Un trío de ecologistas y científicos ambientales de la Universidad de Yale, la Universidad de California, Berkeley y el Servicio Forestal del USDA, respectivamente, han descubierto que partes de Estados Unidos que han sido segregadas intencionalmente durante las últimas décadas tienen menos datos de aves disponibles para ser estudiados por ecologistas.
En su artículo publicado en la revista Nature Human Behavior, Diego Ellis-Soto, Melissa Chapman y Dexter Locke describen cómo analizaron datos de avistamiento de aves en 9.000 vecindarios de los EE. UU. y qué encontraron al hacerlo.
En la década de 1930, el gobierno de Estados Unidos promovió una política que se conoce como «redlining», en la que partes de las principales ciudades se etiquetaban como rojas o verdes (verde significaba menos riesgo de inversión). Estas etiquetas se basaban principalmente en los niveles de ingresos y carrera.
Con el tiempo, la política condujo a la disminución de las áreas rojas, dejando a las personas (principalmente minorías) que residían en esos vecindarios viviendo en la pobreza. La línea roja finalmente se abolió, pero su impacto persiste. Muchas de las peores partes de las ciudades de los EE. UU. hoy en día existen en Lo que alguna vez fueron distritos marcados en rojo y siguen estando mayoritariamente poblados por minorías. En este nuevo esfuerzo, los investigadores han descubierto que los datos de aves recopilados por observadores de aves aficionados en ciudades de todo Estados Unidos son mucho más escasos en los distritos anteriormente marcados en rojo.
Mientras los científicos de todo el mundo continúan lidiando con la realidad del calentamiento global, muchos intentan comprender qué pasará con los animales que no tienen el lujo de vivir en ambientes con aire acondicionado. En este nuevo esfuerzo, los investigadores se preguntaron qué podría pasar a las aves que viven en los Estados Unidos.
Para averiguarlo, intentaron aprender más sobre las cifras de su población (los datos suelen estar disponibles gracias a observadores de aves aficionados que informan lo que ven en su entorno local a grupos ecologistas), pero mientras analizaban sus datos notaron algunas discrepancias: allí Había muchos menos datos disponibles para vecindarios históricamente segregados, que se remontan a décadas atrás.
Al observar más de cerca, el equipo de investigación descubrió que estas áreas con datos de aves pequeñas incluían los mismos vecindarios que alguna vez habían sido marcados en rojo. Llegaron a la conclusión de que su estudio es uno de los primeros en mostrar cómo la segregación racial sistémica ha tenido un efecto papel en el estudio del proceso ecológico en una región determinada o, en este caso, en un país entero.
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