La Legión Extranjera es uno de los cuerpos de elite de las magníficas fuerzas armadas francesas, sin duda alguna la más famosa de sus unidades históricas. Su fama mundial no solo se debe a la particularidad de estar conformada por hombres de todas las nacionalidades o su formidable capacidad de combate sino por el halo de leyenda que la rodea y que traspasa el ámbito castrense para ser un tema recurrente en la literatura, el cine y la historia militar. La Legión Extranjera está constituida por 9,000 hombres, poco menos del número de efectivos que componen una división en los ejércitos europeos, los legionarios ataviados con su elegante y característico quepí blanco se han considerado desde sus inicios, entre las tropas más selectas del mundo y hoy no son la excepción.
La Legión fue fundada por Luís Felipe de Orleans en 1831 para permitir a extranjeros pelear por Francia. Su Insignia es una bandera verde y roja con una antigua granada dorada con flamas encendidas, su lema es “Legio Patria Nostra”. Las tropas de la Legión son de infantería, caballería, ingenieros y paracaidistas.
A pesar de su férrea lealtad a Francia, nunca se les dotó de artillería y hasta 1962 cuando cambiaron su cuartel general de Sidi Bel Abbés en el norte de África a Aubagne en la periferia de Marsella, se les permitía estar en territorio continental francés solo en tiempos de guerra. Por el hecho de estar formada por hombres de diversas nacionalidades una de las prioridades de la Legión es su fuerte espíritu de cuerpo, los legionarios son mandados por oficiales franceses y los galos también pueden enrolarse en la Legión, los extranjeros pueden solicitar la ciudadanía francesa después de tres años, si un legionario es herido, adquiere de inmediato la ciudadanía por “sangre derramada”.
La Legión Extranjera ha peleado en todos los conflictos de Francia de 1831 a la fecha, ha conocido la gloria en Crimea, el norte de Italia o la Primera Guerra Mundial, y las amargas derrotas en la Guerra Franco-Prusiana, la Segunda Guerra Mundial o los desastres en Indochina y Argelia.
México no es ajeno a la Legión, la Batalla de Camarón librada el 30 de abril de 1863 en la localidad veracruzana de Camarón de Tejeda ubicada en la zona centro del estado, entre el puerto jarocho y Jalapa, da cuenta de ello. La Batalla de Camarón llamada Camarone por los franceses y donde 65 legionarios se enfrentaron a poco más de 800 voluntarios mexicanos, es el emblema más orgulloso de la Legión, su conmemoración reviste el acto de principal para este cuerpo militar y año con año se lleva a cabo el 30 de abril, una vistosa e imponente ceremonia para conmemorar la efeméride en el cuartel general de la Legión en Aubagne. La conmemoración de la Batalla de Camarón a su vez, se ha convertido en uno de lazos más sólidos de la concordia franco-mexicana.
Los Legionarios han estado presentes en Camarón para rendir homenaje a sus caídos, y los cadetes del Heroico Colegio Militar son invitados a Aubagne, este año se ha confirmado su presencia representando al Ejército Mexicano en la conmemoración. Durante la ceremonia en el cuartel general, se exhibe cada año la principal reliquia de la Legión, la mano de madera, que a manera de prótesis uso el Capitán Jean Danjou, el comandante del pequeño destacamento de legionarios en Camarón. Danjou de 35 años al momento de su muerte, era un curtido veterano, graduado de Saint-Cyr, perdió la mano al estallarle su mosquete en el norte de África y el mismo diseño su prótesis de madera, antes de pelear en México, lo hizo en Crimea y el norte de Italia.
La presencia de la Legión en México, se dio en el contexto de la intervención francesa y el segundo imperio. Tras la derrota en Puebla el 5 de mayo de 1862, se encendieron las alarmas en la corte de Napoleón III y se reforzó el contingente francés, se substituyó al arrogante Conde de Lorencez por el más competente Forey y para marzo de 1863, los franceses asediaban ya de nueva cuenta Puebla, en un cruento sitio donde cayó la ciudad el 17 de mayo de ese mismo año. Entre las fuerzas francesas desplegadas en territorio mexicano se encontraba la Legión y parte de sus fuerzas fue comisionada para proteger el trayecto entre el puerto de Veracruz y la Ciudad de Puebla, por donde transitaban los avituallamientos para los sitiadores y la paga de sus soldados.
Aquí es donde el 30 de abril de 1863, Danjou mandaba la 3era Compañía del 1er Batallón del Regimiento Extranjero, eran 3 oficiales y 62 de tropa armados con los certeros y modernos fusiles “Minié”. En la 3era Compañía había franceses, alemanes, polacos, belgas, suizos, holandeses, austriacos y un español. Al amanecer marcharon a Camarón, a pesar de la hora tan temprana el calor ya era sofocante, poco después fueron sorprendidos por caballería mexicana de las fuerzas del Coronel Francisco de Paula Milán, un abogado y escritor convertido en coronel y comandante militar de Veracruz, sus fuerzas a pesar de la denominación de Lanceros de Orizaba, no eran más que ciudadanos y patriotas con nula instrucción militar y mal armados.
Al verse sorprendidos en descampado, los legionarios corrieron a refugiarse tras los sólidos muros de la Hacienda de la Trinidad en Camarón. En la carrera, 16 rezagados fueron hechos prisioneros por la caballería de Milán. La Hacienda era una magnifica fortaleza para los hombres de Danjou, ahí se parapetaron y comenzaron a hacer fuego con sus “Minié” causando estragos en las fuerzas mexicanas. Un parlamentario se acercó con bandera blanca y los conmino a rendirse, los legionarios respondieron que tenían municiones suficientes para resistir.
El combate prosiguió con intensidad, los mexicanos intentaron cargas de caballería que fueron rechazadas más tarde los reforzaron infantes, los legionarios también cayeron, alrededor del mediodía Danjou fue abatido, el joven Teniente Vilain asumió el mando, más tarde también cayó, y lo relevó el Subteniente Maudet. Los mexicanos estrecharon el cerco e incendiaron los techos de la hacienda. Cerca de las 6 de la tarde, los legionarios yacían muertos o heridos, solo quedaban tres hombres de pie: los cabos Maine, Berg y el soldado Wensel.
Es cuando se les conminó a rendirse, los legionarios respondieron que solo lo harían si se les daban garantías y se curaba a sus heridos, el oficial mexicano respondió: “¡no se le niega nada a hombres como Ustedes!” Al ver el panorama, Milán afirmó: “¡No son hombres, son demonios!” Los prisioneros fueron tratados con todas las consideraciones por los mexicanos y los heridos asistidos por el Coronel Talavera, medico de las fuerzas de Milán, 34 legionarios murieron, 31 fueron hechos prisioneros, de estos, 19 murieron en los días posteriores.
La acción de Camarón marcó la gallardía y determinación de los mexicanos defendiendo su patria y el valor, arrojo, espíritu de cuerpo e instrucción de los legionarios. Hoy en Camarón se alza un sobrio monumento donde descansan los legionarios caídos, lo flanquean un águila mexicana y otra francesa y al centro la inscripción en bronce “Virtuti Militari” que da cuenta de las más altas virtudes de Francia y México.