La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
El pandémico rector, se la pasa lavándose las manos y guardando sana distancia…de la realidad
Sí un comité, de la Facultad de Estudios Superiores Aragón, determinó, con evidencias palpables, que Yasmín Esquivel Mossa, ministra de la SCJN, plagió su tesis de licenciatura y así lo notificó a la rectoría, es inconcebible que el rector, Enrique Graue, pateara el bote, aduciendo cuestiones reglamentarias, para que la SEP, tome una decisión sobre el asunto.
Más allá, de que no exista un estamento sobre qué hacer en estos casos, hay un Consejo y un Tribunal Universitario, que pueden asumir una posición más contundente y no esgrimir artimañas para evadir el tema.
Además, el propio Graue, debió hacer una declaración, en la que condenara sin cortapisas, las triquiñuelas de la doña para allegarse el título profesional de licenciada en Derecho y no esconderse para que, por medio de un comunicado, se fijara la posición oficial.
Pero, por si lo anterior fuera poco, el presidente López Obrador, le enderezó una serie de señalamientos que, por sentido del honor, debería contestar, de lo contrario, tácitamente, acepta todas las acusaciones.
En ‘la mañanera’ de ayer lunes, el tabasqueño lo acusó de ser un simulador, politiquero, de representar una versión (región 4 suponemos), de Poncio Pilatos, ya que, optó por ‘lavarse las manos’. Vamos, sin decirlo, lo ponderó de cobarde y mafioso.
Sí, por enésima ocasión, el rector elige guardar silencio o sacar otro parte ambiguo, terminará por darle, por omisión, la razón al mandatario. Graue debe responder, sin intención de entrar en una discusión bizantina, para rescatar, lo que pueda, de su maltrecha dignidad, circunstancia que, por desgracia, afecta el prestigio de la UNAM.
No nada más el espíritu, usted, señor rector, también debe de hablar por la raza.