Documental Político
Emilio Trinidad
Luego de por fin salir al paso para evitar más rumores que estaban incrementando la crisis de gobernabilidad en el país, el Presidente expuso en un mensaje que grabó y difundió a través de las redes sociales, cuál es su actual estado de salud.
Pero en próximos días, divertido, risueño y burlándose de todo y de todos como suele hacerlo ante el fracaso y la crisis permanente de su gobierno, Andrés Manuel López Obrador reaparecerá en la mañanera, como torero famoso, partiendo plaza y esperando la estruendosa ovación de sus fieles colaboradores, seguidores y supuestos reporteros, que todos los días le hacen preguntas cómodas o hasta le agradecen “su gran trabajo” al servicio de México, para dejar claro que a pesar de sus males y achaques, goza de cabal salud.
Al Presidente le encanta provocar a la gente, generar confusión, hipótesis y especulación acerca de su verdadera salud cardiovascular, física, mental y emocional, porque sabe que los 50 millones de pobres que le siguen, le creerán todo lo que diga por su ignorancia y buena fe, de la que se ha aprovechado de forma sumamente ventajosa y perversa.
Lo que ya estaba trascendiendo antes de este su más reciente video, es que al tabasqueño se le acumuló el cansancio, los desvelos, la fatiga, las presiones, el estrés y sus constantes entripados y berrinches por sus múltiples fracasos, que le generaron un ligero desvanecimiento (baja de presión) en Yucatán, lo que provocó que por precaución, el secretario de la Defensa Nacional, sus colaboradores más cercanos, asistentes y médicos, determinaran su traslado urgente a la Ciudad de México, para permitirle recuperar fuerzas, energía y muchas horas de sueño.
A partir de ahí y por la pésima forma de enfrentar tal situación, de la que lo más fácil les fue decir que se contagió de Covid, surgieron todo tipo de rumores y especulaciones, generando un terrible vacío que llevó a toda la población a imaginar los más terribles escenarios.
López Obrador sabe que se ha llevado a la cama y a esa soledad que lo comenzará a perseguir, varios y muy seguidos fracasos, como lo de la evidente producción en nuestro país de fentanilo que se empeña en negar; la crisis y muerte de migrantes a los que invitaba a venir; su revés frente a la Corte y su presidenta; la venta-remate del avión presidencial y su polémico y sospechoso comprador; los más de 150 mil muertos de forma violenta por la delincuencia y el narcotráfico que se niega a perseguir; la Guardia Nacional; sus corruptos hijos y familia; el general secretario viajero con cargo al erario; su confrontación con Estados Unidos que dice está a punto de invadirnos; el INAI y diversos temas más, que le han quitado el sueño y la tranquilidad que siempre se empeñaba en mostrar.
Cuando su señora esposa dijo con tranquilidad que lo que tenía el Presidente era una gripa muy, pero muy, muy fuerte, no provocó más que imaginar que lo que realmente tiene López Obrador es debilidad física y emocional, provocada por cansancio y estrés, y lo que decidió hacer el tabasqueño por esa acumulación de temas, fastidios y problemas, fue encerrarse, descansar y dormir. No hubo nada más.
Triste, penoso, vergonzoso, que muchos y muy famosos columnistas políticos lo hayan declarado con muerte cerebral, infarto al miocardio, embolia y hasta coma inducido por alteraciones graves en su salud, y le hayan dado rienda suelta a los acomodos en el gobierno y gabinete.
Andrés Manuel López Obrador está girito y preparándose para su salida triunfal en la mañanera, y ahora, sin duda, riendose, pitorreándose, carcajeándose de todos esos periodistas “muy bien informados”, que decían tener datos fidedignos, privilegiados y exclusivos, del terrible, grave estado de salud de un muerto que acaba de revivir.
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