*Este año, que es el del descorcholatazo, será de difícil tránsito, porque el presidente Andrés Manuel López Obrador se empeñará en controlar su sucesión y ganarla, sustentado en la conculcación de la ley y en el abuso de la sandez
Gregorio Ortega Molina
Redoblan los esfuerzos por combatir el tabaco, amplían los espacios donde no se puede fumar y prohíben la exhibición de los cigarrillos. Es como un exorcismo que se sirve de leyes para expulsar al maligno, pero deja abierta la puerta al consumo de productos que propician otras enfermedades.
Las naciones se encaminan a la legalización del disfrute de estupefacientes suaves y considerados recreativos. La marihuana se vende y consume en Holanda, Estados Unidos y otros países porque, suponen, no causa estragos sociales, lo que no sucede lo mismo con beber alcohol, que enardece a quienes lo ingieren para divertirse y, supuestamente también para olvidar. Cualquier pretexto es bueno para preservar el alcoholismo.
¿Llevan cuenta de los crímenes que se cometen debido al abuso del alcohol, de la violencia doméstica, de las violaciones? La Polar es un ejemplo de lo que puede ocurrir, pero es bien visto socialmente caminar con la copa en la mano. Del alcohólico dicen que está pedo… y me resulta imposible encontrar la analogía.
Sin embargo, estamos ante lo más grave, la infinita tolerancia al abuso de la palabra, al privilegio del presidente de la República de decir sandeces sin derecho de réplica, porque no queremos comprender que el poder también embriaga y es recreativo, distrae, produce sueños y envilece a quien abusa de esa fuerza conferida por la Constitución. Hablar de más, como beber en exceso y sin contención, produce violencia, favorece la comisión de crímenes, enardece y es causa de conflictos, como en esos festejos en los que todos se “empedan”, como dice el rumor, como califican las redes sociales.
Se queja Andrés Manuel López Obrador y niega su tribuna a quienes desean tener el derecho de réplica. Ese espacio, que es nuestro debido a que somos los contribuyentes quienes lo alimentamos y garantizamos su salario -o pagan impuestos los que reciben las dádivas sociales-, no es de su propiedad, y debe compartirlo con quienes lo reclaman para reconvenirlo por las sandeces que dice, por los estragos de todo tipo que promueve con el abuso de su palabra, y negar el derecho de réplica.
Este año, que es el del descorcholatazo, será de difícil tránsito, porque el presidente Andrés Manuel López Obrador se empeñará en controlar su sucesión y ganarla, sustentado en la conculcación de la ley y en el abuso de la sandez.
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@OrtegaGregorio