* Saben, los ideólogos de esta nueva falange mexicana, que han de conducirse con el silencio y la discreción de la humedad, a efecto de minar los cimientos de esa buena parte de la sociedad que conservaba empatía, que compartía con todos, ricos y pobres, el fuerte sentimiento de identidad y el concepto de patria
Gregorio Ortega Molina
Todas mis lecturas sobre la Guerra Civil de España -el antes, durante y construcción del franquismo-, son para enmudecer y tirar a la basura todo optimismo sobre la compostura de los humanos.
Nunca como entre los españoles se cumplió, tergiversado, ese Evangelio que advierte haber llegado al mundo, no para traer la paz, sino la guerra, y la manera en que han de sacarse los ojos entre padres e hijos, cónyuges, hermanos. Pensamos que la quintacolumna y la delación entre franceses fue lo peor. Los maestros estuvieron formados en la Falange.
Quizá el trabajo histórico y literario que más me afectó, es el investigado y escrito por Hans Magnus Enzensberger: El corto verano de la anarquía. Vida y muerte de Durruti. Las otras novelas leídas fueron, para mí, advertencias. La de Buenaventura Durruti es una lección para diferenciar entre lo moral y lo inmoral, a pesar de que la guerra fratricida exija sacrificios. En ciertas peticiones no puede o no debe transigirse.
Denuncias entre familiares para obtener un grado, un reconocimiento, un mendrugo de amistad, algo menos que una palmadita en la espalda, porque de comer, nada para echarse a la boca. Agua y alcohol para embrutecerse y seguir matando, aunque entre los próximos ejecutados estén padres, hijos, esposos, amantes.
Alguien en el entorno del rey del obradorato, se empeña en importar esos quehaceres; naturalmente con las debidas adecuaciones a lo mexicano, a la posmodernidad y al algoritmo cibernético, y para ello se sirven de los Siervos de la Nación y de las benditas redes sociales.
Saben, los ideólogos de esta nueva falange mexicana, que han de conducirse con el silencio y la discreción de la humedad, a efecto de minar los cimientos de esa buena parte de la sociedad que conservaba empatía, que compartía con todos, ricos y pobres, el fuerte sentimiento de identidad y el concepto de patria. Logran ya que cada quien jale por su lado, y no se duda, tampoco, en las denuncias, porque de ellas depende el éxito de los falangistas mexicanos y la consolidación de su 4T.
Contra toda lógica y ética, sostienen a Yasmín Esquivel Mossa en la SCJN, y pronto, así lo anhelan, piensan consolidarla para algún cargo en el que les sirva para reventar al INE, nomás para que vean de qué lado masca la iguana.
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