Los sátrapas fueron los gobernadores de las provincias del antiguo imperio persa, sin embargo, en la actualidad la definición se ha generalizado para hacer referencia a aquellos individuos que gobiernan de manera despótica y arbitraria haciendo ostentación de su poder. A su vez, Nicaragua es una tierra fértil, bendecida por el trópico, volcanes y acariciada por los litorales del mar Caribe y el océano Pacifico, no en vano es la república centroamericana de mayor extensión territorial.
Hoy desafortunadamente, esa tierra que merece jornadas mejores, es gobernada bajo condiciones draconianas por una dupla de sátrapas.
El territorio que hoy conforma la República de Nicaragua, ha estado asociado a México desde tiempos precortesianos, una de las versiones más aceptadas sobre la raíz etimológica del nombre de esa hermana nación, se remonta al náhuatl del imperio Mexica y dice que Nicaragua deriva de “nic Anahuac” que significa “hasta aquí llegó el Anahuac” otras interpretaciones también en náhuatl hacen referencia a la abundancia de agua en la región.
Durante la época virreinal, Nicaragua formó parte de la Capitanía General de Guatemala, que a su vez dependió del Virreinato de la Nueva España. Consumada la independencia de México y proclamado Iturbide emperador, Nicaragua se incorporó al Primer Imperio Mexicano, pero al igual que las otras naciones centroamericanas se escindió, cuando Agustín I abdicó al trono mexicano proclamándose la república.
Como en el resto de Latinoamérica, el siglo XIX fue turbulento y los nicaragüenses tuvieron que abrirse paso entre consolidar un estado naciente, procurarse progreso, lidiar con conflictos regionales y combatir filibusteros. El inicio del siglo XX no dejo de ser convulso, presidentes nicaragüenses como José Santos Zelaya y José Santos Madriz llegaron al exilio en la Ciudad de México, el segundo de ellos incluso aquí murió el 14 de mayo de 1911 tan solo once días antes de que Don Porfirio presentara su renuncia.
En 1916 murió en la ciudad de León, Rubén Darío, una de las más destacadas plumas latinoamericanas, no en vano el nicaragüense es considerado el máximo representante del modernismo literario. En 1912 y entre 1927 y 1933 Nicaragua sufrió intervenciones armadas por parte de Estados Unidos y aquí es donde surge la figura de Cesar Augusto Sandino, quien también vivió el exilio mexicano y que inspiró el movimiento marxista-leninista y la revolución que adoptó su nombre.
Un buen trecho del siglo pasado, Nicaragua fue gobernada por los dictadores Anastasio Somoza García y sus hijos Luis y Anastasio Somoza Debayle quienes a pesar de ser amos de bienes y vidas hoy parecieran ser párvulos frente al matrimonio Ortega Murillo. En 1972 un devastador terremoto prácticamente redujo a ruinas la ciudad de Managua, una tragedia que marco la historia nicaragüense poco después en 1979, la revolución sandinista apoyada por los países de izquierda y otros gobiernos como el de México, triunfó y Daniel Ortega tomó el poder. Ortega se alineó al bloque socialista, y junto con su mujer Rosario Murillo, sobrina de Sandino, pavimentaron el camino hacia el poder absoluto, un año después Anastasio Somoza Debayle fue asesinado por un comando sandinista en Asunción, Paraguay.
En ese periodo, la administración Reagan financió a los “Contras” la guerrilla anticomunista que combatió a los sandinistas en su territorio. Ortega se despojó de su máscara de insurgente revolucionario y muto por un sátrapa sin freno alguno, en esta época de manera impune y con la anuencia de Rosario, abusó sexualmente por años de Zoilamérica Narváez, hija de un matrimonio anterior de Murillo y a quien el Comandante “adoptó” como hija propia. Sin embargo, Ortega cometió un error de novato para cualquier dictador y convocó a elecciones para febrero de 1990 donde fue derrotado por Violeta Barrios viuda de Pedro Joaquín Chamorro, asesinado por el régimen de Somoza. Pedro Joaquín no solo fue un prestigiado periodista sino heredero de una estirpe política de raigambre, hoy sus hijos se cuentan entre la valerosa oposición a la dupla Ortega-Murillo.
La Señora Barrios que actualmente cuenta con 93 años de edad fue la primera mujer electa Presidente en el continente y gobernó entre 1990 y 1997. Sin embargo, Ortega volvió a la carga y ha gobernado cuatro periodos consecutivos más desde 2007 a la fecha, periodos en los cuales se ha recrudecido su talante dictatorial, el discurso de odio a los opositores al régimen y los señalamientos de toda clase de excesos incluyendo el enriquecimiento personal. Ha cogobernado con Rosario Murillo a quien de plano ya no tuvo empacho alguno en nombrar desde 2017 vicepresidenta de la república, algo impensable en cualquier democracia moderna.
Las elecciones generales de 2021 detonaron una grave crisis política ante el evidente desaseo de las mismas y donde risiblemente los Ortega-Murillo “arrasaron” con el 75% de los sufragios. Esto derivó en protestas de la oposición, activistas e intelectuales ante los cuales el régimen reaccionó con una fiereza inaudita y con medidas que nos hacen recordar los métodos de la Alemania nazi. Entre estas medidas se cuenta la condena de 26 años en una prisión de alta seguridad para Monseñor Rolando Álvarez, Obispo de Matagalpa, quien se negó a partir al exilio. Alrededor de 300 nicaragüenses fueron forzados a partir al destierro, 94 de ellos entre los que destacan Sergio Ramírez y Gioconda Belli han sido declarados proscritos y despojados de su nacionalidad. Los Sandinistas incluso ya han tomado posesión de los bienes de los proscritos como ocurrió con el departamento de la valiente periodista Sofía Montenegro.
La condena internacional contra los excesos de los Ortega-Murillo no es aun de la contundencia necesaria, pero de cualquier modo hay gestos a la altura del valor de los desterrados como el manifiesto “Son y serán nicaragüenses” firmado por 500 intelectuales de todo el mundo, entre los mexicanos destaca Elena Poniatowska. También el gobierno español, en un gesto hispanoamericano ha ofrecido la ciudadanía por “Carta de Naturaleza” a los proscritos.
Los actos de la pareja que gobierna desde Managua dan cuenta que las dictaduras no conocen de ideologías que sus métodos brutales se dan de igual manera en la extrema izquierda que en la extrema derecha, el alto precio que están pagando los valerosos opositores al régimen sandinista constituye una página más de dignidad en América Latina, pero ojalá no sea solo un referente sino el comienzo de un nuevo amanecer en esa tierra de lagos y volcanes.