Popotla, no solo es un barrio tradicional de nuestra capital, sino un sitio íntimamente ligado a la memoria histórica e identidad de México. Su raíz etimológica alude a un paraje de carrizos huecos o bien que se ubica entre ellos, lo cual deja constancia del original entorno lacustre del valle de Anáhuac. Fue también a la llegada de los españoles una modesta población “extramuros” de Tenochtitlán rodeada de antiguos ahuehuetes, por donde corrió la calzada de Tlacopan una de las tres vías principales que unieron la capital mexica con tierra firme, hoy convertida en la Calzada México-Tacuba, es la arteria aun en funcionamiento más antigua del continente americano, la “Vía Appia” mexicana.
Esta calzada fue escenario de la cruenta batalla de la Noche Triste, victoria de Cuitláhuac que casi costó la vida a Cortés y el aniquilamiento de sus fuerzas. En Popotla se alza el tronco ya seco y vandalizado del famoso ahuehuete donde la tradición cuenta que el conquistador se recargó a llorar su derrota, convirtiendo así a este punto en un sitio emblemático de nuestra historia.
Para la llegada del siglo XX, Popotla aun en las afueras de la Ciudad de México, combinó al barrio tradicional con el progreso porfiriano que se manifestó en casonas afrancesadas tan en boga en esos días. Don Porfirio en su incansable labor de conmemorar el centenario de la independencia ordenó magnas obras a lo largo y ancho del país, a Popotla le correspondió en el predio de la Cuchilla del Rosario, ser la sede la Escuela Normal Primaria para Maestros.
La construcción que inició en 1908 le fue encomendada al Teniente Coronel de Ingenieros Porfirio Díaz Ortega, hijo del presidente de la república y miembro de su Estado Mayor. Díaz Ortega a quien llamaron “Porfirito” fue un destacado constructor de obras públicas y privadas entre las que se cuenta el célebre manicomio de “La Castañeda”. Porfirito cumplió con creces la misión y el 12 de septiembre de 1910 entregó a su padre la soberbia edificación obviamente de influencia francesa, donde destacaron la belleza de su fachada, el mobiliario de buen gusto que aún se conserva y el imponente Salón de Actos decorado con los frescos del maestro de San Carlos, Daniel del Valle famoso por su pintura “Moctezuma II visita en Chapultepec los retratos de sus ancestros” y que hoy forma parte del acervo del Museo Nacional del Arte (MUNAL).
Daniel del Valle plasmó en alegorías los principios positivistas de orden y progreso, que fueron el referente ideológico del porfiriato. El estallido de la Revolución Mexicana evitó que la Escuela Normal Primaria para Maestros entrara en funciones. Durante su administración, el presidente Carranza dispuso que el edificio albergara al Heroico Colegio Militar que por la lucha revolucionaria cesó sus actividades. Es así como el 5 de febrero de 1920, tercer aniversario de la promulgación de la Constitución de 1917, el presidente Carranza presidió en Popotla la reapertura del Heroico Colegio Militar.
Sin embargo, tan solo tres meses después los alumnos fieles a su tradición de lealtad cerraron filas alrededor del presidente y se incorporaron con sus mandos a la “Columna de la Legalidad” que acompañó a Carranza a su cita con el destino. En aquellas jornadas, el 9 de mayo de 1920, la Escuela de Caballería del Heroico Colegio Militar, protagonizó la última carga de caballería al sable de nuestra historia, derrotando en Apizaco, Tlaxcala a los rebeldes que atacaron el convoy presidencial. Hoy con justicia y reconocimiento a esos dragones, las instalaciones de Popotla, albergan al Museo de la Caballería del Ejército Mexicano.
Con el ascenso al poder de los sonorenses, el Colegio Militar abrió sus puertas de nueva cuenta en Popotla, salvo por un periodo entre 1925 y 1926 cuando fue cerrado por remodelaciones, los oficiales del Ejército Mexicano se formaron ahí hasta 1976, cuando se impuso la necesidad de construir el formidable Colegio militar de Tlalpan obra del Arquitecto Agustín Hernández. Las antigüedades que egresaron de Popotla tienen un genuino orgullo y afecto por su alma mater, no en vano los llaman “Los Caballeros Negros de Popotla” hoy a pesar de encontrarse en la honrosa situación de retiro, siguen vigentes y mantienen vivo el espíritu de su colegio. El relevo generacional ha significado que el General Luis Cresencio Sandoval González, sea el primer Secretario de la Defensa egresado de Tlalpan.
Sin embargo, Tlalpan no anuló a Popotla, así como Popotla en su momento no opacó a Chapultepec, todo lo contrario, lo complementó. Hoy Popotla es una de las más bellas instalaciones militares históricas de México, el ejército la mantiene como si se hubiera entregado ayer. A lo anterior se añade que alberga en sus instalaciones al Colegio de Defensa Nacional, la Dirección de Educación Militar, la Rectoría de la Universidad del Ejército y Fuerza Aérea, el mencionado Museo de Caballería, dependencias de la Escuela de Ingenieros y la histórica Asociación del Colegio Militar que preside el distinguido General de División José Ángel García Elizalde.
A su elegante arquitectura se añade su icónica pista ovalada de pasto y tartán, a la cual se le ha dado uso para prácticas deportivas, maniobras y ceremonias, actualmente no solo es utilizada por deportistas militares sino por jóvenes atletas del Comité Olímpico Mexicano. Durante la remodelación de 1925-1926, en la esquina de la cuchilla y acorde al estilo del edificio principal se construyó el Casino Militar, el cual sobresale como un hermoso edificio y sede de actos oficiales y sociales, no en vano los Caballeros Negros recuerdan con nostalgia la presencia en el casino de novias y familiares durante las tardes de visita cuando fueron cadetes.
Este año se conmemora el Bicentenario del Heroico Colegio Militar, en jornadas recientes se han dado magníficos eventos alusivos a la efeméride, coloquios de historia militar con especialistas civiles y militares e instituciones como la Universidad Veracruzana y el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), fue particularmente esplendida la reciente conferencia magistral que dio Lorenzo Meyer en el Salón de Actos, ahí de manera ágil y amena narró ante cadetes, oficiales y jefes el devenir del Ejército de 1920 a la fecha, aludió a luces y sombras en esta última centuria de vida castrense en nuestro país y de manera objetiva añadió que la vida democrática en México solo se ha podido mantener gracias al respaldo irrestricto de las Fuerzas Armadas al gobierno de la república. En lo particular, interpreto este juicio no solo como una verdad histórica irrefutable sino también como un reconocimiento a lo que el espíritu de Popotla ha aportado a la sociedad mexicana y a sus instituciones.