* Intentar el asesinato de Ciro Gómez Leyva y el del INE son equivalentes, pues de lo que se trata es de establecer el autoritarismo. ¿Querrán detenerlos?
Gregorio Ortega Molina
Hace 36 años Grijalbo publicó un magnífico libro de Julio Scherer García, Los presidentes, que para los estudiosos de nuestra institución presidencial debe convertirse en un manual de referencia. De su lectura surge el azoro al comprenderse el enorme poder del presidente de la República, guiado o protegido por esa aura del metaconstitucionalismo desentrañado por Jorge Carpizo.
La ciudadanización del INE y el esfuerzo de quienes desempeñaron el cargo entre ese hecho y 2018, por atemperar el avasallante poder de quien se tercia la banda presidencial al pecho, favoreció la democratización que en 4 años se fue al traste. Hoy, como sucedió hasta 1997 -cuando el PRI perdió el control del Congreso-, el presidente de la República es el alfa y la omega de todo cuando sucede en la nación. Es la primera y la última instancia de todo conflicto, su boca es medida y sus deseos, por secretos que sean, se cumplen, aunque él no lo desee o no lo quiera.
En Los presidentes Scherer deja constancia de un hecho desmedido. En el despacho presidencial su ocupante comenta que no desea ver a tal o cual persona que lo busca, y esa persona jamás vuelve a decir esta boca es mía. Si mal no recuerdo la lectura, el suceso corresponde al iracundo e intemperante Gustavo Díaz Ordaz.
Lo que Andrés Manuel López Obrador dice de ciertos periodistas, de algunos medios, puede ser tomado por sus valedores como un deseo íntimo, contenido, y de allí a los atentados, los crímenes, las denostaciones públicas para desacreditar a los enemigos del santo patrono de la 4T, sólo hay un paso; se da por el deseo de quedar bien, de agradar.
Cierto es que en Palacio Nacional y en el entorno del presidente de la República comprenden el tamaño del poder de la palabra proferida desde la silla del águila, y hacen caso omiso de las consecuencias que se desprenden, porque a quienes hoy gozan de la fruición de ese desmedido presidencialismo, les conviene ignorar que son los mexicanos que los eligieron los que pagan y pagarán el costo social de su desmesura.
Intentar el asesinato de Ciro Gómez Leyva y el del INE son equivalentes, pues de lo que se trata es de establecer el autoritarismo. ¿Querrán detenerlos?
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