Utopía
Eduardo Ibarra Aguirre
Al ritmo del presente, se necesitarán 300 años para alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres, alertó el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, António Guterres, en la víspera del Día Internacional de la Mujer.
Los avances logrados en décadas –de acuerdo con el portugués– se están evaporando ante nuestros ojos. Lo dijo en la apertura de una reunión de la Comisión sobre la Situación de la Mujer de la ONU, centrada en la brecha tecnológica.
El máximo funcionario de la ONU ineficaz y paquidérmica –por lenta, salvo en el caso de la guerra entre Rusia y Ucrania (Organización del Tratado del Atlántico Norte y Estados Unidos de América)– diagnosticó el 7 de marzo la situación en Afganistán, donde las mujeres y las niñas ha sido borradas de la vida pública, los derechos reproductivos y sexuales de la mujer en muchas partes están en retroceso sin contar los riesgos de ser secuestradas, asaltadas en algunos países, incluso por la policía.
La pandemia de covid-19, los conflictos desde Ucrania al Sahel han afectado y siguen afectando en primer lugar a las mujeres y las niñas. El patriarcado contra ataca, pero responderemos, sostuvo Guterres, quien aseguró que la ONU permanece del lado de las mujeres y las niñas de todo el mundo porque nunca renunciaremos a luchar por sus derechos fundamentales.
No le falta razón a don Toño, pero es muy propio de Occidente exigirle al nuevo gobierno de Afganistán –que los expulsó del país después de 20 años de invasión–, lo que fueron incapaces de construir EUA y la OTAN. Luego vino la estrepitosa y humillante huida de Kabul.
El hecho es que el panorama global es harto desesperanzador en la visión del ibérico y los feminismos locales no se dan por enterados, pues tras la marcha capitalina del miércoles 8 y el supuesto paro nacional del 9, las cuentas alegres y el triunfalismo de grupos feministas volvieron a imperar. La Universidad Nacional Autónoma de México, por ejemplo, consideró que la marcha no tenía precedente por el número de participantes en la Ciudad de México, lo cual es falso ya que Claudia Sheinbaum los calculó en 90 000. Pero incluso si se tratara del doble, estaría por debajo de las “cientos de miles” de manifestantes del 8 de marzo de 2020, según Televisa travestida de feminista por razones de rating, pues en todos sus canales como en los de Azteca e Imagen, la mujer es reducida a simple objeto sexual y la misoginia está a la orden del día en los contenidos y la programación.
Por supuesto que no es un simple problema de números, de participantes. Pero sí de la capacidad de convocatoria y organizativa, de movilización diversa e intergeneracional con reivindicaciones cada vez más claras y abarcadoras, como por fortuna lo fue, para que más allá de las cifras oficiales sobre la baja sensible de los feminicidios en México y la negativa automática de estos resultados por grupos antigobiernistas vinculados al PRIANRD, como si los avances no lo fueran de toda la sociedad.
Es preciso revalorarlas para hacer frente a las violaciones cometidas en meses recientes en jardines de niños privados por “educadores” mutados en bestias apocalípticas. Salvo su siempre mejor opinión, la defensa y protección infantil debería ser la prioridad de prioridades de todos los feminismos, la autodenominada sociedad civil, los tres poderes de la Unión, de la sociedad toda.
La razón es más que obvia, agreden, violentan, destrozan el presente y el futuro de la nación. Auténticamente ¡Los niños no se tocan!
Acuse de recibo
Falleció el primerísimo actor Ignacio López Tarso y dos recuerdos son inevitables. Sus bellas narraciones de corridos de la Revolución mexicana que animaban las concentraciones de la Central Campesina Independiente, después CIOAC, en 1966-68 en Río Bravo, Tamaulipas. Y la visita a Moscú, en el verano de 1978, en tránsito al festival de cine de la Unión Soviética más acreditado en el extranjero, conversamos largo y tendido en la Embajada de México en Moscú que dirigía Rogelio Martínez Aguilar y movía el querido decano Carlos Laguna. Don Ignacio llegó triste, indignado por la traición de la diva Silvia Pinal al Sindicato de Actores Independientes, escisión de la ANDA, en 1975. Como se dice coloquialmente, me agarró de su paño de lágrimas y procedí gustoso a escucharlo, tanto que no saludé a los demás integrantes de la delegación mexicana… De la conversación no produje ningún testimonio, pues el maestro de las artes escénicas le hablaba a su paisano no al periodista, aunque Carlos me presentó como corresponsal de Oposición… Además de que los directivos del periódico del Partido Comunista (Marcos Leonel Posadas, director, y Pablo Gómez, comisario de la Comisión Ejecutiva) eran de estrechos criterios periodísticos. Como lo tuve que hacer con el líder del Partido Revolucionario de los Trabajadores, Luis Mattini, y Roberto Guevara, hermano del comandante universal, entrevista que se publicó en Buenos Aires. O con el gran poeta Eugeni Evtushenko.
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