Laureada en los principales concursos nacionales, como el Angélica Morales-Yamaha, y premiada en Rusia, Israel, Bulgaria y Estados Unidos, Martha Bárbara Prado Hernández, con 24 años de edad, ofreció una espléndida participación junto a la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN), durante la presentación del tercer programa que ofrece la agrupación en el Palacio de Bellas Artes, con obras de Moncayo, Saint-Saëns y Mozart.
La joven virtuosa fue protagonista del Concierto para piano núm. 2 en Sol menor, Op. 22, del compositor francés Camille Saint-Saëns, en la cual, a lo largo de los casi 30 minutos de la obra, mostró dominio, debido a que la interpretó sin partituras y en un intercale continuo con la OSN.
El músico John Henken ha calificado esta obra de la siguiente manera: “La bravura técnica es tan deslumbrante como la artesanía compositiva que impregna la energía expresada con tanta fuerza coherente”. La pianista introdujo el primer movimiento, Andante sostenuto, en un solo que expresó al mismo tiempo sutileza y vigor; la siguieron cuerdas y percusiones; el clarinete tuvo un intercale con el piano, al cual le siguió la orquesta.
Esta obra fue compuesta en 1868 y en solo tres semanas, por lo cual, los historiadores de la música la recuerdan como uno de los grandes ejemplos de la capacidad compositiva que distinguió a Saint-Saëns.
El segundo movimiento, Alleretto scherzado, permitió a Prado tener momentos brillantes junto a la agrupación musical del Inbal y demostrar su preparación como concertista, puesto que llevó espléndidamente el diálogo que se abre entre el teclado y la orquesta: primero el piano dictaba un pasaje y la orquesta repetía, después la orquesta lideraba y la pianista continuaba o completaba el discurso musical.
El carisma de Prado Hernández color al cierre de esta segunda parte, por lo cual el público emocionado respondió con aplausos. La obra cerró con un Presto, en el cual sorprendió su manejo del tempo, la técnica y la sensibilidad que la obra exige a la solista para integrarse también a la orquesta, la cual cerró en un in crescendo. Los aplausos trajeron tres veces al escenario a la tecladista regia, quien, finalmente agradeció con un encore.
Como parte del concierto, la Orquesta Sinfónica Nacional sorprendió al público con Tres piezas para orquesta (1947) de José Pablo Moncayo, que, a decir del periodista y cineasta Juan Arturo Brennan, es “infrecuente” en los programas de concierto”, por lo cual es una iniciativa loable que ofrece la nueva dirección de la OSN y que el público aplaudió con beneplácito tras cada una de las tres partes que componen la obra.
En la primera pieza, Feria, los instrumentos de percusión, el bombo y los timbales, ofrecieron paisajes sonoros potentes y vivaces. La segunda parte, Canción, abrió de una forma sublime: con una nota de largo aliento por parte del corno francés, seguida por cuerdas y metales, que fueron intensificándose de forma harmoniosa y una serie de momentos solistas por parte de los instrumentos de viento: clarinete, trompetas, flauta. La obra cerró con Danza, la cual ofreció momentos dinámicos y rítmicos.
La velada finalizó con broche de oro: Sinfonía núm. 41 en Do mayor, K551, conocida como Júpiter, de Wolfgang Amadeus Mozart, la cual es considerada una de las obras maestras del repertorio sinfónico.
La agrupación musical del Inbal, instancia de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, se presenta este domingo 19 de febrero a las 12:15 horas con el mismo programa en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes.
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