Rúbrica
Por Aurelio Contreras Moreno
De aquel profesor universitario y de bachillerato que algunos recuerdan sencillo y comprometido con causas sociales de corte “progresista”, no queda absolutamente nada.
Cuatro años ebrio de poder al frente del gobierno de Veracruz han logrado hacer salir el verdadero yo de Cuitláhuac García Jiménez: el de un represor vulgar, fascistoide, iracundo, que se ensaña con los débiles y que manipula, como cualquiera de sus antecesores, el aparato de la justicia para “escarmentar” a quienes en sus delirios autoritarios ubica como “enemigos”.
Y no nos referimos a los políticos que ha metido a la cárcel y que mantiene presos mediante argucias legaloides, que solo eso ya lo pinta de cuerpo entero. Sino a los cientos de casos en los que ha utilizado a la Secretaría de Seguridad Pública y a la Fiscalía General del Estado para acallar protestas de ciudadanos de a pie y, principalmente, de trabajadores de su propio gobierno.
Muchos maestros aún recuerdan cómo les mandó a la policía para desalojarlos con violencia de la Secretaría de Educación de Veracruz por protestar, y cómo los mandó refundir en el siniestro cuartel de policía de San José, en la capital del estado, de donde los tuvo que rescatar el propio secretario Zenyazen Escobar, pues de ese lugar luego los detenidos salen muertos.
Disociado de la realidad, perdido en las mentiras que se cuenta todos los días sobre un estado maravilloso y seguro en el que la violencia siempre es por “hechos aislados” –aunque salga exhibido en compañía de presuntos criminales-, García Jiménez no admite disenso de ningún tipo dentro de su administración, en la que los trabajadores son obligados a hacer faenas que nada tienen que ver con su función, a hacer política en favor de Morena en actos públicos y a través de sus redes sociales personales, y a aguantar los abusos de autoridad callados y sumisos. De lo contrario, se atienen a las consecuencias.
Algo como lo que está sucediendo en la Secretaría de Salud, dependencia saqueada por la claque morenista desde que comenzó el sexenio y donde se está ejerciendo una represión digna de un gobierno bananero.
En diciembre pasado, trabajadores de la Secretaría de Salud estatal tomaron las oficinas centrales de la dependencia por diferentes demandas laborales, mismas que liberaron tras llegar a “acuerdos” con las autoridades, en especial con el director Administrativo Eduardo Sisniega y el director Jurídico Jorge Luis Reyna Reyes, quienes no los respetaron, pues días después de levantado el paro, 16 empleados que participaron en las protestas fueron dados de baja y otros 30 puestos a disposición de personal.
Si ya eso fue un claro acto de represión laboral, lo sucedido después pasó a otro nivel. Por los despidos de diciembre, la semana pasada un grupo de empleados y ex empleados volvieron a tomar las instalaciones centrales de los Servicios de Salud de Veracruz, sin afectar las áreas de atención médica, valga señalar.
La respuesta del gobierno de Cuitláhuac García fue detener la tarde de este martes a dos de las manifestantes: Norma Casas Fernández, quien fue cesada en diciembre tras 25 años de labor en el gobierno estatal, y otra mujer.
Como si fuesen peligrosas delincuentes, tras ser detenidas por la policía ministerial de la Fiscalía General del Estado luego de una reunión con el dirigente de su sindicato Antonio Ortiz Hernández –quien se las habría “puesto” a los ministeriales y no ha hecho nada por sus representados durante este conflicto-, ambas fueron esposadas y trasladadas a las instalaciones de la corporación. Al momento de escribirse estas líneas, se desconocía cuál era su situación legal.
Más allá de si las vinculan o no a proceso, el mensaje es claro: nadie se le “sale del huacal” al aspirante a reyezuelo que no se ha terminado de dar cuenta que le quedan dos años en el poder. Y que tras la borrachera, le espera una “cruda” épica por todos los agravios que ha cometido. Por cierto, dice mucho de Cuitláhuac García y sus secuaces que se hayan ensañado con dos mujeres, cuando también hubo varios hombres participando en las protestas.
La Secretaría de Salud en una de las dependencias del gobierno estatal donde se han cometido más irregularidades en el sexenio de Cuitláhuac García, como compras de medicamentos a empresas de “notables” de la “4t”, como el superdelegado en Jalisco Carlos Lomelí; o cuando dejaron caducar cientos de medicinas para la atención del cáncer, embodegadas en un almacén; o el ocultado “hackeo” a sus sistemas informáticos que implicó la pérdida de una enorme cantidad de información de todo tipo, desde médica hasta la de los manejos turbios de quien en realidad manda ahí: el director Administrativo, Eduardo Sisniega.
Como muchos otros pseudo “luchadores sociales” de la dizque “cuarta transformación”, Cuitláhuac García se convirtió en lo que combatía: un represor autoritario e irracional, que cree que sus actos no lo van a perseguir.
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