Pablo Segundo y fue el primer Papa en dar sermones y bendiciones en Árabe para la población de esas naciones, pero por congruencia se negó firmemente a aceptar algunas políticas públicas que se han venido promoviendo y legalizando en los países más desarrollados del mundo, incluso con el apoyo de líderes políticos de filiación católica quienes ven a Francisco como menos “anticuado”.
Como papa Benedicto luchó en contra programas de salud que promovían el aborto hasta el noveno semestre, la supresión química de la pubertad a menores de edad -entre los cinco y los diez años de edad-, que alteran su desarrollo hormonal natural bajo el argumento de la diversidad sexual y en contra de la trivialización y promoción activa de la eutanasia para casos de depresión, de discapacidad y de angustias económicas, lo que se está usando para reducir los gastos del gobierno en algunos países, así como la normalización de la pederastia bajo el argumento de preferencia sexual. Todas estas conductas -para mi lamentables-, cobijadas bajo el emblema de la libertad.
El Papa Francisco ha preferido no inmiscuirse demasiado públicamente en esos temas, lo que le ha ganado mejores relaciones con líderes como Joe Biden -segundo presidente católico en la historia de EUA-, quien declaró el miércoles pasado, que su relación con el Papa Francisco era mejor que con Benedicto por las diferencias en cuanto a la postura de la Iglesia con respecto a temas de fe.
El cuerpo de Benedicto es enterrado a unos metros de la tumba de San Pedro, en la misma tumba en la que antes estuvo su amigo Juan Pablo II quien ahora está enterrado en el piso principal de la Basílica de San Pedro.
Para este 2023 mi mejor deseo es que nos permitamos decir te quiero más veces y a mucha gente y que de manera cotidiana, sin miedo o pena digamos a Dios ¡TE AMO! y ¡EN TI CONFÍO!