Un día como hoy en 1919, Emiliano Zapata fue abatido en la Hacienda de Chinameca. El Estado de Morelos fue como acertadamente lo mencionó Jesús Sotelo Inclán en su monumental “Raíz y Razón de Zapata” un árbol señero en el abrupto paisaje de la Revolución Mexicana, la pequeña y joven entidad Federativa, fue cuna y escenario de la bandera más genuina de la revolución: el movimiento agrarista del caudillo Emiliano Zapata Salazar. Sin embargo, en Morelos la revuelta no estalló de inmediato en 1910 como en otras partes del país, sino hasta bien entrado 1911 y a pocas semanas de la caída de Don Porfirio, como si el destino sabiendo las cruentas jornadas que para Morelos estaban por venir, no tuviera prisa. No en vano Chihuahua y Morelos fueron los Estados de la República que más sufrieron el embate del movimiento revolucionario.
La vida y obra de Emiliano Zapata marcó no solo el desarrollo de la Revolución en el estado, sino la propia historia e identidad morelense, la jornada de Chinameca, es sin duda la página más icónica en la memoria histórica de una entidad que ha conocido muchos sucesos de sangre. El 10 de abril nunca estará exento de polémica, tanto por versiones encontradas entre los apologistas de Zapata que lo definen como una traición y sus detractores como un ardid de guerra, elemento que es válido en las operaciones militares, ahí es donde surge la desafortunada figura del coronel Jesús M. Guajardo, comandante del 50 Regimiento de Caballería, quien dio muerte al General Zapata.
Jesús M. Guajardo, quien al momento de su muerte tenía 27 años y era General Brigadier, nació el 29 de agosto de 1892 en Candela Coahuila, en el seno de una familia campirana y acomodada, se dedicó a las labores del campo, pero su padre viendo en él una natural inteligencia lo envió a estudiar a Saltillo y a Monterrey. Fue un tipo atractivo para las mujeres, destacaba por el pelo castaño y los ojos verdes, uno de sus apodos fue “El Demonio de los ojos verdes”. Estando en Monterrey una bella muchacha cayó rendida a sus pies, un despechado pretendiente de la joven no lo soportó y de manera cobarde atacó a Guajardo por la espalda asestándole varias puñaladas. Guajardo se debatió entre la vida y la muerte, fue llevado a convalecer a su pueblo natal. Al recuperarse de sus heridas, se reincorporó a las actividades agrícolas, entonces se perfeccionó como un magnífico jinete y tirador, a partir de ese momento se convirtió en un hombre arrojado y temido, Al estallar la Revolución Constitucionalista en 1913, los revolucionarios pasaron por Candela y el joven Jesús Guajardo se les unió. Al entrar a Monterrey, decidido buscó ajustar cuentas, encontrando y dando muerte a su agresor. De inmediato quedó bajo las órdenes de Pablo González convirtiéndose en su mano derecha, destacando en innumerables combates y ascendiendo hasta llegar a ser coronel de Caballería del Ejército Constitucionalista.
Cuando Carranza ordenó a González entrar a Morelos para abatir al Zapatismo, Guajardo acompañó a su jefe como comandante del 50 Regimiento de Caballería, una unidad de elite. Hasta ahí la estrella del joven coronel iba en ascenso y todo parecía indicar que la suya sería una exitosa carrera militar, pero llegó el infausto mes de abril de 1919, infausto para el Zapatismo, pero también para Guajardo, pues su momento estelar también selló su destino. El joven coronel logró dar la estocada mortal a la Revolución del Sur el 10 abril de 1919, como recompensa ascendió a General y recibió de parte del presidente Carranza un premio de $50,000 pesos oro que repartió entre los oficiales que lo acompañaron en Chinameca, aquí es importante recordar que entre los que hicieron fuego sobre Zapata estuvo Norberto López Avelar, quien fue gobernador de Morelos entre 1958 y 1964. En su periodo como gobernador, López Avelar pidió perdón a Anita hija del Caudillo intentando justificar su actuación en Chinameca, Ana Zapata con entereza y serenidad le replicó que el cómo militar, solo cumplió órdenes.
La gloria fue muy efímera para Guajardo, duró tan solo un año, en 1920 estalló la Rebelión de Agua Prieta y la mayoría del ejército desconoció al presidente Carranza quien fue asesinado el 21 de mayo de ese año en la sierra norte de Puebla. Pablo González estuvo entre los que traicionaron a Carranza y ordenó a Guajardo atacar el convoy presidencial cuando abandonaba la Ciudad de México, Guajardo causó mucho daño a los trenes, pero no logró capturar al presidente. Al triunfar la Rebelión de Agua Prieta, los sonorenses llegaron al poder, y un par de meses después acusaron a Guajardo de rebelión, este huyó a Monterrey, pero fue delatado, capturado y fusilado el 17 de julio de 1920. Antes de ser pasado por las armas, pidió su mejor traje y ser afeitado, el barbero estaba tan nervioso que involuntariamente le hizo un pequeño corte en el cuello a lo que Guajardo reacciono colérico;” Fíjese Pendejo! ¡Al que van a fusilar es a mí!” Existen versiones de que la muerte de Guajardo obedeció a una condición impuesta por los zapatistas para unirse a Obregón, pero también porque en algún momento Guajardo propuso a González matar a Obregón.
Años después, el 18 de enero de 1969, el Lic. José G. Aguilar, quien fue Jefe del Departamento de Administración Civil de la Fuerzas de Pablo González en Morelos y amigo cercano a Guajardo, publicó un testimonio en la revista “Sucesos para Todos” titulado “Como Murió Zapata” el relato fue un acto de reivindicación para Guajardo, tal vez el único, y una manifestación de lealtad personal del Licenciado Aguilar a su paisano y amigo, quedo registrado como escritura pública ante el notario 42 de la Ciudad de México Salvador Godínez Vera y fue firmado para constancia por el General José Juan Guajardo, hermano de Jesús. En el relato, Aguilar defiende la figura de Guajardo y lo describe como un soldado valiente que actuó bajo órdenes de sus superiores e incluso afirma que Zapata y Guajardo estaban jugando al gato y al ratón, que el caudillo intento sin éxito envenenar a Guajardo y que el joven coronel solo se le adelanto al General Zapata en Chinameca. Sin embargo, a pesar de estas versiones, Guajardo nunca podrá despojarse ante el juicio de la historia del sambenito de traidor.