Rúbrica
Por Aurelio Contreras Moreno
En medio de las cuentas alegres del quinto informe de gobierno, el viernes pasado el presidente Andrés Manuel López Obrador soltó un puyazo que puso a temblar a más de uno en Veracruz.
Al referirse a las obras de su administración, López Obrador afirmó que, ahora sí, la refinería Olmeca-Dos Bocas ya está terminada. Sí, la misma que ya han “inaugurado” en dos ocasiones.
Pero fue más allá y lanzó un mensaje que, en realidad, era un ultimátum: “hoy va a empezar a producir petrolíferos la nueva refinería de Dos Bocas, hoy empieza a producir. Así es, ¿no, Rocío?”, dijo López Obrador dirigiéndose a la titular de la Secretaría de Energía, Rocío Nahle, presente en el recinto donde el presidente dirigía su mensaje, en la ciudad de Campeche.
Es conocido el disgusto de López Obrador por el retraso de la puesta en operación real –no los montajes que se avienta la secretaria Nahle- de una de las obras insignia de su sexenio, la más representativa desde el punto de vista ideológico y político. Dos Bocas simboliza la cúspide del nacionalismo revolucionario sobre el que se asienta el régimen de la mal llamada “cuarta transformación”.
Pero contrario a lo que habían prometido, la refinería no estuvo, ni está lista ni en condiciones de producir combustibles para garantizar la jurada y perjurada soberanía energética, lo cual tiene al presidente irritado, al punto de que la candidatura de Rocío Nahle a la gubernatura de Veracruz está en “la tablita”.
Si no lo cree, hay que voltear a ver los casos de Chiapas y Tabasco, de donde fueron “bajados” de las candidaturas a la gubernatura el director del IMSS Zoé Robledo, y el director de Pemex Octavio Romero, respectivamente, quienes ya se sentían seguros de ser los abanderados de Morena en esos estados.
López Obrador fue más allá el viernes pasado y le metió todavía mayor presión a la zacatecana aspirante a la gubernatura de Veracruz, comprometiéndola a que “a finales del año, esta refinería estará produciendo un promedio de 290 mil barriles diarios de gasolinas”. Algo que parece simple y sencillamente imposible de lograr para el estado técnico actual de la planta.
Pero como al presidente –y más aún, a López Obrador- no se le puede decir que no, Rocío Nahle se fue a Dos Bocas a ver la manera de “cumplir” con la primera exigencia: que la refinería produjera “algo”. Y lo logró. Solo que lo que produjo fue pena ajena.
La secretaria de Energía publicó este sábado un video en el que muestra la “prueba” de que el costosísimo “elefante blanco” de la “4t” ya produce “gasolina primaria”: una botella de un litro que según Rocío Nahle contenía gasolina nafta, la cual ni siquiera es apta para usar como combustible en vehículos, pues necesita un segundo proceso químico. Lo que presentó la funcionaria solo sirve como solvente.
La desesperación por mostrar que Dos Bocas ya funciona tiene dos explicaciones: cumplir una promesa que el presidente ofreció sin importarle que no tuviera sustento técnico; y salvar la candidatura a la gubernatura de Veracruz de la funcionaria federal, lo cual depende por completo de que la refinería sea viable en el muy corto plazo.
¿Cómo le va a hacer Rocío Nahle para que a fin de año Dos Bocas produzca 290 mil barriles diarios de gasolinas? ¿También los va a llevar en botellas?
Cuitláhuac, hecho a un lado
Desde donde se le vea, la ausencia del gobernador Cuitláhuac García Jiménez del quinto informe del presidente Andrés Manuel López Obrador manda un durísimo mensaje: finalmente ha dejado de estar en el ánimo de su jefe político.
Porque eso de que no fue por estar pendiente de un festivalucho chicharronero en Costa Esmeralda es ridículo. No fue requerido. A ver cómo se refleja eso políticamente en los tiempos por venir.
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